Rocketman

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

No es una película más luego de biográficos musicales como "Bohemian Rhapsody", que evoca al cantante británico Freddie Mercury y al grupo Queen, o "Vox Lux" que recuerda el ascenso a la fama de una estrella de rock ficticia (Natalie Portman). Seguro que formará parte de las aspirantes a varias estatuillas en la carrera de los Oscar del próximo año.
"Rocketman", esta efervescente biografía musical sobre Elton John y sus cincuenta años de trayectoria, retoma lo que ya parece ser un clásico, el triunfo del talento sobre la adversidad. Más allá de su merecido reconocimiento musical, el tímido estudiante de la Real Academia de Música británica, nacido en una ciudad del noroeste de Londres, logra superar a una familia problemática renaciendo una y otra vez con sus estruendosos anteojos en forma de corazón.
"Rocketman" muestra a un Elton John nacido británico como Reginald Kenneth Dwight, criado en un hogar de la clase popular por padres difíciles, en una época en que declararse gay era tabú. Necesitado de amor lo encontrará en los temas musicales que escribe y en el público que tarareándolo lo amaba. Y con su querido Bernie Taupin, el actor de "Billly Elliot" Jamie Bell se convertirá en socio creativo de sus canciones y en el dueño de una amistad de años. El mundo del espectáculo lo elegirá como su preferido y 300 millones de copias vendidas de sus álbumes hablarán de su popularidad.

UN GRAN ACTOR
Filme sin limitaciones, exagerado en metraje, canciones y extravagancias, "Rocketman" muestra números musicales sofisticados y no siempre de buen gusto, con la personalidad avasallante de Taron Egerton, el chico de "Kingsman", que nunca para y puede deslumbrar con su sorprendente capacidad en el mundo de Hollywood.
Con momentos que llevan a los fanáticos a alturas extremas, como cuando Elton levita metafóricamente con sus admiradores encabezando un show. El filme aprovecha canciones inolvidables como la "Tiny Dancer" de su desilusión amorosa, donde se transforma en ""una chica de jeans azules, costurera para la banda, destinada a la boda"", o con sus sesiones de terapia anti-alcohólica, hecho un ridículo diablo rojo.
Fauna oxidada rodeando su fama, abuela cálida, a pesar de todo a su lado (Gemma Jones); una narración inquieta, nada profunda pero entusiasta, y lo bueno de sobrevivir feliz creando, son virtudes que el notable Taron Egerton exhibe en una vital composición, toda pluma y lentejuelas.