The Square

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

La gente camina apurada, enfundada en sus trajes elegantes, con sus celulares, sin prestar atención más que a sí mismos. Algunos mendigos solicitan una ayuda, o algún voluntario de alguna organización, pero son ignorados por los transeúntes. Una mañana cualquiera, una chica aparece a los gritos escapando de alguien que la quiere matar.
Christian (Claes Bang) es como todos, prefiere seguir de largo, pero se ve prácticamente obligado a ayudar intentando frenar al frenético hombre que la persigue. La situación es confusa, y muy breve. Se soluciona rápidamente y Christian se siente muy raro pero algo emocionado por haber sido parte de aquello.
Hasta que se da cuenta de que las cosas no eran exactamente como las había experimentado y en ese arrebato le roban el celular, la billetera y hasta unos gemelos que le habían pertenecido a su abuelo.
Este es uno de los inicios que tiene "The Square", poniendo en foco el conflicto principal y también a su protagonista, un curador de un importante museo en Suecia a punto de inaugurar una instalación llamada como la película creada por una artista argentina. Un cuadrado en el suelo que por supuesto va a ser el reflejo de otros límites.
La nueva película de Ruben Östlund, quien se hizo conocido por su sólida película anterior "Force Majeure", abre muchas aristas sobre el mundo de la alta sociedad, los artistas pseudo intelectuales, la solidaridad, los prejuicios e incluso hasta dónde pueden llegar algunas estrategias publicitarias con tal de lograr la atención buscada.
La película deambula entonces entre el Christian que para conseguir lo robado apela a acciones absurdas y dudosas, y su trabajo en el museo, trabajando especialmente en la próxima presentación de la atracción “The Square”.
En el medio su vida personal, íntima y social, con otros personajes (destacándose una periodista interpretada por la siempre brillante Elisabeth Moss) y situaciones, algunos pareciendo en un primer momento algo aleatorios, para después comprobar que en realidad todo está medidamente calculado. Como en la que los invitados a una presentación se abalanzan sobre la comida sin importarles el chef que la está presentando, o la charla de un artista con el público siendo interrumpida constantemente por un miembro que padece el síndrome de Tourette.
Todo esto le sirve a Östlund para retratar este mundo banal y superficial, lleno de hipocresías y contradicciones, y lo hace a través de escenas tan divertidas como incómodas, llegando en la segunda mitad de una película de dos horas y media, a una de las secuencias más impactantes (aquella a la que hace referencia el póster).
Como en "Force Majeure" y ya con un presupuesto mayor, la cinematografía del film nos regala algunos planos hermosos y muy cuidados.
El cuadrado se hace presente en el film mucho más que lo que uno ve a simple vista. Tanto en forma como en cuanto a la representación de sus límites. Entretenida e impactante, tan divertida como perturbadora, provocativa y quizás algo excesiva, la ganadora de la Palma de Oro en el último festival de Cannes es una gran película llena de ideas que nos plantea y replantea cuestiones todo el tiempo.
¿Se le puede poner un límite a la libertad de expresión? ¿Podemos confiar en las personas que nos rodean? ¿Llevamos a la práctica todo lo que predicamos? La película como un reflejo en el que no nos va a gustar demasiado mirarnos.