Rápidos y furiosos 6

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

La saga sin fin

Los Ocean’s 11 de la máxima velocidad están de regreso, no con el elenco original pero con un seleccionado representativo de la saga. Está, por supuesto, David O’Conner (Paul Walker, el único que nunca faltó) junto a Dom Toretto, el líder carismático del equipo (Vin Diesel, también coproductor de la cinta), la letal Riley (la campeona de artes marciales Gina Carano) y los ocurrentes Pearce y Parker, que interpretan los raperos Tyrese y Ludacris. La acción empieza cuando el agente Hobbs (Dwayne Johnson, cada vez más parecido al Hulk de animación) convoca al equipo y ofrece inmunidad si lo ayudan a capturar a Owen Shaw, mercenario que, de conseguir cierto microchip, podría dominar al mundo. Dom duda en aceptar el reto, hasta enterarse de que Letty (Michelle Rodriguez), su novia que creía muerta, integra el equipo de Shaw.
Filmada en Londres y el sur de España, Rápidos 6 puede ser la mejor o la peor entrega para fans de la saga. El equipo de Toretto ya no es una banda de forajidos, sino un grupo de millonarios que se reencuentra para combatir el crimen, como unos X-Men en versión bizarra. Shaw es un archirrival de peso: maneja autos de carrera con chasis de topadora, saca tanques a la ruta y un avión donde se libra la última, espectacular batalla. Pero mano a mano o con quinta a fondo, los de Toretto siempre ganan. Ahora, su misión es salvar al mundo. Y no serán Bond ni (pese a los dólares y la testosterona) están rodeados de playmates, pero hacen pasar un buen rato.