Un don excepcional

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

La nueva película del realizador Marc Webb (conocido por esa agridulce historia de no-amor que fue 500 days of Summer) tiene como protagonista principal a una niña de seis años.
Vive con su tío Frank (Chris Evans) en una pequeña pero acogedora casa y llega el momento en que tiene que ir a la escuela, empezar la primaria, relacionarse por vez primera con chicos de su edad para no jugar sólo con su padre, su vecina, o su gato tuerto.
Mary, la niña en cuestión interpretada por Mckenna Grace, sin embargo no es una niña normal. Tiene una capacidad intelectual superior incluso a la de cualquier adulto promedio y logra realizar cálculos matemáticos imposibles para cualquier persona sin la ayuda de una calculadora.
No obstante, su tío insiste en llevarla a un colegio como a cualquier chico.
Allí se aburre y su maestra (Jenny Slate) pronto descubre que es especial, e intenta acercarse a Frank para hacer algo al respecto. Seguro de su decisión, hasta que la aparición de la abuela amenaza con llevar su custodia a juicio para finalmente quedarse con ella (y quedarse con ella implica asistir a lugares donde pueda desarrollar y explotar este don que tiene).
Algo que decir de “Un don excepcional” es que más allá de lo singular que resulta su protagonista principal, la historia fue contada muchas veces.
Pero también es cierto que la frescura y el corazón que se le pone a la película deriva en un resultado mucho más auténtico y amable que tantas otras que han abordado similares tópicos. Sin ser original ni tomar riesgos no deja de ser una película correcta.
La niña Mckenna Grace es sin duda el alma de la película. Así de chiquita como se la ve es súper expresiva y capaz de generar todo un abanico de emociones.
Está perfecta en ese personaje de niña que en algunas cosas es inocente pero en tantas otras se comporta como un adulto incluso más maduro que aquellos que la rodean. Octavia Spencer, Jenny Slate y Lindsay Duncan son las mujeres adultas que también forman parte de este relato.
Una como la vecina y amiga incondicional, casi una segunda madre para Mary; Jenny Slate como la maestra que se irá acercando cada vez más a este hombre que nunca quiso menos que lo mejor para su sobrina que también es como una hija para él...
Y la última como esa abuela que se muestra algo fría y estricta pero que a la larga, además de convivir con un dolor profundo, también opta por el que ella considera que será el mejor futuro para Mary, quizás el que su hija no pudo alcanzar.
Simpática, amable, divertida y conmovedora sin llegar a lo lacrimógeno, “Un don excepcional” es una película pequeña y sin muchas más pretensiones que demostrar que una niña, por más intelecto que tengo, no deja de ser una niña, pero que no por eso se la debería limitar.