Tan cerca como pueda

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Cotidianidad mínima

Crespo, pequeña ciudad de Entre Ríos, ya ha dado al cine argentino-más específicamente al nuevo- tres directores. El más prolífico de ellos es Iván Fund, con cinco películas realizadas (una de ellas, Los labios, codirigida con Santiago Loza y premiada en Cannes). Los otros dos son Maximiliano Schonfeld (Germania) y Eduardo Crespo. Cada uno de ellos, además, trabaja en otras funciones en las películas de los dos restantes. Al nombre de Fund se lo puede leer por duplicado en esta ficha técnica, y Schonfeld fue el jefe de producción.

Si hay una característica en común entre los tres directores es su capacidad para retratar con precisión y cercanía la vida cotidiana para que los actores, en general no profesionales, sean exactos y notablemente creíbles. Esto se cumple en Tan cerca como pueda, que trata de un hombre que regresa a su pueblo y que tiene problemas económicos a pesar de su trabajo (parece ser contratista o maestro mayor de obra, no se aclara). Es un hombre no del todo apagado aunque sí erosionado, al que su ex mujer le reclama la plata mensual para sus hijas. Mientras tanto, se prepara para ser el padrino de su sobrino menor. En su departamento se instala otro sobrino, Giovanni, un joven que suele estar rodeado de amigos con los que trabaja, juega al truco, toma cerveza o ayuda a teñirse. Ni Giovanni ni su tío Daniel parecen tener un propósito muy firme o algún gran proyecto. Los días van pasando con intereses y situaciones módicas, ordinarias, poco relevantes.

Tan cerca como pueda puede expulsar en pocos minutos a todo espectador que espere un cine de narrativa fuerte, de grandes sucesos, de situaciones inmediatamente atractivas. Aquí como pico dramático hay algún intento de seducción, pero lo que abundan son momentos de camaradería, conversaciones pequeñas, perros y chicos que suelen dar bien en cámara, trayectos y problemas cotidianos. Y hay también cierta mirada entre amable y resignada acerca del paso del tiempo, resumida visualmente en un plano por el final y en los nuevos anteojos del protagonista.

De entre los cineastas oriundos de Crespo, el que lleva el nombre de la ciudad como apellido es quien ha optado por -al menos con esta película- una narrativa más débil, más tenue, e incluso por momentos perderse en detalles que tal vez agreguen cotidianidad, pero que estiran y aplanan el relato, como por ejemplo la birome que no anda o el mensaje del contestador puesto dos veces.

Tan cerca como pueda y su director disponen de todas las herramientas actorales y de puesta en escena para poder desarrollar una historia más fuerte, pero es evidente que han decidido quedarse en un relato mínimo (o en un amable sopor) que se enciende brevemente -como también suele suceder en el más sustancioso cine de Fund- en los momentos de fiesta y de música.