Un feriado particular

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

La tercera edad también quiere divertirse

En una semana que fue raro haber visto dos estrenos europeos (el otro fue "Le concert", de la que ya hablamos), nos llega desde Italia un film muy interesante (no por nada ganador del Festival de Venecia en 2008) que no pasa desapercibido en cartelera, ya que fue la sorpresa de la semana, llevando mucho público a sus salas, teniendo en cuenta la cantidad de pantallas que tuvo. Gianni Di Gregorio, el director, ha sido reconocido siempre por su trabajo como guionista (hemos visto aquí "Gomorra", que él escribió). Y a los 58 años le llegó la oportunidad de ser el responsable final de su propio proyecto, por primera vez. Junto a Simone Riccardini, escribieron y soñaron esta película y pudieron plasmarla en una interesante obra sobre la tercera edad en vacaciones (época donde todos les escapamos a los viejos).

Saben ustedes que la película se llama "Pranzo di ferragosto", alusión clara a la época donde todo el mundo se manda a mudar de sus trabajos y casas y se dispersan por la península y el resto de Europa a pasarla bien, aunque sean sólo 2 días. Un período de receso laboral donde las ciudades más importantes quedan desiertas y aquellos que pueden (que son muchos), salen a disfrutar del verano a pleno (agosto 15, les suena?). Un tema que se da en esta época entonces, es, ¿Qué pasa con los adultos mayores a los que su familia deja en la ciudad mientras ellos salen de vacaciones?. Si bien puede parecer un tema revestido de simpatía y que abre el juego a pensar situaciones divertidas, lo cierto es que encierra una pregunta fuerte, subliminal quizás para algunos (pero muy presente), que está relacionada con el destino de nuestros ancianos. Vivimos en una sociedad donde lo único que sirve es ser joven y los valores que nuestra sociedad de consumo trae atentan contra la protección de las personas de edad. Antropológicamente, sabemos, que las culturas primitivas veneraban el conocimiento de quienes más habían vivido y revestían a esos hombres y mujeres de cuidados especiales. Esto, aquí y ahora, ha cambiado. Los adultos mayores requieren atención, compañía y acompañamiento para seguir viviendo una vida feliz. El tema es si estamos dispuestos a hacernos ese espacio para ofercérselos. Este es el punto basal del relato.

Gianni (también protagonista!) es un hombre maduro con problemas económicos. Le gusta la vida cómoda,lo vemos levantando un vasito de vino siempre, tranquilo y tratando de escabullirse de sus acreedores...Vive con una madre despótica y su endeble panorama de ingresos lo lleva a recibir una oferta que no puede rechazar. Como su presente financiero es casi escandaloso, y la situación con el administrador de su consorcio es terminal, éste le ofrece condonar parte de la deuda si cuida a su madre y a su tía durante el "ferragosto" (dos días). Claro, que la cosa no queda ahí. Su amigo y médico de cabecera tiene que estar de guardia en el hospital, entonces le sumará al grupo a su madre, como pedido personal. Resultado, Gianni tendrá que lidiar con cuatro mujeres de personalidad fuerte y particular, tenerlas contentas y felices y deshacerse en estrategias para que la convivencia sea apacible hasta que el feriado termine.

Cine italiano, costumbrismo puro, familia, pasta, afecto, bromas, encuadres en espacios reducidos, sonrisas, emoción.

Eso es "Pranzo di ferragosto". Una crítica social (quizás), bien presentada y contada en forma de relato luminoso, donde no podemos sino amar a las cuatro viejitas que vemos en pantalla, con especial énfasis en la madre, jugada por Valeria Franciscis y la de Alfonso, Marina Cacciotti. Las mujeres en cuestión, junto a las protagonistas, no tenían experiencia como actrices profesionales. Todo un descubrimiento.

La atmósfera donde se desenvuelven está plagada de emoción y nosotros, descendientes de italianos, adoptamos la mirada sin titubear: forma parte de nuestra herencia. Por lo demás, el relato es corto (75 minutos), muy divertido y con diálogos imperdibles, la música suena un tono más del soportable (me recordaba a los ruidos de cantinas, en cierto momento) y todo esto redondea un film muy rico y gustoso para quienes les gusta lo italiano puro, innegablemente intenso, colorido y familiero. Muy buena elección para todo tipo de público.