Relatos salvajes

Crítica de Ana Manson - Toma 5

Una sinfonía desenfrenada

Después de muchos años de silencio creativo, Damián Szifrón vuelve a la carga con una película que moviliza desde antes de su estreno y que propone vueltas de tuerca ya desde su formato: El guionista y director de “Relatos Salvajes” se despacha con seis historias cortas aparentemente inconexas que conforman este largometraje, atravesadas por el mismo hilo conductor: la pérdida del control.
Habiendo pasado por uno de los festivales de cine más prestigiosos del mundo como lo es Cannes, y después de recibir ovaciones de pie, las expectativas del público argentino con respecto a esta película se elevaron a niveles poco antes vistos para una producción nacional. Esa ansiedad creció sobremanera la última semana al tener que reprogramar su estreno en todo el país, debido al conflicto gremial en los cines por el reclamo salarial de los trabajadores.
Si los responsables de esta película, o la gente ansiosa por verla, fueran personajes dentro de la misma, estos acontecimientos casi anecdóticos podrían haber tomado giros bastante dramáticos. Las reacciones explosivas son las protagonistas de estas seis historias, como respuesta a los hechos que les toca enfrentar a los desafortunados personajes de cada una de ellas, seres comunes y corrientes dentro de su propia realidad. Intentando controlarla, llegan al punto de sobrepasar los límites de la cordura cuando ya no pueden contener la frustración e ira acumuladas por resignación, miedo o sentido común, dentro de un sistema que los pone a prueba permanentemente.
Todos estos relatos, situados en contextos completamente distintos, están tan bien realizados -desde su concepto hasta su puesta en escena- que logran movilizarnos como sólo el buen cine sabe hacerlo. Los momentos de extraordinaria tensión se funden con la sorpresa de una carcajada frente al humor irónico de las descabelladas situaciones. Esa capacidad de resiliencia, de convertir el drama en comedia, caracteriza a una generación de argentinos que desarrolló el sentido del humor a base de amarguras. Szifrón hace gala de esa capacidad, dejando ver dónde residen sus influencias pero también poniendo de manifiesto su sello personal, que se hace presente en todos los detalles de esta producción.
Con un elenco que encarna a la perfección las pasiones de sus personajes, cada uno de los cortos que componen este largometraje cuenta con un protagonista de lujo, elegido para balancear con los otros. Son de la partida Ricardo Darín, Rita Cortese, Oscar Martínez, Darío Grandinetti, Erica Rivas y Leonardo Sbaraglia, todos nombres consagrados dentro del cine nacional. El elenco se completa con el compositor Gustavo Santaolalla, quien le da a cada relato la ambientación musical perfecta. El resultado final es una maravillosa y desenfrenada sinfonía cinematográfica.