Último viaje a Las Vegas

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hasta hace poco tiempo tuve un jefe de esos que por algún motivo de su proceso de maduración evitan asumir la edad que tienen. Vestido como un adolescente siempre intentaba mostrarse “cool” a pesar que sus años y real apariencia decían otra cosa. Esto es porque como dice el viejo refrán “el hábito no hace al monje”, o algo por el estilo.
En “Last Vegas” (excelente juego de palabras) ó “Último viaje a Las Vegas”(USA, 2013), tal como se la conocerá por acá, Jon Turteltaub habla de este tipo de anciano, conocido como “pendeviejo” y lo cristaliza en Billy, personaje interpretado por Michael Douglas, un millonario que decide casarse con una joven que tiene 31 años, a pesar que la doble en edad.
Y si hace años se mostraba a la “tercera edad” en la pantalla grande como seres estáticos, en las últimas y sin ningún proyecto o deseo por cumplir, a menos, claro está, que viniera algún extraterrestre (“Cocoon”, “Milagro en la Calle 8”) o que el racconto de alguna historia los tenga como protagonista (“Tomates Verdes Fritos”), en esta mezcla de “¿Qué pasó ayer?” y filmes corales que intentan dar un mensaje sobre la importancia de la amistad, esas viejas fórmulas son descartadas.
Al notificar Billy a sus amigos de toda la vida Archie (Morgan Freeman) y Sam (Kevin Kline) de la noticia, deciden hacerse una escapada a Las Vegas para realizarle la despedida de soltero. Al grupo se unirá con mucha reticencia Paddy (Robert De Niro), quien enfrentado con Billy, tratará de arruinar el esperado y descontrolado adiós a la soltería de su compañero.
Cada uno de los personajes es dotado de determinadas características que los hacen bien diferenciables entre sí y que además conformarán la dinámica de acción a lo largo de la duración del filme. Así Billy (Douglas) será el “canchero”, el que todo puede conseguir a base de su dinero, Archie (Freeman), el racional, el cerebro del equipo, Sam (Kline), el “humorista” o bufón (que tendrá la función de desestructurar los momentos dramáticos) y Paddy (De Niro), el ermitaño y gruñón.
Y si en algún momento del pasado, como se revelarán en un momento del filme, Billy y Paddy estuvieron enfrentados por un amor, en este viaje a Las Vegas ambos serán deslumbrados por una cantante (Mary Steenburgen) de un bar de mala muerte que hará tambalear algunas decisiones tomadas.
“No rendirse”, “Avanzar a pesar del cuerpo”, son algunas de las máximas que se van pronunciando para construir el eje narrativo de la película, que deambula entre la comedia más descontrolada (fiestas, juegos) y situaciones divertidas apoyadas en la edad de los protagonistas (viagra, hemorroides, etc.).
Hay dos mundos que se construyen, por un lado el mundo de los ancianos, con remedios, estudios médicos, batas y mucha tranquilidad, y por otro lado el mundo de la juventud (al que constantemente “educan”), de las personas que están “vivas” y que trabajan y desean todo el tiempo. Billy (Douglas), está ubicado en el medio de los dos.
Con impecables actuaciones (aunque De Niro destaca por encima del resto) protagónicas, y la participación de un elenco secundario de lujo (Rogert Bart, Jerry Ferrara, Romany Malco, Joanna Gleason) y una correcta dirección de Turteltaub (“Mientras Dormías”, “Fenómeno”, “En busca del tesoro perdido”) esta divertida y entrañable historia de amor, de amistad, de superación y de crítica al progreso (los ancianos no entienden la tecnología) es una buena opción para disfrutar en el cine.