Rock Dog

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Perro que canta, no muerde
Ash Brannon, uno de los directores de Toy Story 2, entrega un filme que tiene gags para todas las edades.

Otra de animales parlantes, en la que no hay un solo personaje que camine erguido en sus dos patas (léase humano), como Zootopia y Sing, ven y canta, el encanto de Rock Dog pasa no por la animación, sino por su historia.

Bodi es hijo de un perro pastor de ovejas, un cachorro que reniega de tener que cuidar a otros animalitos, no por maldad ni desdén, sino porque prefiere tocar la guitarra y volverse rockero.

Un buen día desde un avión cae una radio en medio de las montañas, y Bodi se decide. Dejará a su padre, que es estricto y se preocupa por armar un ejército de ovejas disfrazadas de perros, para que los lobos no ataquen a la comunidad, agarra la guitarrita y se toma el ómnibus a la ciudad.

Si bien todo el ambiente entre bucólico y naif del inicio se pierde en el traslado a la urbe, es allí donde se suman los personajes que enriquecerán la trama. Empezando por un gato, estrella del rock, que tiene que editar un nuevo hit y está bloqueado, y se aprovecha de la ingenuidad de Bodi.

Por supuesto que el tiempo y el director Ash Brannon (codirector de Toy Story 2) pondrán las cosas en su lugar. Sin ser un dechado de imaginación, Rock Dog entretiene la casi hora y media que dura, tiene gags para todas las edades, algo de rock y personajes entrañables. Si va, no sentirá que le metieron el perro.