Una novia de Shanghai

Crítica de Diego Batlle - La Nación

El extraño encargo del fantasma de Shanghai

El director argentino de Mono, Iraqi Short Films, En el futuro y Accidentes gloriosos se instaló en esa gigantesca ciudad que es Shanghai para filmar una comedia con elementos fantásticos. Más allá de la curiosidad -y de la épica de rodar allí con equipo chino, en mandarín y con presupuesto mínimo-, el resultado es muy simpático y por momentos incluso lírico y entrañable.

Johnny y Hugo (algo así como el Gordo y el Flaco en versión asiática) son dos auténticos antihéroes que sobreviven como pueden (a veces incluso con algún hurto callejero) y, si su vida ya era un pequeño caos cotidiano, las cosas se complican aún más cuando un fantasma les pide que lleven un ataúd robado de un cementerio hasta la otra punta de Shanghai para que dos personas que no pudieron estar juntas en vida permanezcan unidas en el más allá (la idea está inspirada en una popular tradición china).

Los torpes y patéticos protagonistas -por momentos acompañados por dos chicas- deberán sortear todo tipo de enredos y contratiempos, mientras Andrizzi nos regala como trasfondo un registro documental de la fascinante Shanghai, un festival de efectos digitales con estética entre surrealista y kitsch, una voz en off de tono ancestral y música compuesta por dos maestros como Daniel Melingo y Moreno Veloso. La mezcla de recursos y elementos tan disímiles es inevitablemente irregular, pero con muchos más momentos disfrutables que de los otros. Una proeza artística y de producción de este incansable realizador siempre dispuesto a la provocación y la experimentación.