Rocketman

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Rocketman, una exitosa fusión de sinceridad y fantasía.

Un largo pasillo. Dos puertas al final del mismo. Se abren. Entra un hombre con un vestuario naranja, dos alas enormes acopladas a los hombros, cuernos de utilería sobre su cabeza. Una figura extravagante. Este hombre se está acercando a otro set de puertas. Se empiezan a escuchar progresivamente los gritos del público. Pero cuando este hombre, que vemos es Taron Egerton interpretando a Elton John, se dispone a abrirlas encontramos…

…que no es un estadio, sino el cuarto de una clínica de rehabilitación. Hay personas sentadas en un círculo al que Elton se incorpora. La excentricidad de su figura naranja destaca entre los deprimentes blancos, negros, pálidos azules y verdes de la escena.

Él admite todas sus adicciones: alcohol, drogas, sexo y comienza a cantar su historia… a su yo que es todavía un niño.

Dos minutos (puede ser más, puede ser menos) es todo lo que necesitan el guionista Lee Hall y el director Dexter Fletcher para introducir género, tono, tema, conflicto y, lo más importante, personaje. Aunque el término introducir es apenas un formalismo para definir cómo Rocketman nos va a sumergir en la vertiginosa historia de Elton John.

Elton Hércules John

En un reciente artículo del diario inglés The Guardian, el célebre cantante comentaba que el estudio Paramount le pidió reducir un poco las drogas y el sexo de su biopic. La respuesta del cantante fue contundente: “Yo no viví una vida PG-13”. El tono de esa respuesta, honesta, directa, valerosa incluso como todas sus canciones, es la que permea constantemente el tono de la película.

Rocketman no se guarda nada. Lo bueno, lo malo y lo feo están aquí. Dicen presente. La adicción a las drogas, la homosexualidad, el ego, la soledad, la inseguridad, el maltrato, el abandono. La historia de un hombre que aunque incuestionablemente tuvo a la música como el eje de su vida profesional, fue también el instrumento de su búsqueda para, según las hirientes palabras de su madre, “ser amado apropiadamente”.

Las canciones de John están en el centro de todo: en números musicales complejos tanto desde lo coreográfico como desde la puesta de cámara, todos extravagantes como la trayectoria del cantante, pero nunca olvidando cuál es el verdadero corazón de la película. Por un lado, la reconciliación de la realidad de un adulto con aquellos deseos del niño que fue; y que la amistad, esa familia que uno elige, tiene lazos que pueden ser más profundos que el de cualquier familia biológica, una familia biológica que no queda muy bien parada en el film por sus actitudes, pero que tampoco es demonizada desde una lente resentida.

Rocketman también es una película sobre la madurez, y esta, no pocas veces, significa saber perdonar a nuestros padres.

Taron Egerton se devora la película en su interpretación del cantante. El actor pone todo el cuerpo desde el primero hasta el último minuto, pero es en los primeros planos donde vemos la ira, la frustración, la euforia, la oscuridad, la felicidad, las lágrimas. Donde descubrimos que Egerton tiene todo, pero todo, para hacer de esta una labor consagratoria. Un amplio abanico de emociones que consigue destacar incluso en su labor cantada.