Van Gogh: en la puerta de la eternidad

Crítica de Luciano Mezher - Visión del cine

Julian Schnabel, director de La escafandra y la mariposa, presenta su última obra Van Gogh en la puerta de la eternidad, un recorrido por la obra del pintor interpretado por Willem Dafoe.
Vincent Van Gogh se exilia al sur de Francia en Arles, para encontrar el lugar perfecto y plasmar su arte único en el lienzo. La naturaleza es su espacio y única compañera, ya que muchas veces es incomprendido por las personas del pueblo. Su hermano Theo trata de ayudarlo, pero Vincent se recluye aun más en sus trastornos y delirios.

El film también relata la amistad que tuvo con otro pintor de la época Paul Gauguin (Oscar Isaac).

Después de la asombrosa Loving Vincent, iba a ser muy difícil recrear nuevamente el espectáculo visual que imperaba en la vida y obra de Vincent Van Gogh. Pero Julian Schnabel logra volcar el estilo que ya lo hizo conocido en La escafandra y la mariposa.

Planos en primera persona con distorsiones de colores y enfoques, cortes abruptos y movimientos de cámara desenfrenados son sólo algunos recursos que el director utilizó para poder transmitir la sensación que tiene un pintor a la hora de realizar su trabajo.

Este tour de force está reforzado por la magnifica interpretación de Willem Dafoe. El actor pone su cuerpo y su voz en ambas posiciones de la cámara. Cuando vemos el mundo a través de sus ojos y sentimos esa voz interna que lo lleva a la creación de sus obras, pero también a apartarse de la sociedad. Y por otro lado, cuando nos pone desde el punto de vista de los demás que lo ven con desdén y rechazo.

La puesta en escena se construye desde varios lugares. Reforzando por momentos el fuera de campo (aunque estrecho) y por otros la naturaleza estática o en movimiento que influyó en la obra de Van Gogh.