Rápidos y furiosos 6

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Siempre se habla en el cine de aquel dicho “segundas partes – por decir secuelas que pueden ser más de una – nunca fueron buenas”, esto es porque por lo general, las sagas cinematográficas se van deteriorando con el correr de las películas, a causa de falta de ingenio renovador, reiteraciones de algo ya visto, o lo que sea. Lo cierto es que para toda regla existe su excepción, y "Rápido y Furioso" parece ser la de este caso.
No, no es que esta sexta entrega sea una obra maestra, un gran film inolvidable, o que esté hecha a la perfección; es un film que cumple con todos los cánones del cine pochoclero estadounidense, no se saltea ni un poco la fórmula, y sin embargo cumple con el objetivo principal, divertir al público ávido de estas historias.
Si uno recuerda como empezó esta historia allá por 2001 de la mano del polirubro Rob Cohen, se suponía como una remake del film de la AIP de 1955 aunque poco tenían que ver y todo se reducía a interminables carreras callejeras con autos tuneados sin respiro una tras otras, y una historia que funcionaba como mera excusa. La cosa siguió más o menos igual (o peor) hasta tocar fondo en la tercer película; y como dice todo manual de "auto, (nunca mejor dicho antes!) ayuda", una vez que se llegó al fondo solo se puede subir.
"Rápidos y Furiosos" (la cuarta), retomo la premisa original pero llevó las cosas al terreno de una película de acción normal, de buenos contra malos, con la diferencia de que todo lo resuelven sobre cuatro ruedas (bue, a veces, menos).
Así llegamos a esta sexta parte, dirigida nuevamente por Justin Lin (responsable desde la 3 hasta la última), y lo que se cuenta, sigue el lineamiento asomado ya en la 5. Dom (Vin Diesel) y Brian (Paul Walker) han conseguido limpiar sus expedientes y viven tranquilos y refugiados disfrutando de su nueva vida adinerada. Pero aparece un nuevo malhechor del volante, Shaw (Luke Evans), un ruso que formó una banda similar a la que manejaba Dom pero que es pura maldad.
El oficial Hobbs (Dwayne “The Rock” Johnson) está tras la pista de este señor, y como se entrevió al final de la película anterior, Letty (Michelle Rodríguez), novia de Dom a la que todos creían muerta, se encuentra trabajando para Shaw, excusa que servirá para que el primero contacte al rudo jefe de la banda y lo incite a rearmar el supergrupo de pilotos pero esta vez al servicio de la policía. Con doble objetivo, recuperar a su amada y terminar con el delincuente. Todo lo demás es adorno y parafernalia; ah, Letty en verdad sobrevivió pero tiene pérdida de memoria por lo cual no recuerda a Dom y los suyos.
Como verán el argumento no es realmente una obra intrincada, es más bien simple y excusa. Pero a diferencia de lo que pasaba antes, ahora estas escenas no agobian. No le pidan verosimilitud, las destrezas que se realizan son imposibles y hasta alguna incita a la carcajada involuntaria (es más una leyenda sobre el final advirtiendo sobre estas es lo más cómico del film), pero cumplen con el prometido de divertir. La película tiene momentos directamente ridículos, vacíos, chistes sin gracia y que rozan el delirio, y hasta la primera media hora parece irremontable, pero en un momento todo esto deja de importar; uno sabe que está ante un producto de pura acción y testosterona y se entrega al juego, y ahí comienza lo mejor.
Con "Rápido y Furioso" nadie espera una obra intelectual ni guiones complejos, son películas con un motor que se mueve a ritmo del pochoclo; sino se la analiza demasiado ofrece un divertimento amplio... y seamos sinceros ¿quién puede analizarlas seriamente?