Raídos

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

La yerba mate es una planta indispensable para los preparativos de infusiones que ya son parte de la identidad argentina. La industria yerbatera es enorme, y comienza con la cosecha de esta planta, en Misiones.

Raídos (2016) se centra en la nueva generación de recolectores (se les dice taraferos) de los alrededores de la ciudad de Montecarlo, fundado por taraferos de una camada anterior. La cámara sigue a un puñado de estos jóvenes, en su rutina laboral, que comienza de madrugada, y también durante otras actividades y ratos de ocio. Varios de ellos dejaron la escuela para trabajar, otros desperdiciaron alguna buena oportunidad en el camino, y también hay un muchacho que quiere terminar la secundaria para tener un porvenir diferente.

El director Diego Marcone logra un documental de observación, sólo recurriendo pocas veces a testimonios (lo mínimo para enmarcar determinas situaciones). Registra los movimientos de los jóvenes día, tarde y noche, con sol, con frío y con lluvia, sin caer en juicios de valor ni en tono de denuncia.

Otro punto alto es la calidad cinematográfica. La fotografía y el diseño sonoro la sacan de formatos más convencionales y potencian la ambientación, de manera que el espectador puede involucrarse aún más con lo que se cuenta.

Raídos muestra cómo vive (y sobrevive) un grupo de personas lejos de las grandes urbes, retratando el costado más humano de una industria de grandes proporciones.