Re loca

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Uno de los éxitos de taquilla argentinos del año seguramente esté reservado para "Re Loca", película protagonizada por Natalia Oreiro. Lo más curioso, quizás, es que es una comedia basada en otra comedia (la chilena "Sin Filtros") que ya tuvo un par de versiones (siempre en el mismo idioma, además, una mexicana y una española) y una estrenada en nuestras salas el mes pasado, la dirigida por Santiago Segura y protagonizada por Maribel Verdú.
¿Necesitamos que nos cuenten la misma historia tantas veces, sin modificar ni siquiera el idioma –que suele ser excusa a la hora de preguntarnos por el sentido de ciertas remakes extranjeras-?
Ya a primera vista, los trailers de cada una de estas versiones son exactamente iguales. Hay que decirlos que si hay uno de ellos que al menos respira un poquito más de aire propio, es esta versión, que se nota muy argentinizada.
Mientras la española es exactamente igual que su original chilena (el exitazo de taquilla en su país dirigido por Nicolás López que nosotros, si nos da curiosidad, podemos ver por Netflix), la película que dirige el debutante Martino Zaidelis se permite además unos (algunos pocos) cambios en el guión, escrito por Zaidelis junto a Andrés Aloi. No obstante, lo que hace que de cada una de sus pobres versiones la que mejor parada salga sea la nuestra es Natalia Oreiro.
"Re Loca " permite a Oreiro divertirse y dejarse ir, probablemente hasta hacer catarsis, a través de interminable cantidad de puteadas, algunos golpes y hasta destrozos de autos. Es que la historia, simple por demás, tiene a Pilar, una mujer que a punto de llegar a los cuarenta se encuentra con una vida dominada por los demás.
Su marido es un artista que no puede hacerse cargo de la menor labor de la casa y además se trajo a vivir con él al irresponsable y maleducado de su hijo adolescente; su jefe es un pibe que se hizo cargo de la agencia que fue de su padre y cree que su generación es la que va y por eso deja atrás a la experimentada y trabajadora Pilar, con la incorporación de una influencer que viene a reemplazarla...
Su amiga se reúne con ella para hablar pero sólo se hablan de sus problemas y si Pilar quiere acotar algo, no puede prestarle atención porque está enfrascada en su celular; su ex está a punto de casarse con una mujer controladora que se parece a su ex suegra y lo de ellos no pasa de un constante histeriqueo cobarde; mientras ella no puede dormir por los ronquidos insufribles de su marido, aunque tampoco ayuda el hecho de que su vecino se la pase de fiesta con la música a todo volumen.
Estas son sólo algunas de las situaciones en las que la pobre Pilar se ve inmiscuida y de cada una de ellas no puede salir más que de manera sumisa, aceptándolo. Hasta que una noche en una caminata descompresora por Puerto Madero se cruza con un curioso personaje que luego de querer ayudarlo ella es él quien le termina ofreciendo ayuda.
Una especie de curandero (acá menos aparatoso y ridículo que en las otras versiones) que le hace beber unas extrañas pócimas que la ayudarán a sentirse mejor. Y a la mañana siguiente Pilar se despierta y es otra mujer, despreocupada y sin pelos en la lengua, una mujer empoderada que no va a permitir que nadie le pase por encima.
Esta Pilar renuncia a su trabajo, echa a su marido y el hijo de la casa, le tira la posta a su ex, a su amiga, y hasta a la pobre de la hermana que le pide que le cuide el gatito que es como un hijo para ella. En el medio, se da cuenta de que ser así hace que dañe a la gente que quiere y la rodea.
Eso que sería el conflicto es tan pobre y de rápida resolución que hace que su original sea una película mediocre y estas versiones apenas pasen de eso. Acá lo importante no parece ser contar una historia, sino permitirle a Oreiro lucirse como una mujer desatada pero con la que cualquiera puede sentirse identificada (¿a quién no nos dio ganas alguna vez de mandar a la mierda a su jefe? ¿de putear al taxista que nos dijo un piropo? ¿de incendiarle el auto al vecino que no nos deja dormir?), pero no hay un desarrollo ni de la trama ni de su personaje.
Todo se resuelve de manera rápida y sencilla, o no queda resuelto para nada. Natalia Oreiro es "Re Loca" y es ella la que hace que de cada una de estas versiones, la argentina sea la más disfrutable. El resto de las protagonistas (aun la talentosa Maribel Verdú), ninguna supo explotar tanto lo que este personaje tenía para dar.
A su alrededor pululan otros cuantos actores (con alguna participación especial que no se anuncia desde el tráiler que parece anunciarlo todo incluida), pero la mayoría terminan sintiéndose deslucidos, en especial Pilar Gamboa y Gimena Accardi, o incluso Malena Sánchez, con un personaje que acá tiene mayor presencia pero también termina quedando desaprovechado por ahí.
"Re Loca" es una película pasatista, que pone a la mujer en el centro de la historia y con la idea de llenarla de poder. Y Oreiro era quizás la que mejor podría haber hecho este trabajo. A nivel audiovisual se está más cerca del producto televisivo que del cine. Pero el problema principal es que no hay ni hubo en las versiones anteriores un guión sólido que supiera reflejar y desarrollar el conflicto.
Al contrario, la idea parece ser apoyarse en lo que asegura la atención y, probablemente, el éxito: ver a una mujer mandar a todos al carajo. Y, por supuesto, un final feliz que no es el final feliz al que nos tiene acostumbrados porque no todas queremos ese final feliz.