Spider-Man: Un Nuevo Universo

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1962, "El Hombre Araña", a pesar de ser un personaje prácticamente nuevo en la factoría Marvel, tiene seguidores que parecen conocerlo desde siempre por las incontables plataformas que narraron sus aventuras.

Pocos pudieron imaginar, sin embargo, que el que luego sería un superhéroe se trasmutaría, como en este filme, en un chico moreno, que con el nombre de Miles Morales (Shameik Moore) sería atacado por la famosa araña radiactiva. Aparecería en su mundo un tío Aaron, que lo alienta en la creación de grafitis, un padre sobreprotector y el veterano Spider Man, un tal Peter Parker, malhumorado integrante de un mundo paralelo gestado por el villano Kingpin.

La telaraña donde juega el jovencito que conocimos alguna vez es ahora un nuevo universo quimérico e insólito. En ella, Peter Parker hará de instructor para intentar volver a su mundo real, y aparecerán otros "raptados de la realidad" como Gwen Stacey (Hailee Steinfeld) o Peny Parker (Kimiko Glenn) en su versión animé.

Así, como en un gigantesco videojuego que conjuga virtualidad y la esencia de la historieta, "Spider man. Un nuevo Universo" integra distintas técnicas de animación, variedad de encuadres y códigos que caracterizan el cómic, como los globos de los diálogos, los sonidos no verbales que expresan ruidos y los tonos acaramelados.

El filme de Rothman, Ramsey y Persichetti amalgama al monocromático Spider Man Noir de Nicolas Cage y la famosa tía de Peter, mentora de Miles, que atesora la voz de la recordada Lily Tomlin ("Nashville", "Grace y Frankie").

Como "Isla de perros", el animado de Wes Anderson, "Spider man. Un nuevo Universo" muestra una creatividad que destaca la puesta en escena y los bienvenidos destellos de humor.