Star Trek: sin límites

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

Para algunos fans incondicionales de Star Trek la película de 2013 (En la oscuridad, JJ Abrams) fue la peor película de la histórica saga que ya llega a 13 films. El exceso de ambición le jugó en contra. Por el contrario la única ambición de Sin Límites (Lin, 2016) es entretener y vaya si lo hace.

En los primeros momentos del film hay una frase de James T. Kirk (Chris Pine) sobre la monotonía de la vida abordo del Enterprise que el llama “episódica” y en realidad la película se siente como un gran episodio de la serie clásica pero con niveles de producción astronómicos. Todos los tropos de aquella estructura están presentes: la tripulación choca en un misterioso planeta, enojan a alguien y Kirk se agarra a las piñas con un alien.

Por supuesto que en la película hay mucho más que eso. La trama los lleva a un naufragio en una nébula que los conduce a un enfrentamiento con un enjambre de naves que parecen insectos tecnológicos (primer acierto, que rompe con algunas batallas en el espacio que ya vimos demasiadas veces), la batalla deja a la tripulación abandonada y dispersa en un mundo rocoso y peligroso.

En esta ocasión es Kirk y Scotty (Simon Pegg) los que hacen la mayor parte del trabajo heróico (Pegg como co-guionista ha reforzado notablemente su propio rol) mientras que Spock (Zachary Quinto) se mantiene adecuadamente cerebral, envuelto en el temor por el futuro de su carrera y el dolor por la muerte del Embajador Spock, obvio y merecido homenaje a gran Leonard Nimoy.

Pero el estado de ánimo predominante no es el de luto, la película es vertiginosa y jubilosa, desde la tripulación original no hemos sentido tan viva la aventura y la camaradería, dos pilares esenciales de la serie. En este sentido el pulso “Fast & Furious” que Justin Lin le imprime es el ideal para una película de acción de 2016.

El villano Krall que compone Idris Elba es correcto pero en el fondo es sólo otro guerrero musculoso con un resentimiento irracional, lo bueno es que el personaje le permite a los guionistas hacer un comentario político de relevancia actual, la creación de conflictos que justifiquen guerras. Sin Límites es divertida durante todo el metraje, llena de chistes que funcionan, diversidad racial, persecuciones y efectos verdaderamente alucinantes. En un verano norteamericano de películas-tanques que dispararon balas de salva, Sin Límites sale triunfante.