Un don excepcional

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Acompañar o sacar provecho

"Un don excepcional" trata sobre un hombre que debe criar a su sobrina superdotada, quien tiene problemas para socializar. Sin recurrir a la lágrima fácil, el filme deja al espectador reflexionando y se destaca por la sutileza de su guión.

El título puede llamar a la confusión, y una síntesis de su argumento, profundizarla. Porque si bien podría reducirse “Un don excepcional” a la historia de un hombre que debe criar a una pequeña superdotada, y remitirnos a un melodrama de superación, el filme ahonda en terrenos más complejos para evitar la lágrima fácil, dejándonos un gran estreno para reflexionar y disfrutar sin culpa.

Mary Adler (Mackenna Grace) es una niña prodigio que, al comienzo del metraje, debe ir al colegio obligada por su tío Frank (Chris Evans), pues así se lo prometió a su hermana, la madre de la pequeña. A Mary le cuesta socializar con niños de su edad y se aburre en el aula, pues obviamente su inteligencia está mucho más allá de lo que pueda enseñarle cualquier maestra de grado.

Cuando las autoridades de la escuela noten el don de Mary, intentarán convencer a Frank de que la ingrese a un instituto especial y cuando el hombre se niegue, entrará en juego la abuela Evelyn (Lindsay Duncan), quien, a pesar de haber estado ausente toda su vida, verá en su nieta una oportunidad de continuar el trabajo de su hija, una de las matemáticas más brillantes de los últimos años.

Así comienza el esquema de la disputa por la tenencia de la niña, en donde se hablará sin tapujos de qué es lo que quiere cada uno, el bienestar de Mary o el aprovechamiento de su mente.

Mensaje subyacente

Si bien no explota del todo los recursos que podría elevarla aún más, la propuesta de “Un don excepcional” se separa del promedio por la sutileza de sus diálogos, y el desarrollo contradictorio de los personajes, equilibrio que expone pero no juzga, y nos mantiene a línea sin dar un veredicto antes de tiempo sobre lo que vemos en pantalla.

Otro de los aciertos es no dejar que Mary consuma toda la energía de pantalla, algo difícil de lograr cuando se trabaja con niños protagonistas, y en este caso en particular, por ser una infante que sobresale por su inteligencia.

En parte, lo logra por hacer que el entorno familiar sea parte esencial del núcleo de la historia, y allí encontrarnos con pasados explicativos sobre consecuencias que ocurren en el presente, y demonios que sorpresivamente aparecen, casi impensado para un largometraje de estas características.

Sin necesidad de enviar un mensaje, lo que queda dando vueltas es la exposición de un hecho que se ha hecho costumbre: la crianza de los niños ¿se acota a prepararlos para el mundo y aprovechar sus virtudes?