Que 'la cosa' funcione

Crítica de Tomás Maito - A Sala Llena

La cosa sigue funcionando

Woody Allen fue quien renovó a la comedia norteamericana, que con su tinte intelectual entre la cinefilia, lo cultural y artístico. A través de guiones brillantes, hizo de sus personajes entes profundos e interesantes dispuestos a desarrollar relaciones excéntricas dentro de universos desequilibrados.

Después de dos años, se estrena la postergada Que la “cosa” funcione, film anterior a Conocerás al hombre de tus sueños que había sido exhibida hace tres meses en Argentina; esta anteúltima obra de Allen (aunque pronto se presentará en el festival de Cannes Midnight in Paris) no esta a la altura de sus mejores comedias, pero sí es una de las mejores del realizador en los últimos diez años.

Que la “cosa” funcione cuenta la historia de Boris (Larry David) un hombre mayor, antipático y creído que le dará cobijo a Melody (Evan Rachel Wood), una ingenua joven que se había escapado de la casa de sus padres y de la cual se terminará enamorando. Los inconvenientes surgirán cuando aparezcan John y Marietta (Ed Begley y Patricia Clarkson), los padres de ella, quienes peleados entre sí reprobaran la relación que mantiene su hija.

Como en todos los films de Allen, los diversos personajes se inmiscuirán en diversos y alocados enredos amorosos, los cuales sostendrán una inteligente y entretenida trama en torno a ciertas relaciones humanas y las clásicas discusiones existenciales, sexuales y artísticas que mantienen.

Pero todo el film gira entorno a la gran actuación de David, creador de Seinfeld, quién en este caso cumple la función de reemplazar al típico personaje de Woody: el excéntrico y temeroso neoyorquino, que entre sus problemas hipocondríacos, sus ataques de pánico y odio a la humanidad cumplirá la función cómica planteada en el guión como lo supo hacer el mejor Allen en films como Annie Hall, Manhattan o Los secretos de Harry.

Ya desde el comienzo se puede ver la profundidad de Boris, quién le relata su historia a los espectadores, Allen hace un gran trabajo con el recurso de mirar a cámara, dónde el personaje ficticio le da pie a su relato directamente a los receptores que se encuentran viendo la película.

Que la “cosa” funcione es una obra de un ritmo llevadero, que entre inteligentes diálogos cómicos y situaciones disparatadas dejan al regreso de Allen a filmar en la ciudad de Nueva York, una atractiva comedia en dónde resalta la gran actuación de David entre los clásicos acordes de jazz y las sinfonías de Ludwig van Beethoven que acostumbra el director.