Regresa a mi

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Tentaciones navideñas

Peter Hedges se hizo conocido en el ámbito internacional primero al firmar los guiones de Un Gran Chico (About a Boy, 2002), Mi Mapa del Mundo (A Map of the World, 1999) y ¿A Quién ama Gilbert Grape? (What's Eating Gilbert Grape?, 1993), y después pasándose a la dirección -a la par que retenía el control sobre las historias- en films como Fragmentos de Abril (Pieces of April, 2003), Dani, un Tipo de Suerte (Dan in Real Life, 2007) y La Extraña Vida de Timothy Green (The Odd Life of Timothy Green, 2012), todos trabajos que sin ser maravillas del séptimo arte lo posicionaron como un artesano atendible preocupado más por los personajes que por los latiguillos quemados industriales. La cuarta faena del señor como director, Regresa a mí (Ben Is Back, 2018), respeta esa senda y hasta la vuelca hacia el costado más dramático de su obra, hoy eliminando aquellos chispazos de comedia.

La película se mueve en el mismo terreno de No te Preocupes, No Irá Lejos (Don't Worry, He Won't Get Far on Foot, 2018) y Beautiful Boy (2018) ya que su horizonte retórico se condensa en la descripción de las penurias de todo tipo que atraviesan los adictos para tratar de recuperarse y retomar una relación más o menos normal con sus respectivas familias, con el constante fantasma del maltrato, el robo y hasta la muerte en tanto consecuencias de una posible recaída. El núcleo de la trama es el vínculo entre Ben Burns (Lucas Hedges), un adicto y ex dealer en recuperación, y su madre Holly (Julia Roberts), una mujer que crió al muchacho, su primer vástago, y a su hermana Ivy (Kathryn Newton) en soledad luego de que el padre los abandonase, lo que derivó en una segunda relación con un afroamericano, Neal Beeby (Courtney B. Vance), con el que tuvo otros dos hijos más, hoy niños pequeños.

Cuando el susodicho deja el centro de rehabilitación donde está internado y se aparece en el hogar familiar de manera imprevista en la víspera navideña, su presencia desencadenará fricciones entre Ivy y Neal por un lado, quienes no le perdonan a Ben comportamientos pasados, y Holly por el otro, una mujer que disfruta cada instante con su vástago y pretende que siga sobrio sí o sí a lo largo de las próximas 24 horas. El asunto se complica no sólo por la permanente tentación de volver a consumir -lo que sea, heroína, cocaína, pastillas, etc.- sino también porque en una salida de compras con su madre es reconocido en un mall por otro adicto y de este modo pronto desaparece el querido perro del clan, Ponce, el cual fue determinante para salvarle la vida en su última “casi” sobredosis mortal. El guión nos presenta el muy peligroso recorrido nocturno de madre e hijo en pos de recobrar al animal.

Regresa a mí es una propuesta correcta y sincera que no exagera ninguna de las situaciones planteadas y respeta lo que en la praxis es una intentona de recuperación en la alta burguesía, asimismo condimentada por el melodrama familiar de fondo, el sentimiento de culpa del muchacho por haber introducido en la droga a su ex novia, la fallecida Maggie, y esos detalles símil policial negro vinculados al pasado cercano de Ben como traficante y a su principal empleador, el caponarco Clayton (Michael Esper). Otro ingrediente atractivo es la denuncia de la complicidad de las repugnantes figuras de autoridad en la adicción, como por ejemplo ese médico que le recetó a Ben unos analgésicos de niño por un accidente con una tabla de snowboard, recomendando aumentar la dosis, y ese profesor del colegio que le entregaba las drogas de su madre, una paciente oncológica, a cambio de favores sexuales.

Si bien Roberts está perfecta y por supuesto acompaña en el fluir narrativo con sabiduría y experiencia interpretativa acumulada, esas que también dejó entrever en Extraordinario (Wonder, 2017) y en la interesante serie Homecoming, a decir verdad son los dos Hedges, Peter y Lucas, padre e hijo en la vida real, quienes sostienen al film y le otorgan una esplendorosa honestidad por más que sea de lo más derivativo para con otras propuestas semejantes. En este sentido, la película sirve sobre todo para reconfirmar a Lucas Hedges como uno de los mejores representantes de la nueva camada de actores de los últimos años, basta con pensar en lo hecho recientemente por el neoyorquino en Corazón Borrado (Boy Erased, 2018), Tres Anuncios por un Crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017), Lady Bird (2017) y la bella Manchester junto al Mar (Manchester by the Sea, 2016).