Rápidos y furiosos 8

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Con quinta y a fondo
Ya sin el personaje de Paul Walker, la trama ahora enfrenta al de Vin Diesel... con sus amigos y familia.

“No importa lo que está debajo del capó, sino quien está detrás del volante.”

Dom Toretto, en “Rápidos y furiosos 8”.

A la cita del personaje de Vin Diesel podría adosársele ¿y detrás del guión, qué?

RyF ya es una saga en la que cada director trató de imponer lo suyo sin ponerse por encima del filme.

Como dicen en política –y en fútbol, esto es: donde se fanatiza-: el equipo es más importante que el técnico, el partido es más grande que el candidato.

Así como los personajes de RyF deambulan por distintas ciudades del mundo como si fueran James Bond, Jason Bourne o Ethan Hunt, en esta película arrancan en La Habana, con un primo cubano de Dom. Nada será fortuito, pero aunque Toretto diga que lo que lo atrae de Cuba es “la cultura, las personas y la belleza”, se topará con Cypher (Charlize Theron, con rastas), quien le muestra algo (la película es SAM 13: no hay sexo) en su celular, y Dom, como que siente un cimbronazo. Abadona la luna de miel con Letty (Michelle Rodríguez) y hace lo que le dice la ciberterrorista: “Traicionarás y abandonarás a los tuyos”.

Y todo fan que se precie de seguir RyF sabe que la familia -de sangre y de amistad- es clave para Toretto.

¿Cuántos se quedarían y besarían a Charlize en vez de a Michelle Rodríguez? Pero no es el caso.

La vuelta de tuerca preocupará a los más fanáticos. Cuando ya se va por la octava entrega, todo comienza a reiterarse: hay tres personajes de la flia de RyF que no hacen más que repetirse, sean el comic relief, el alivio cómico a escenas de tensión, pero la distinción es clave.

Ya sin Brian O’Connor (Paul Walker), mientras Vin Diesel en su rol de productor conduce la trama -es una manera de decir- con la introspección de su personaje, Dom Toretto, los que ganan son los que se autoparodian y tienen los mejores momentos, separados o enfrentados: son los papeles de Dwayne Johnson y Jason Statham (los pacientes que se quedaron al final de los títulos de RyF 7 ya sabían que el malvado iba a volver).

Las coreografías -de las peleas, de las persecuciones- son lo primordial. Hay gags porque son el sustento de escenas increíbles, se destrozan autos a la misma velocidad que la verosimilitud, hay un ¿homenaje? a Los cazadores del arca perdida, de Chris Morgan, el guionista desde la tercera entrega, allá por 2006.

Pero lo dicho: el fan no entiende razones, sino que se deja llevar. Y RyF 8 mete la quinta a fondo.