Sin nada que perder

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

Sin nada que perder es una muy grata sorpresa y un gran hallazgo. Porque pese a su nominación al Oscar había algo que no me terminaba de cerrar antes de verla.
Cuando me di cuenta que estaba contemplando un western y que encima este era muy bueno a pesar de estar situado en el presente me entregué por completo.
Una vez que entré en ese mundo quedé totalmente atrapado porque la atmósfera que genera es increíble.
Algo similar a lo ocurrido con Sin lugar para los débiles (2007) pero aquí me atraparon más los personajes que en la gran cinta de los Coen porque los sentí más reales.
El director David Mackenzie desarrolló todo muy bien a través de una narrativa sólida in crescendo ni bien avanza la historia -con la música en un rol fundamental- para que el espectador descubra las diferentes capas de los hermanos Howard.
Así es como re significamos a Chris Pine, quien lejos de ser un carilindo o Capitán Kirk le muestra al mundo sus verdaderas dotes actorales.
Lo mismo sucede con Ben Foster en un rol que debería cambiar el curso de su carrera.
Bien merecida está la nominación para Jeff Bridges, pero el hombre la tiene muy clara en cómo interpretar a estos cowboys rudos, abatidos y justicieros.
Buen drama al presentar una realidad social, mucho dinamismo en los diálogos y acción e incluso alguna risa por un chiste bien puesto hace que Sin nada que perder sea una de las joyas de esta temporada de premios aunque no trascienda en el tiempo luego de su estreno.