Triángulo

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Esta película la vi en el cierre del BAFICI 2009, y mis opiniones las saqué de las primeras impresiones que tuve en ese momento y plasmé en un blog de mi autoría.

Petzold viene de la llamada “nueva escuela de cine de Berlín”, de la que salieron directores interesantes como Faith Akin, que me gusta mas no me fascina, y otros, que personalmente no me atraen tanto como Maren Ade (Entre Nosotros).

Petzold se inscribe en la estética depresiva y ominosa de esta última. Ya había visto en el BAFICI 2006 la película Ghosts de Petzold, que tampoco me había atraído demasiado. Un drama adolescente demasiado solemne y pretencioso.

Irónicamente, no sabía que Triángulo era del mismo autor. Y el resultado fue decepcionante también.

Mientras que algunos críticos se regodean hablando maravillas de este tipo de cine naturalista, pretencioso y mentiroso en cuanto a sus resultados, a mi me sigue siendo esquivo. Sus historias y tratamientos no me llegan. Me resultan forzadas tanto las resoluciones narrativas como las interpretaciones. La sequedad de sus personajes no me resulta atractiva en el contexto que construyen alrededor.

Cada crítico o espectador tendrá su mirada, obviamente. Pero yo no veo aquello que otros adulan con tanto entusiasmo.

Triángulo. A un hombre le fallece la madre. Viene del ejercito y no le dejo plata. Solo tiene unos euros ahorrados para pagar un deuda a la mafia.

Le salva la vida a un distribuidor de comidas turco (con un restaurante similar al del protagonista de Soul Kitchen de Akin) y este lo toma como conductor, aprendiz y hasta como el hijo que nunca tuvo. El problema es que se siente muy atraído por la joven y sensual esposa del comerciante. La atracción es reciproca, y ella le pide un pequeño favor: matar al marido en un "accidente" y ambos vivir felices con su negocio. ¿Suena conocido?.

Si, bueno. Lo hizo Rafelson con Nicholson, Visconti, y por supuesto Lana Turner: El Cartero llama Dos Veces, basado en la novela de James Cain. Estructuralmente no presenta ninguna novedad, solo que Petzold hace más hincapié en el drama y el dilema moral del protagonista, que en el clima denso, la tensión y el erotismo de las versiones anteriores.

Atrás quedó toda referencia al cine negro, la decadencia de personajes miserables, el contexto socio económico. En esta versión, la cámara es transparente, la estética esta puesta en función de la historia, no hay demasiadas sorpresas y el repentino final facilista, termina por embarrar una película que no empezó mal, que proponía un clima interesante, una lectura diferente, pero que termina en el convencionalismo puro. Las actuaciones no ayudan, tampoco la música. Muy floja.

Creo que mis impresiones no son tan erráticas con el paso del tiempo. No me gusta atarme al gusto de los otros ni a tendencias pendencieras de “nuevas escuelas”. Y así como aseguro que nunca fui un defensor acérrimo de la nuevas escuela de cine nacional, tampoco me ato a esta nueva tendencia del cine bárbaro.

La escuela clásica siempre es más eficiente y emocionante. Que los nuevos críticos duerman con Petzold y Nina Hoss. Yo prefiero seguir soñando con Lana Turner y Luchino Visconti.