Un traidor entre nosotros

Crítica de Luly Calbosa - A Sala Llena

Gloria y honor

¿Héroes y villanos? No necesariamente. Si bien esta premisa, clásica del género de espionaje, está presente en la trama, el último thriller de la directora Susanna White no tiene una visión partidaria ni política al respecto. Contrariamente, esta adaptación de la novela del autor británico John le Carré Un Traidor entre Nosotros busca desde el primer minuto definir y justificar el concepto de lealtad en un universo abierto a la subjetividad de interpretación frente a un hecho mafioso; como si intentara, en términos metafóricos, desenmascarar los dos lados de la moneda para lograr verla como un todo, como una unidad.

Así, Un Traidor entre Nosotros (Our Kind of Traitor, 2016) muestra las dos caras de la mafia y pone en relieve la moral que trasciende entre los agentes que integran el servicio secreto de inteligencia. Aborda la corrupción que radica en Rusia y el gobierno británico a partir de la historia de un integrante de la mafia rusa, Dilma (Stellan Skarsgård), que se convirtió en millonario tras la disolución de la URSS y le pide desesperadamente ayuda a un profesor universitario británico, Peregrine Makepiece (Ewan McGregor), por considerarlo un hombre de honor. Y aquí es llamativo cómo Dilma elije a su opuesto como hombre de “honor”. Nótese que Perry es un joven perteneciente a una clase social media, fiel a sus ideales. Valores que llevan a Dilma a confiarle sus secretos y pedirle que lo ayude en su misión: debe enviarle al servicio de inteligencia británico nombres de funcionarios y empresarios ingleses vinculados a la mafia. A cambio, le asegura que si lleva la información a destino, tendrán protección para ellos y sus familias.

El guión -o si se quiere, la obra literaria de Le Carré- entretanto, presenta otra arista para remarcar esa cualidad que lo convierte a Perry en hombre de “honor” pese a que involuntariamente se ve involucrado entre la mafia rusa y el MI6: la relación amor/odio que despierta en su mujer Gail (Naomie Harris). La joven pareja tiene la desgracia de conocer a Dilma en medio de sus vacaciones en una isla del Caribe, ya que es propietario del complejo donde se hospedaban. A partir de aquí la trama entra en un enredo del que no logra desapegarse hasta el desenlace. Cae en la famosa retórica de exhibir el “encanto y glam” del Caribe versus el “desencanto” que acarrea este desencuentro amoroso cuando Perry descuida a su pareja por pasar más tiempo junto a Dilma. Es así como, cual historia de diván, la narración comienza a perder el interés al mezclar dos aristas en paralelo e incorporar personajes secundarios que no aportan datos significativos.

Susanna White, pese a su excelente elección de elenco y de la novela que la que se basa, no logra develar qué es la lealtad, ni quién es quién, ni porqué suceden de determinada manera los hechos. La trama abusa de escenas con planos excesivamente oscuros y extensos, abriendo muchos frentes sin redondear una idea más que pensar la LEALTAD como sinónimo de HONOR.