Sin nada que perder

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Sin nada que perder: persecución y delirio en Texas

Nadie daba nada demasiado por este film de género antes de su selección para el Festival de Cannes en mayo. Casi nueve meses después, esta modesta producción de 12 millones de dólares de costo no sólo se convirtió en un pequeño éxito comercial, sino que consiguió cuatro nominaciones a los Oscar, incluida una a mejor película.

Este largometraje del escocés David Mackenzie narra las desventuras de los hermanos Tanner y Toby Howard (Ben Foster y Chris Pine), quienes cometen una seguidilla de fugaces asaltos a distintos bancos de Texas con la idea de juntar la plata suficiente como para reivindicarse ante una familia en crisis y tocada por la tragedia. Entre el thriller, la road-movie, la comedia negra, la buddy-movie, el melodrama y el western contemporáneo, este film cuenta además con el gran Jeff Bridges en el papel de un policía a punto de retirarse (un personaje tan decadente como querible que le sienta muy bien) que sigue a los ladrones con un compañero de origen comanche (Gil Birmingham). Este paseo por los géneros fundacionales del cine clásico norteamericano tiene un desparpajo y un delirio que lo convierten en un muy atractivo exponente clase B en la línea de varios films de los hermanos Coen (sin el regusto irónico ni el cinismo), de esos que ya no abundan en el cine contemporáneo. Por si fuera poco, la música original es de Nick Cave y Warren Ellis, y el soundtrack contiene temas de Townes Van Zandt, Chris Stapleton, Colter Wall, Scott H. Biram y otros. Imperdible.