Suspiria

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

Luca Guadagnino no es ningún nombre nuevo dentro de la cinematografía italiana. Estableciendo un estilo muy estético, cuidado y con varias estrellas, el realizador de “El amante” y “Cegados por el sol”, alcanzó su máximo punto de popularidad en el 2017 cuando lanzó su aclamada (y brillante),
“Llámame por tu nombre”. Nominada a un puñado de premios Oscar (incluyendo mejor película, actor y guión adaptado), este film le hizo ganar un enorme prestigio que bien lo podría haber puesto en una zona de confort dentro de la industria estadounidense. Sin embargo, no fue así, 
Guadagnino, lejos de acostarse entre laureles se anotó a un desafío enorme, hacer el remake de una de las cintas más extraordinarias de la historia del cine de terror: “Suspiria” (1977), de Dario Argento.

Como no podía ser de otra manera, Guadagnino reunió a un elenco famoso repleto de caras conocidas como Dakota Johnson, su actriz fetiche, Tilda Swinton, Chloe Grace Moretz, y hasta la mismísima Jessica Harper, la protagonista del film original.

Esta “Suspiria” modelo 2018, se sitúa en Berlín, en el año 1977. Allí, una joven estadounidense llamada Susie, viaja para tomar clases de danza en una de las escuelas más prestigiosas del mundo. El mismo día que ingresa, una de las alumnas escapa del estudio y es asesinada. Pero la desconfianza
de Susie aumenta cuando una de sus compañeras le confiesa que la estudiante que escapó le había dicho que existe un aquelarre de brujas dentro del estudio de danza.

Si bien la película tenía todos los boletos para ser un absoluto chasco, Luca Guadagnino ha salido muy airoso filmando una versión totalmente personal y alejada de la visión de Dario Argento: tiene coherencia lo que hizo, se despegó de la sombra de la original, tomó los conceptos de la danza y las brujas, pero los colocó en un contexto socio-político totalmente distinto.

Puede que los fanáticos de la obra de Argento se sientan defraudados, y también es lógico que esta sea una de esas películas que divide las aguas. Luca Guadagnino con su indudable talento realizó un film muy personal, con pasajes de terror, drama, fantasía, y muchas capas de lectura.

Mientras que la cinta de Dario Argento dura 100 minutos, esta dura 152. La obra original tenía un despliegue de luces de neón y unos diseños arquitectonicos de cuento de hadas, mientras que esta versión se ata mucho más al realismo. La historia se desarrolla dentro de una Berlín divida por el muro, con revueltas sociales, terrorismo, y una cierta culpa del pasado nazi.
Hay muchas ideas dando vuelta: el instinto de maternidad, el nazismo, el muro de Berlín, los movimientos feministas, una historia de amor destruida por el pasado alemán, las brujas, el poder de la danza. Da la sensación de que es demasiado, y que todo queda enfrascado un poco a la fuerza,
pero las intenciones son válidas.

Dividida como si fuera una novela, entre capítulos, prólogo y epílogo, Luca Guadagnino construye una película espesa, que avanza con lentitud y que se apodera del espectador con la fuerza de la puesta en escena, unas coreografías de baile hipnóticas y un maquillaje excepcional (impresionante representación de Tilda Swinton en su papel de anciano).

Eso sí, las dos horas y media son exageradas. Con un montaje más compacto el film se podría sostener con mayor consistencia. Hay varios baches en el guión, y a veces tiende a una cierta desconexión entre una escena y la otra.
La distancia y la frialdad que establece el film a lo largo de su estructura se quiebra con un clímax final de 15 minutos realmente notables donde aparecen las luces de neón de Argento y se luce más que nunca el trabajo de maquillaje. El acompañamiento musical lo ofrece Thom Yorke con su
fascinante Suspirium.

Interesante remake que revolotea con muy buenas ideas y que, como acierto, se despega del film original para construir su propio universo. Luca Guadagnino y otra muestra de talento visual y narrativo