Viaje 2: La isla misteriosa

Crítica de María Victoria Vázquez - El Espectador Avezado

He aquí una película para ver en sala. Y, si es posible, en su versión en 3D. La historia es simple, llena de citas para los fanáticos de la literatura del género de aventuras, con personajes simpáticos, y muy buenos efectos especiales, la mayoría pensados para este sistema. Si bien es la secuela de "Viaje al Centro de la Tierra" (2008), puede verse independientemente de aquella. Los nexos son su personaje principal, Sean Anderson (interpretado por Josh Hutchens), y los libros de Julio Verne.
En esta historia, Sean recibe un extraño mensaje codificado, que resuelve gracias a la ayuda del actual esposo de su madre, Hank (Dwayne “La Roca” Johnson), con quien no se lleva bien. Tras descubrir que se trata de las coordenadas de una isla secreta, él asume que se trata de un mensaje de su abuelo, y decide partir en su búsqueda. Hank lo acompaña, para probarle que la supuesta isla no existe, pero, como se sabe aún sin haber visto la película, está equivocado.
El film narra a partir de aquí las peripecias para llegar al lugar, y luego, salir de allí. Es interesante que el guión no se base en la prototípica fórmula del “malo” que complica la aventura. En "Viaje 2", los obstáculos tienen que ver con la naturaleza misma de la isla, y esos son los efectos que, realmente, se disfrutan.
Otros tres personajes escoltan a los principales: Gabato, el gracioso piloto de helicóptero (Luis Guzmán), sobre quien recaen todos los gags algo escatológicos; su hija Kailani (Vanessa Hudgens, ex High School Musical), y el abuelo aventurero Alexander, interpretado por Michael Caine. Siempre es un placer verlo a Caine en pantalla, haga lo que haga. La película no amerita demasiado comentario extra: el guión está bien armado, hay humor – aunque no del mejor estilo, pero es tolerable-, las actuaciones son correctas, y no aportan grandes sorpresas: todo resulta funcional al despliegue de criaturas animadas y efectos especiales, que son la verdadera razón de ser de la película.
Al final, la sala (llena en sábado a las cinco de la tarde) aplaude con ganas, y algunos hasta silban en aprobación. Todos la pasaron bien, y eso era lo que vinieron a buscar al cine. Ojalá algún chico salga, además, con ganas de leer a Verne. •
Nota al pie: en una escena, Hank canta “What a wonderful world”. En la versión doblada dejan la canción con la voz en inglés, pero no traducen, ni siquiera con subtítulos, la letra modificada que él improvisa, y en la que critica, de forma simpática, al abuelo Alex.