Un rubio

Crítica de Adrián Monserrat - EscribiendoCine

Dulce intimidad

Marco Berger (Taekwondo, Mariposa, Hawaii) construye una historia de amor entre dos hombres que resulta ser tan apasionante como desgarradora.

Un solo gesto, una sola mirada, basta para descubrir que es lo que hay más allá de lo que se expone. Si bien la premisa indica que un hombre comienza a compartir su piso con otro hombre, Un rubio (2019), el nuevo film de Berger transcurre desde el corazón, dejando de lado cualquier ambición de construcción técnica.

Su relato es potente y arriesgado. Sus escenas son descarnadas. Estos hombres comienzan a jugar entre ellos y, lo que en su momento parecía un simple divertimento, la piel, el goce y el despoje de prejuicios comienzan a salir a la luz. Tan simple como efectivo, Un rubio es una historia necesaria en tiempos modernos.

Dando una simple lectura, parecería que los dos protagonistas se ubican en extremos opuestos. Juan (Alfonso Barón) es mujeriego y da indicios de su orgullo viril. El otro, Gabriel (Gastón Re), quién le da el título a la obra, es viudo y se muestra serio, tranquilo y reservado. La relación que nace entre ellos está conducida por un camino de fuego que invade la pantalla. Allí la química. Allí la voluntad para que se animen.

Honesta, arriesgada y sorprendente, Un rubio no es una película para todo tipo de personas. Para verla debés alejarte del convencionalismo y dejarte llevar por la pasión. Un solo gesto te hará comprender todo aquello que hay más allá de lo que reluce.