Talentos ocultos

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Mujeres de carrera espacial.

Talentos ocultos es una de esas películas que se ganan al espectador desde la primera escena. No hay matices en la película, todo es ir para adelante y desearle a las tres protagonistas una victoria contundente y definitiva. Una película eufórica, para la alegría de los espectadores que acepten jugar el juego y un poquito de enojo para quienes la sospechen demagógica. Yo acepté el juego y la disfruté muchísimo, incluso el tráiler trasmitía esa alegría. La acción que cuenta la película comienza en Estados Unidos en 1961, durante la carrera espacial. La Unión Soviética estaba ganando la competencia con expediciones exitosas y Estados Unidos parecía que no llegaría a ponerse a la par jamás. En la sede de la NASA, en el estado racista de Virginia, necesitaban verificar la seguridad de las misiones a través de cálculos matemáticos y el equipo no estaba logrando el resultado deseado. El equipo principal, todos ingenieros hombres y blancos, necesita ayuda para salir del estancamiento. Lo que la película cuenta es la historia de tres mujeres negras que a través de su destacado trabajo lograron vencer prejuicios y ayudar a Estados Unidos a ganar finalmente la carrera espacial.

Frente a las muchas discusiones sobre racismo que hay en la industria de Hollywood y las acusaciones que pesan sobre los premios Oscar, Talentos ocultos parece ser la película exacta para cumplir con la corrección política pero si caer en discursos pesados o acusatorios. La película es, como casi todos sus personajes, adorable. Es divertida, graciosa, tiene un gran ritmo y consigue su objetivo ideológico de punta a punta. El racismo y el machismo de aquella época hoy se ve como algo tan absurdo que no hay riesgo alguno en atacarlo y pasarle por encima. No hay polémicas en la película, todos estamos del mismo lado. Sí hay conflictos, angustia, pero que transcurra en el pasado ayuda a sentirse menos preocupado. Claro que funciona como una denuncia de la actualidad, pero jamás es agresiva y, tal vez por eso, muchísimo más efectiva.

Es imposible no querer a las tres protagonistas, es complicado no lagrimear frente a los grandes momentos de la película, está fuera de discusión que cuando aparece Kevin Costner todos sabemos que es para hacer el bien y nada más que el bien. Esta no es la clase de películas que suele recibir premios porque el público es su gran objetivo. Pero si la coyuntura política le da nominaciones a Talentos ocultos y no a otros bodrios bajadores de línea de años anteriores, bienvenidos sean los premios. Gane o pierda, el objetivo político y cinematográfico lo logró con creces. Y sí, está basada en una historia real, lo que nos advierte con tiempo que debemos reservar nuestros pañuelos para el momento en el cual aparezcan los títulos del final con fotos y todo lo que uno imagina.