Un don excepcional

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Un don excepcional: sensible retrato de un prodigio

Los niños prodigio han entusiasmado desde siempre a guionistas y productores de Hollywood. Es que ver en pantalla a esos pequeños genios (con todo lo sorprendente y admirable, pero también con su contracara y efectos nocivos) genera una extraña sensación de fascinación y morbo. En una línea similar a la que recorrió, por ejemplo, Mentes que brillan, de Jodie Foster, transita este nuevo film del director de 500 días con ella.

De regreso al cine de bajo presupuesto, Marc Webb construye una historia que trasciende ciertos esquematismos y pendula entre la comedia ligera y el drama lacrimógeno con destreza y sensibilidad. Mary Adler (McKenna Grace) es una niña de seis años que, siendo apenas una beba, sufrió el suicidio de su madre, una genia en matemáticas. Desde entonces ella vive con su tío Frank (Chris "Capitán América" Evans), quien se dedica a reparar barcos en Florida y la ha criado fuera del ámbito escolar. Cuando finalmente decide que ingrese al colegio, aparece en escena la manipuladora abuela de la protagonista (Lindsay Duncan), que pretende que siga los pasos de su madre.

A partir de ese planteo inicial, el film se concentrará en una batalla legal por la custodia de la niña y en los padecimientos de la menor. La relación entre la encantadora chica y su tío es lo mejor de una película que se sigue con interés, aunque por momentos resuelva los múltiples conflictos con la misma velocidad con que Mary descifra las ecuaciones más complejas.