La tercera parte de una saga de acción de bajo perfil pero que cumple con creces.
Gerard Butler, en los últimos años, estelarizó películas de poca trascendencia a pesar de su extensa trayectoria en el mundo de la pantalla grande. En 2013, protagonizó una cinta de acción bastante entretenida que en Hispanoamérica se conoce como “Ataque a la Casa Blanca”, encarnando a Mike Banning, quien es el guardaespalda del presidente y, para defenderlo de un ataque terrorista, deberá desplegar sus mejores habilidades bélicas. Años más tarde, una secuela sale al mundo bajo el nombre “Londres bajo fuego” donde, en territorio británico, los principales líderes del mundo asisten al funeral del Primer Ministro inglés. Allí sufren un ataque terrorista cuyo objetivo era eliminar al grupo político y Banning debe defender al Presidente Benjamin Asher (Aaron Eckhart). Ahora, en esta tercera parte escrita por Robert Mark Kamen, Matt Cook y Roman Waugh se volverá a atacar al líder estadounidense. Allan Trumbull (Morgan Freeman), el nuevo presidente, sufre un ataque terrorista mientras él y su equipo, dentro del cual está Mike Banning (Butler), se encontraban pescando en un lago. Allí fueron todos asesinados, salvo Banning, quien salva al presidente de las explosiones ocurridas. Sin embargo, cuando recobra la consciencia, descubre que lo incriminaron como autor del atentado. Entonces, deberá descubrir quién quiso asesinar a Trumbull en medio de un contexto donde él es apuntado como el culpable. La historia aquí manejada es interesante, pero con falta de explicaciones en relación con la entrega anterior. Sin embargo, hay una mejora en cuanto a los efectos especiales durante las escenas de acción que, en este film, están bien logradas. Si se le suma a esta ecuación un elenco de una actuación aceptable, podrá considerarse a este producto como uno entretenido. Igualmente, como bien se dijo, es la tercera parte de una saga donde el conflicto es exactamente el mismo, pero con variantes mínimas, como por ejemplo el lugar donde se desarrolla el ataque terrorista. Aquí, para refrescar el contenido, se le introdujo, de buena forma, momentos de comedia protagonizados por Nick Nolte. “Presidente bajo fuego” es la tercera parte de una saga que, quizás, no hacía falta continuar. Sin embargo, aquí se conoce más acerca del pasado de Mike Banning y sus demonios internos, como también el amor por su familia y la falta de equilibrio con su trabajo. La dosis de humor mezclada con la acción hace a este film el más interesante de esta historia, logrando una película entretenida para las personas que disfruten de este género. De todas formas, no deja de ser una película más dentro de un ámbito más que explotado y sin renovación alguna en cuanto a su contenido.
Un fascista incriminado Resulta gracioso pensar que el Hollywood contemporáneo nos ha privado de aquellos simpáticos mamotretos fascistas de otras épocas, películas políticamente chauvinistas e hiper conservadoras pero casi siempre entretenidas, con un sustrato payasesco autoasumido en cuando al desarrollo de personajes y proclives a un nivel de sadismo exquisito que en gran parte compensaba los desvaríos ideológicos de derecha más o menos tácitos. Esas tres características hoy por hoy brillan por su ausencia en un panorama mainstream que ha aplanado los exponentes del rubro con vistas a sacar productos anodinos, serios, demasiado extensos y repletos de estereotipos que ya no se sostienen por la falta de talento del equipo de turno -casi siempre asalariados sin ningún margen de autonomía creativa- y por la desaparición de los héroes inflados de antaño, para quienes no existen reemplazos dignos. Basta con contemplar a Gerard Butler y los opus que conforman la saga que nos ocupa, Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen, 2013), Londres bajo Fuego (London Has Fallen, 2016) y Presidente bajo Fuego (Angel Has Fallen, 2019), para tener una idea de la mediocridad absoluta del cine industrial yanqui de nuestros días en lo que atañe a la acción y los thrillers paranoicos: el escocés, un actor medio de madera que viene necesitando un film que le permita esquivar sus tics, compone a Mike Banning, ese agente caricaturesco del Servicio Secreto que nunca se define entre el Jack Ryan de Harrison Ford y el Jason Bourne de Matt Damon, por supuesto sin olvidarnos de cierto aire al Rambo de Sylvester Stallone (cada uno de los tres componentes citados tuvieron su propia identidad, en cambio Banning es un engendro tan remanido que no consigue despertar ni un ápice de empatía). Aquí la cosa ya está casi por completo tirada a la “región Sly” con el protagonista sufriendo de problemas psicológicos y físicos por su servicio y para colmo teniendo que huir cuando lo incriminan luego de un intento de asesinato con drones contra el presidente, Allan Trumbull (Morgan Freeman), quien termina en coma cortesía del villano, Wade Jennings (Danny Huston), otrora amigo de Banning y ahora CEO de una compañía paramilitar que pareciera anhelar una guerra total con Rusia. La película no sólo aburre a lo largo de sus innecesarias dos horas de duración sino que incluso no consigue entregar buenas secuencias de acción debido a que los CGIs más horrendos y las cámaras movedizas más insufribles lo cubren prácticamente todo, amén del gigantesco pecado del film de tomarse en serio a sí mismo como si a alguien le importase algo estos clichés con patas denominados personajes. A decir verdad lo único bueno de la faena es la intervención -ya pasada la mitad del metraje- de Nick Nolte como Clay Banning, el padre veterano de la Guerra de Vietnam de Mike y en esencia otra figura conflictuada que abandonó a su hijo para vivir en el bosque más inhóspito. Presidente bajo Fuego coquetea con el nihilismo militante de la saga de Jason Bourne pero se conforma con la moraleja facilista de siempre, eso de que hablamos de unas “manzanas podridas” que inculparon al adalid fascistoide del imperio y que una vez extraídas del cajón todo vuelve a la normalidad: dicho planteo se podría pasar por alto -o generaría una obra retrógrada potable- si por lo menos la experiencia cinematográfica más burda, la de la ampulosidad de las secuencias de acción, fuese interesante, sin embargo el trabajo es tan repetitivo y previsible que destruye cualquier atisbo de verdadero disfrute…
El paradigma de héroe mayor de edad fue el de Liam Neeson estos últimos años, con su venganza en todos lados: Europa, un tren, un avión, un páramo helado. Pero no fue el único, ¿acaso ya olvidamos a Old Man Logan hace algún tiempo? ¿A los Expendables? ¿Al regreso de Rocky y Terminator? ¿A la adaptación de RED con Bruce Willis? ¿Al regreso de Clint Eastwood o de Mel Gibson? Bueno, en el medio de todo eso destaca otro actor que viene envejeciendo en pantalla grande y que lo está haciendo de manera muy loable, digna y divertida: estamos hablando de Gerard Butler. Sí, el mismo que mostraba sus músculos estomacales cuadrados, perfectos, homoeróticos y llenos de aceite en 300. Y lo hace siguiendo un camino muy similar a otro personaje que está en boga en este momento, y además cierra una trilogía. Hablamos de Presidente bajo fuego. Los herederos de Jack Ryan Tom Clancy escribió aproximadamente 20 libros sobre su personaje Jack Ryan, varios tuvieron adaptaciones cinematográficas (encarnado por reconocidos actores como Harrison Ford, Alec Baldwin, Chris Pine, Ben Affleck…), y ahora mismo se encuentra por estrenar una segunda temporada de una serie producida por Amazon Prime con este personaje, no basada en ningún libro y protagonizada por John Krasinski. En todo el recorrido literario del personaje comenzaba como soldado, luego pasaba a la CIA, a director de inteligencia, y llegaba incluso a la presidencia luego de un ataque a la Casa Blanca que se adelantó varios años al ataque del 2001. ¿Les parece muy similar a Jack Bauer de 24? Bueno, si. El caso es que durante tres películas vimos crecer a Mike Banning (Gerard Butler) hasta ganarse su lugar junto al presidente de EE.UU., de soldado con síndrome post-traumático a mano derecha de una de las personas más influyentes del mundo. En Ataque a la casa Blanca (2013) Mike era un paria, y se encontraba siendo la llave de la liberación del presidente Benjamin Asher (Aaron Ekchart) cuando un grupo terrorista entraba al centro del poder político a terminar con la vida del mandatario. Allí ya aparecía Allan Trumbull (Morgan Freeman) y se iba definiendo la mitología. En Londres bajo fuego (2016), la acción se traslada a Europa, cuando un político importante es asesinado y todos los mandatarios mundiales van a su funeral. Aquí Trumbull ya es Vice-Presidente, y Mike es el guardaespaldas del Presidente Asher. La franquicia impensada Presidente bajo fuego es el cierre de una trilogía, de Asher ni noticias, pero Trumbull es el Presidente, y Mike está por ser ascendido a director de seguridad. Claro que no todo es perfecto, y ex-combatientes trabajando en el mercado privado deciden atacar a toda la comitiva presidencial, dejando en coma al “dueño del mundo libre” e inculpando a Banning por toda la situación. Nuestro protagonista deberá evitar a todas las fuerzas de seguridad, encontrar a los culpables, proteger a su familia y limpiar su nombre. Una suerte de El protegido con altas dosis de acción. Gerard Butler tiene mucho carisma, la acción es cuidada y espectacular, los villanos son muy villanos y algunos guiños de comedia (casi siempre sostenidos sobre la espalda de un geronte Nick Nolte) descomprimen la tensión inteligentemente, jugando justo entre lo pochoclero y auto-consciente. La acción no se detiene un minuto, y tiene algunas secuencias muy logradas (el inicio, emulando a un videojuego está muy bien) que abusan un poco del montaje, demostrando que Keanu Reeves hay uno solo, pero dejando bien parado en el proceso a Butler. En esto hay virtud de su director Ric Roman Waugh, que arrancó su carrera como coreógrafo de dobles en grandes películas de los 80s. Presidente bajo fuego es un subidón de adrenalina, con auto-consciencia y algunos palos internos (sobre todo a la presidencia de Trump) que la convierten en un producto de entretenimiento puro y duro con algunas búsquedas que la colocan un poco por encima del cine pochoclero actual.
La pregunta que nos responde Presidente bajo Fuego (Angel has fallen 2019), es cuantas veces Gerard Butler tiene que salvar al presidente de morir antes que los terroristas se den cuenta que hay que matar Gerard primero. Bueno, la respuesta aparentemente es 3. Claramente, no hay dos sin tres, se podría pensar que por ahora, Mike Banning (Gerard Butler) se ha arriesgado lo suficiente como para estar fuera de toda sospecha. En Ataque a la casa blanca, el indomable agente del Servicio Secreto derribó a un ejército de terroristas que retenían al presidente como rehén en la Casa Blanca. En Londres bajo fuego, escoltó al comandante en jefe a través de la capital británica durante un ataque que mató a varios líderes mundial Pero aparentemente para EEUU solo eres tan bueno como tu último rescate, y en Presidente bajo fuego drones (la ultima moda en las películas) letales atacan al presidente (Morgan Freeman) durante una excursión de pesca, matando a todo su equipo de seguridad a excepción de Mike, quien arriesga su vida, (una vez más) para sacar al presidente de la zona de peligro. El FBI. piensa que Mike planeó el intento de asesinato y entonces debe ponerse en situaciones desafortunadas para demostrar su inocencia y descubrir que los verdaderos culpables son miembros de Salient Global, un grupo contratista militar privado dirigido por el viejo amigo de guerra de Banning, Wade Jennings (Danny Huston), que está conspirando con alguien en el gobierno para iniciar una guerra contra Russia. Presidente bajo fuego apunta más alto que sus predecesoras, los cuales comenzaban siempre bien alto y caían en picada hacia el final del film. La tercera parte dirigida por Ric Roman Waugh, por el contrario, es entretenida con énfasis. Está llena de referencias a la adicción al analgésico, la manipulación de las elecciones rusas, los contratistas de defensa privados y las milicias ciudadanas, todo con una mirada objetiva, como para evitar declararse parte de cualquier punto de vista que pueda alienar al público potencial. Gerard Butler todavía está en perfecta forma como Mike Banning, y es genial verlo no solo seguir siendo un completo badass, sino también mostrar su lado más humano, continuando a pesar de su deteriorado estado y estar demasiado lleno de orgullo para admitir que necesita sentar cabeza y alejarse de la acción. Morgan Freeman, a pesar de no estar los 121 minutos presentes en la película, sigue siendo tan Morgan Freeman como puede ser como un Allan Trumbull finalmente Presidente, luego de aparecer en las otras dos películas de la trilogía. Uno de los mejores personajes es Nick Nolte aparece como el padre abandonador de Mike, un veterano ermitaño y canoso de Vietnam que, aunque no tiene todos los jugadores alineado, ayuda a regañadientes a Mike mientras que da todos los consejos paternos que nunca estuvo allí para demostrar, pero si es de mucha ayuda, al menos cuando está detonando cómicamente trampas explosivas bajo pies de soldados. En síntesis, la película es digna de ser vista en la gran pantalla, los efectos de CGI pueden no ser los mejores, pero las escenas de acción merecen su momento de gloria en la pantalla. El film es entretenido y no peca de ser aburrido entre explosión y explosión, que es lo que todos queremos con estas películas pochocleras de las buenas .
En esta tercera entrega, el Agente Mike Banning (Gerard Butler) lleva muchos años cumpliendo con lealtad su labor al lado del Presidente (antes Aaron Eckhart), está a punto de ser nombrado Director del Servicio Secreto, lo que seguramente traerá un poco de remanso a ese físico algo castigado y un poco más de tiempo para su familia. De todas maneras, para un hombre de acción como es él, la decisión no es fácil. En éstas cuestiones estaba Banning cuando el Presidente Trumbull (Morgan Freeman) pide hacer una salida a pescar. Lo hace acompañado por todos sus agentes, pero en esa excursión mueren sorpresivamente todos sus guardaespaldas menos él y Mike, en una escena espectacular ejecutada con drones, por lo que éste último es acusado de estar atrás de la matanza, y de colaborar con los rusos. El Presidente queda en coma algunos días mientras se tejen todo tipo de conjeturas y traiciones. Aunque la idea es algo previsible, porque ya vimos varias veces al falso culpable que se la pasa huyendo, y hay una amistad traicionada que se huele desde el minuto uno, está bien filmada, bien actuada y entretiene desde principio a fin. Un plus que aparezca Clay Banning (Nick Nolte) un padre ermitaño con serios problemas con su hijo en el pasado pero con intenciones de recomponer la relación. Mike Banning deberá luchar aún contra sus propios compañeros para limpiar su nombre, convencer a su jefe, que, a pesar de su instinto, tiene dudas, y capturar a los verdaderos culpables. Previsible, ya lo avisé, pero pochoclera y con mucha acción. ---> https://www.youtube.com/watch?v=Znq0BYwpGTA TITULO ORIGINAL: Angel Has Fallen DIRECCIÓN: Ric Roman Waugh. ACTORES: Gerard Butler, Morgan Freeman, Piper Perabo. ACTORES SECUNDARIOS: Nick Nolte, Jada Pinkett Smith, Danny Huston, Lance Reddick. GUION: Katrin Benedikt, Creighton Rothenberger. FOTOGRAFIA: Jules O'Loughlin. MÚSICA: David Buckley. GENERO: Thriller , Acción . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 121 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: Energía entusiasta FORMATOS: 2D. ESTRENO: 12 de Septiembre de 2019 ESTRENO EN USA: 23 de Agosto de 2019
Mi querido presidente. Si al momento de estrenar Ataque a la Casa Blanca alguien hubiese sugerido que tenía potencial suficiente para convertirse en una trilogía, seguramente el eco de las risas habría llegado incluso hasta en el 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington. Pero contra todo pronóstico, ese personaje llamado Mike Banning (Gerard Butler) -dibujado de una forma ultra derechista y violenta digna del cine de superacción de los ochenta- parece tener más aventuras explosivas con las cuales decorar la pantalla en Presidente bajo fuego. En una producción cuyos límites presupuestarios se hacen palpables fotograma tras fotograma, Banning tiene la difícil tarea de limpiar su buen nombre luego de ser acusado de orquestar un intento de asesinato con el mismísimo presidente de los Estados Unidos (Morgan Freeman). Siendo buscado por la Ley y todas las agencias de inteligencia imaginables, Banning debe sobrevivir a esta cacería humana y al mismo tiempo descubrir quién le tendió tan maquiavélica trampa. Hay algo que definitivamente tenemos que reconocerle a Presidente bajo fuego: su equipo de guionistas tuvo la astucia suficiente como para no repetir el esquema argumental de las dos entregas anteriores, donde Mike Banning era el hombre encargado de salvar todo y a todos. Esta vez a quien debe salvar, en primera instancia, es a sí mismo. Pero por supuesto aquella mencionada astucia tiene un límite, y es ahí donde se empiezan a reciclar ideas viejas dando como resultado un relato que combina el main plot de El fugitivo con la dinámica de Los federales y la tragicómica relación padre-hijo de Indiana Jones y la última Cruzada. El resultado bordea constantemente el absurdo, pero al menos se trata de un nivel de absurdo completamente nuevo para la saga. Si bien Gerard Butler cae dentro de la categoría “héroe de acción”, sus días de músculos marcados y abdominales perfectos de la época de 300 quedaron allá lejos. Pero en esta ficción le viene como anillo al dedo, porque su Mike Banning es un agente del Servicio Secreto que ha peleado mil batallas y su cuerpo se encuentra constantemente al borde del quiebre. Lo que no podemos es asegurar al ciento por ciento que se trate del típico ejemplo del artista que sacrifica su cuerpo por su arte, aunque nos inclinamos a pensar que en realidad se trató de adaptar el guión a la realidad corporal de un Butler de casi 50 primaveras y poca actividad física. Nick Nolte sorprende en el papel de Clay Banning, el papá ausente de Mike que hace una reaparición en el momento más crítico de su hijo. Barba larga y desprolija, indumentaria que coquetea con la indigencia, diálogos balbuceantes… otro caso de un actor cuyo personaje parece haber sido adaptado a su yo del mundo real. Con diálogos trillados, villanos caricaturescos, vueltas de tuerca que se ven venir desde la primer escena y esa combinación de tropos mejor realizados y definitivamente mucho más exitosos allá por los noventa, Presidente bajo fuego es una de las películas de acción más accidentalmente autoconscientes de los últimos tiempos, donde todos sabemos qué va a pasar, a quién van a matar, quien va a zafar, quién termina traicionando al héroe y qué cara va a poner Butler mientras sobrevive a la epopeya. Pero por algún motivo ese halo de absurdez que la ilumina termina revelando cierto potencial para transformarla en un extraño placer culposo.
Tras una larga carrera como actor en películas en su mayoría prestigiosas, el irlandés Liam Neeson se convirtió bien pasado los 50 años en un inesperado héroe de acción con el personaje de Brian Mills en Búsqueda implacable (una franquicia surgida luego del boom de sagas como las de Jason Bourne). Algo más joven, el escocés (también de padres irlandeses) Gerard Butler hizo lo propio gracias a su interpretación de Mike Banning, el ladero de presidentes en peligro. Ya no está en la Casa Blanca el Benjamin Asher de Aaron Eckhart, pero sí el Allan Trumbull de Morgan Freeman (algo así como una versión más veterana y más reaccionaria de Barack Obama). Lo cierto es que, en medio de fuertes lobbys por conseguir multimillonarios contratos en el área bélica, el pobre Banning terminará siendo acusado de intentar matar al presidente cuya misión es custodiar. En un típico juego de gato y ratón, no solo deberá escapar con su habitual inteligencia y destreza física (aunque las secuelas de tantos años de acción se empiezan a notar cada vez más en su cuerpo) de la persecución de su propia agencia y del FBI, sino también desbaratar una amenaza generada por quienes alguna vez fueron sus compañeros (el famoso enemigo interior). El conflicto central y sus derivaciones, las motivaciones y la construcción psicológica de cada personaje (los secundarios son todos directamente caricaturescos), las escenas de acción, los diálogos y las resoluciones se ubican por debajo no ya de la media de la producción actual de Hollywood sino incluso de cualquier serie de segunda línea. El principal problema de Presidente bajo fuego -además de la escasísima creatividad de sus hacedores, claro- es que se pretende una película seria cuando funcionaría mejor en el terreno de la Clase B con vuelta de tuerca irónica o autoparódica. En ese sentido, lo mejor de esta tercera entrega es la aparición de Nick Nolte como Clay Banning, el patético (y por lo tanto querible) padre de Mike. Con su look de larga barba blanca (tiene ya 78 años) y su permanente sobreactuación, se incorpora con honores al club de los “ya no me importa nada y estoy más allá del bien y del mal” que presiden Mel Gibson y Nicolas Cage. Quizás por eso, luego de un final totalmente previsible y descartable, vemos tras los créditos finales una escena de padre e hijo con un tono delirante que las casi dos horas previas de narración no se atrevieron a adoptar. Una pena.
El tópico del "falso culpable" es retomado en Presidente bajo fuego, el tercer eslabón de la saga protagonizada por el escocés Gerard Butler e iniciada con Ataque a la Casa Blanca -2013-yLondres bajo fuego -2016-. El agente Mike Banning -Butler- del Servicio Secreto del Presidente de los Estados Unidos, se convierte en el principal sospechoso de un ataque perpetrado con drones contra el Primer Mandatario durante un tranquilo día de pesca. Banning es el único sobreviviente de la masacre y despierta las sospechas de su entorno, pero sigue firme para defender al Presidente Trumbull -Morgan Freeman y en las dos películas anteriores Aaron Eckhart- y se transforma en el chivo expiatorio de una posible guerra contra Rusia. Ese es el planteo de este filme de acción que remite a títulos de los años ochenta -el héroe contra todo aquel que haga peligrar la seguridad de la Nación- y en el que Banning aparece más cansado y con migrañas constantes que lo afectan mientras analiza un posible ascenso en su carrera. Presidente bajo fuego tiene acción, persecuciones, escapes, tiroteos y también traiciones personales. A diferencia de los anteriores, el filme presenta más humor con la inclusión de Clay -Nick Nolte-, el padre de Banning, un forajido que vive recluído en las montañas y está listo para la acción en este relato que también trae a una agente del FBI -Jada Pinkett Smith- que sigue a Banning de cerca para encerrarlo. Por supuesto, hay un villano de turno cuya identidad se adivina antes de lo indicado junto a un grupo de inescrupulosos secuaces. El acento está colocado en el vértigo visual, en los escapes y en el esperado enfrentamiento final, todo dispuesto para pleno lucimiento de Butler. La película balancea el drama familiar y la acción y logra sus mejores momentos durante la primera hora, tornándose luego más convencional, con una lograda secuencia ambientada en un hospital que alcanza para que la propuesta cumpla su cometido. Y, claro, hay una escena agregada durante los créditos finales.
No, el filme con el escocés Gerard Butler (49, quien alguna vez fue El Fantasma de la Opera) no hace referencia al Presidente Macri, aunque sí, aparezca en una escena. La película, que conjuga el género de acción con el thriller, se refiere al de los Estados Unidos, que no es Donald Trump sino Morgan Freeman. Quien, un buen (o mal) día, está en un lago, de pesca. Y sus custodios ven algo en el cielo. “¿Qué es eso? ¿Son murciélagos?”, preguntan. Son drones. Y atacarán al presidente. Alguien dice “No podemos hacer nada”. Pero él, sí. Claro que sí. Mike Banning (Gerard Butler) ya lo ha hecho como agente de seguridad presidencial en Ataque a la Casa Blanca(2013) y en Londres bajo fuego (2016), salvando a otro presidente estadounidense (Aaron Eckhart). Ahora el primer mandatario es negro, y como dijimos es encarnado por Morgan Freeman, que de vocero en la primera pasó a vicepresidente en la segunda, y ahora gobierna. Como que tuvo un upgrade. El ataque fue letal, el presi está en coma y todo el equipo de seguridad... murió. Salvo Banning, que es acusado por su propia agencia y hasta por el FBI (comandado por una mujer, Jada Pinkett Smith, la esposa de Will). Le encontraron diez millones de dólares en una cuenta bancaria. Hay lobbies de la industria armamentista que no pueden esperar. Y a Banning le hicieron una cama. A partir de allí, todo para Banning es como en El fugitivo, pero sin quién lo persiga en persona como perro de caza. Sin Harrison Ford. Sin Andrew Davis en la dirección (quien, para los nostálgicos, volverá a la realización tras 16 años con Pretty Boy Floyd). Banning no está en su mejor estado físico. Tiene insomnio, migrañas y le miente a su médico. Tiene un posible daño en la médula espinal. Ni su mujer ni el presi lo saben. Ni se va a notar. La película sigue la misma línea que su dos predecesoras, sin la carga de morbo y gore de la segunda, ni el nivel de destrucción que tenía cuando el atentado ocurría en Europa. Quizá no dé para más, pero eso lo deciden los dólares que ésta recaude en la taquilla.
La tercera de la saga del agente Mike Banning siempre tratando de proteger a su presidente esta vez encarnado por Morgan Freeman. Ya tuvieron éxito con “Ataque a la Casa Blanca” y “Londres bajo Fuego”. Pero esta vez el intenso Gerard Butler, siempre imbatible, cubierto de teflón y con cualidades de superhéroe, aunque los años le pesan al actor, tiene que enfrentar una traición desde el centro mismo del poder y es acusado de querer asesinar al primer mandatario. Situación nada original desde las misiones imposibles, a cataratas de productos similares. Para los fanáticos de películas de acción hay mucho para disfrutar, porque hay secuencias de todos las variantes con atrapadas y escapes constantes. La sorpresa es la aparición de Nick Nolte, como representante de la vieja guardia con su catarata de acción a la antigua usanza y la instalación de un personaje nuevo y atractivo. Un anciano que vive alejado de todos, lo hizo durante años, pero que esta siempre listo por si por ahí pasa alguien en necesidad y en defensa de los buenos. En la dirección, Ricc Roman Waugh se dedica a que no decaigan las constantes escenas de acción e hilvana con Robert Mark Kamen y Matt Cook un argumento enloquecido de un ala extrema derechista del gobierno que solo quiere declararle la guerra a Rusia. Y de paso destruir al planeta .Menos mal que el agente Manning nunca permitirá eso.
"Presidente bajo fuego": el enemigo interno La película es heredera de aquellas películas de acción de los 80, aunque sus imágenes disten mucho de la magia cinematográfica de un Duro de matar. La saga de acción más grasienta del Hollywood contemporáneo (con la excepción de los rápidos y furiosos de ocasión) está de regreso. Luego de Ataque a la Casa Blanca y Londres bajo fuego, el guardia de seguridad presidencial y experto en tiros, piñas y puñaladas Mike Banning (el escocés Gerard Butler) vuelve a meterse en problemas. Tanto o más graves que en las otras entregas: en esta ocasión, el presidente de los Estados Unidos se mantiene en grave riesgo de muerte y el principal sospechoso de haber atentado contra su vida no es otro que él mismo. Desde luego, Mike es más leal que Lassie y más patriota que George Washington, por lo que la situación es realmente el resultado de una sofisticada trampa diseñada para desviar la atención y cargarle toda la culpa al pobre muchacho y al gobierno ruso, de manera de poder llevar a cabo lo que siempre se ha hecho y el nuevo Mr. President quiere evitar: la guerra y, con ella, suculentos contratos en armamento. El presi ya no es Aaron Eckhart sino Morgan Freeman, en cuyo rostro sereno y confiable parecen esculpirse los rasgos del hombre de estado ideal. La primera secuencia de acción anticipa las (casi) únicas bondades de Angel Has Fallen (el título original sigue la línea de las “caídas” de los films anteriores). Esto es, el nervio y la brutalidad de las escenas donde los diálogos brillan por su ausencia y lo que se pone de relieve son las explosiones, caídas, tiroteos y peleas mano a mano. Antes de ponerse detrás de las cámaras, el realizador Ric Roman Waugh (Snitch) hizo del oficio del doble de riesgo su profesión central y es evidente que aquí el énfasis no está puesto en la progresión dramática del relato o los recovecos de la psicología de los personajes como en aquellos momentos donde la acción física es ama y señora. Al fin y al cabo, Presidente bajo fuego es heredera de aquellas viejas y queridas películas de acción de los años 80, aunque sus imágenes y sonidos disten mucho de la magia cinematográfica de un Duro de matar. Así dadas las cosas, el ataque al presidente Freeman durante una sesión de pesca, con una bandada de drones explosivos, anticipa las persecuciones en auto y en camión, el avance militarizado sobre una cabaña perdida en el bosque y el sitio a un hospital en plena ciudad, set pieces de acción pura y dura que van marcando las dos horas de proyección de manera casi matemática. A diferencia de los dos films previos, donde un grupo terrorista norcoreano y otro “islámico” intentaban cargarse al líder del gran país del norte, aquí el enemigo es interno, lo cual hace mucho más difícil conocer su verdadero rostro. Será la tarea de Banning descubrirlo y ponerlo en evidencia, al tiempo que huye, como El fugitivo décadas atrás, de quienes deberían ser sus aliados. En el camino, la pantalla se llena de fuego y sangre, como corresponde a una película que nunca pretende ser más de lo que es. Nick Nolte ofrece una tardía aparición como el padre del héroe y su aspecto desaliñado eleva al linyera de Un loco suelto en Beverly Hills como un modelo de elegancia. Y Freeman… bueno, Freeman siempre cumple y dignifica, sea presidente o no.
Tiros, explosiones y rutina El indestructible Mike Banning (Gerard Butler) continúa con su fatigosa saga de milagros. Después de salvar al presidente de los Estados Unidos de un ataque terrorista norcoreano en Ataque a la Casa Blanca (2013) y de fanáticos islamistas y traficantes de armas afganos en Londres bajo fuego (2016) -una continuación aun más débil que su predecesora, que no era pecisamente un dechado de virtudes-, el tenaz agente del servicio secreto debe lidiar ahora con enemigos rusos y, para colmo, sortear una trampa incluso más difícil: la de una acusación falsa que pone su prestigio y su credibilidad en jaque. Además de velar por la vida del primer mandatario que Morgan Freeman vuelve a encarnar con espíritu rutinario, Banning tiene que salvar su buen nombre y proteger a su familia, dos objetivos que el guión propone para humanizar a un personaje nacido básicamente para hacer malabares entre explosión y explosión. Es notable que en este tipo de películas esté naturalizado que el buen armado de una historia no importa demasiado, como si filmar una trama donde manda la acción implicara necesariamente entregarse a la pereza y las soluciones más convencionales. El drama íntimo era una buena oportunidad para sortear esos problemas, pero queda sepultado por una irreflexiva catarata de violencia espectacularizada que pretende disimular la falta de ideas.
Tercera entrega de la saga iniciada en 2013, "Presidente bajo fuego", de Ric Roman Waugh tiene en su protagonista y en la capacidad de no tomarse en serio sus mejores ingredientes; aunque su duración hace peligrar el resultado. No es ninguna novedad que a Hollywood le gusta regodearse con el patriotismo como el chancho que se revuelca en el estiércol. En donde pueden cuelan una bandera, utilizan el himno como leit motiv, nos nombran a sus próceres, las bondades de su territorio, y crean personajes capaces de dar la vida por su país en contraste con otros pérfidos que sólo tienen como propósito hacerles daño. El cine de acción hizo escuela en esto, más aún durante la segunda mitad de los ’70, los ’80, y buena parte de los ’90 en el auge del directo a video y las producciones estilo Clase B. El héroe de acción patriótico, en la guerra de Vietnam, contra la URSS, o cualquier otra amenaza extranjera hizo escuela. Desde una visión externa esta bajada de línea puede resultar bastante molesta. Pero algunas le encontraron la vuelta, hacerlo exageradamente, exacerbarlo, remarcarlo búrdamente, el código mágico para todo en el estilo Clase B. Poner en boca de los personajes y en las secuencias de imágenes algo tan obvio e inverosímil patrioteril que termina causando un cierto humor por la imposibilidad de tomárselo en serio, cerrar el círculo con la autoconsciencia de estar haciendo algo ridículo pero divertido; y de diversión se trata el cine para pochoclos. La que a esta altura podría llamarse saga “Fallen” o “Has Fallen” (Olympus, London, y ahora Angel) es un ejemplo perfecto de esto, recuperando sin remarcar un estilo de película de acción directo a video de los ’90 con algo más de presupuesto. Anoten los ingredientes: protagonista ciudadano ideal, con familia perfecta, carisma, traje, sonrisa, un sentido absoluto del deber, y la obligación de salvar a su país; villanos que no aprenden más que no hay que intentar derribar al país de las barras y estrellas rojas, blancas y azules. Las (hasta ahora) tres conforman un ejemplo ideal, además, porque tenemos los dos extremos. La primera entrega en 2013, "Ataque a la Casa Blanca" ("Olympus has fallen") choca al tomarse su premisa de un atentado norcoreano en el palacio ejecutivo demasiado en serio, lo cual la hace entre aburrida e irritante. Para su segunda entrega, "Londres bajo fuego" ("London has fallen") las reglas cambiaron completamente y la historia de un atentado durante una cumbre de presidentes líderes es abordada con tanta liviandad, y gracia patrioteril deliberada que la hacen una película de acción deliciosa para no tomársela en serio. Tres años después de aquella, la acción regresa en "Presidente bajo fuego" ("Angel has fallen"), la cual le agrega algún ingrediente más a la fórmula, y si bien no es tan efectiva como la primera secuela, se acerca mucho más a esta que a la original. A lo que ya mencionamos, súmenle que el héroe, ahora es héroe maduro con (más) ganas de retirarse, y que la amenaza esta vez tiene algún condimento interno, lo cual permite una mínima crítica, tal cual sucedía en la también afortunada "La roca". El otrora jefe de gabinete Trumbull (Morgan Freeman) finalmente llegó a la presidencia (adiós Aaron Eckhart, te vamos a extrañar, diste lo mejor de vos en Londres), y Mike Banning (Gerard Butler) sigue siendo el guardaespaldas principal del presidente. Mike ya entró en la categoría maduro, lo cual se remarca más porque su esposa Leah se debe haber hecho una exitosa cirugía plástica y cambió su rostro de Radha Mitchell a una Piper Perabo que, si bien no es mucho más joven, en cuanto a personaje, se notan las intenciones de hacerla ver rejuvenecida con bebé incluido. Mike quiere retirarse, aunque no se anima a expresárselo a Trumbull después de todas las experiencias vividas. Sólo lo comparte con su amigo y colega Wade (Danny Huston) que aspira a un rol de jefatura. Durante un tranquilo día de pesca presidencial, algo sucede, un masivo ataque de drones con misiles aniquila a toda la guardia y comitiva, y apenas Banning logra salvar su pellejo y el de Trumbull que será internado en estado delicado. Inmediatamente, Banning pasa a ser sospechado de atentado. Obviamente, nosotros sabemos que él no fue; por lo cual, su única salida será emprender fuga con doble persecución, la de los agentes de gobierno que lo quieren apresar; y la de los terrorista que buscaron inculparlo, pero la idea era matarlo a él también, por lo que deben limpiar el cabo suelto. Hay un dato que no es menor. "Presidente bajo fuego dura 121 minutos", algo demasiado para una película de acción directa como esta; y su duración llega, en parte, a hacer mella en el total. Su primer tramo si bien no aburre, es algo lento, y pareciera, como la primera, tomarse en serio, presenta a los personajes y sus conflictos y relaciones. Quizás, en busca de que esta vez también empaticemos algo con los villanos. En los últimos cuarenta minutos, o la última hora, el asunto toma forma y fuerza, interviene otro personaje (que aunque ya está adelantando hasta en el trailer, afiches, y sinopsis oficiales, acá no lo diremos) y ahí sí "Presidente bajo fuego" se convierte en la película que tenía que ser, pura diversión exagerada. Las explosiones y balas se contabilizan tanto como las frases inverosímiles, pero ambos tópicos son deliberados; por lo tanto es el viejo y conocido “no nos reímos de, sino con”. Gerard Butler está en su mejor forma y no quiere parecer más joven de lo que es (aunque lo de su esposa rejuvenecida es innecesario en los tiempos que corren), desborda de encanto, sudor y carisma. Morgan Freeman es excelente en estos papeles, actúa de modo serio las frases más ocurrentes, lo cual hace que sea aún más divertido. El villano principal tiene un poco más de presencia que los anteriores y convence no siendo sólo un malo per se; y ese otro personaje que no revelaremos, interpretado por un actor ícono, hace un aporte bastante gracioso. Ric Roman Waugh, que tiene en su haber una no muy conocida película de Dwayne Johnson, "Snitch", cumple otorgando buen ritmo y equilibrando el presupuesto abultado con el tono relajado. "Presidente bajo fuego" es de esas películas para dejar el cerebro en la puerta de la sala y remplazarlo por el balde de pochoclo. No resiste ningún análisis, pero tampoco está en sus planes que lo hagamos, es solo diversión incongruente.
Tercer film protagonizado por el personaje Mike Banning, agente del servicio secreto interpretado por Gerard Butler. Los primeros dos fueron Ataque a la case blanca (Olympus Has Fallen, 2013) y Londres bajo fuego (London Has Fallen, 2016). El nuevo título, Presidente bajo fuego (Angel Has Fallen, 2019) remite al ataque que sufre el presidente norteamericano en las primeras escenas. Morgan Freeman interpreta al mandatario norteamericano Allan Trumbull, quien tiene como hombre de máxima confianza a Banning. Un sofisticado y ridículo ataque es el puntapié inicial de este film de acción que no llega a tener nunca el descontrol inverosímil de los primeros dos títulos. La película se ve berreta y cara a la vez, lejos del nivel clase A de las grandes películas de acción, pero con grandes actores en varios roles secundarios, incluidos Piper Perabo, Danny Huston, Tim Blake Nelson, Jada Pinkett y Nick Nolte. Si los primeros dos films eran mediocres pero con un punto de partida desaforado, acá se agota completamente la fórmula pero además pierde esa ridiculez que le podría dar cierta simpatía. De todo los actores el peor es el protagonista, Gerard Butler tiene poco carisma y al mismo ya de lo ve algo desgastado y fuera de forma para esta clase de películas.
El superagente contraataca Ni Gerard Butler seguramente lo esperaba pero aquí tenemos Presidente bajo fuego, la tercera película del agente de la CIA Mike Banning, que vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer: cuidar de algún político importante. En el 2013 nos encontramos con la primera de esta trilogía, Ataque a la Casa Blanca. Y tres años después llegará la secuela en Reino Unido, Londres bajo fuego. Debo admitir que no vi la original y que a la segunda solo llegué a verla hasta a la mitad, porque los pésimos efectos especiales que tenía me hacían doler las retinas. Algo que se debe reconocer de esta nueva película, es que han mejorado de forma significativa el aspecto técnico. Algo en que los estudios no deberían escatimar en este tipo de películas es en el trabajo del VFX, ya que corresponde al 85% de lo que propone la película. Si no me creo las explosiones, no te voy a creer nada de lo que pueda a llegar a contarme la trama. En este nuevo film veremos al agente Banning (Butler) tratando de demostrarle a sus colegas y a todo el pueblo norteamericano, que él no había sido el autor de un atentado contra el presidente de los EE.UU, que le quisieron adjudicar un grupo de mercenarios. A lo largo de sus dos horas de duración veremos todos los clichés de este cine pochoclero de súper agentes indestructibles, pero con el agregado de momentos de comedia para amenizar tanto olor a pólvora. Además de las mejoras en los efectos especiales es rescatable que también quisieron desarrollar el personaje de Butler, agregándole dificultades en su salud y en su notoria vejez. Lo malo es que desperdiciaron la acertada idea de incluirle dificultades de salud al agente Banning, ya que solo las sufre en la primera hora de la película, y en el desenlace es como que se olvidaron de todo eso y volvió a su status de Terminator. Presidente bajo fuego es una película para el público amante de la explosión pochoclera sin sentido y sin trama interesante. Si sos seguidor de la saga y te gustaron las anteriores, seguramente disfrutarás esta tercera entrega. Pero entre nosotros… era totalmente innecesaria. Si querés una salida de cine para escuchar un poco de tiros y situaciones de acción demasiado forzadas, será de tu agrado. Si buscas una del género con algo más interesante para aportar, seguí de largo.
Presidente bajo fuego es la tercera entrega de una franquicia de películas de acción protagonizada por Gerard Butler como Mike Banning, un agente secreto acusado injustamente de atentar contra la vida del presidente de Estados Unidos, interpretado por Morgan Freeman. La dirección en este caso se encuentra a cargo de Ric Roman Waugh, y completan el elenco Piper Perabo, Danny Houston Jada Pinket Smith y Nic Nolte, entre otros. Así como en Ataque a la Casa Blanca el argumento era similar a Duro de matar, en este caso se asemeja al de El fugitivo, porque el protagonista una vez apresado logra escapar. Y debe probar su inocencia y encontrar a los culpables para evitar un futuro atentado a manos de un grupo de terroristas que utilizan tecnología armamentística de primer nivel mientras es perseguido por el FBI. Lo primero que vale la pena destacar es que la larga experiencia de Ric Roman Waugh como doble de riesgo se ve reflejada en su oficio como director de películas de acción. Y esto se ve reflejado en su estilo basado de la época dorada del género, porque prevalece la destreza física por sobre los efectos visuales. Es por eso que las escenas de combate no lucen espectaculares, pero si verosímiles, y entretienen al espectador, gracias a un muy buen uso del montaje y los efectos de sonido. Un párrafo aparte merece Gerard Butler, actor ideal para el cine de acción que no busca homenajear a las grandes estrellas del género en las décadas del 80 y 90, sino que es como ellos, con la diferencia de que empezó su carrera mucho más tarde. Y es así como esta película no se ve como el homenaje que vimos en Los indestructibles, sino como una más, ideal para alquilar en un videoclub si estos hubieran seguido existiendo. En conclusión, Presidente bajo fuego es, al igual que sus predecesoras, una película efectiva, que permite el lucimiento de Gerard Butler como héroe de acción de la vieja escuela. Y es así como utiliza muchos de los lugares comunes del género para entretener al espectador.
Tercera parte de esta saga de acción protagonizada por Gerard Butler y Morgan Freeman, que sigue el accionar de un agente de seguridad del presidente norteamericano. Mike Banning (Gerard Butler) es el agente del Servicio Secreto encargado de la seguridad del ex vice y ahora presidente Allan Trumbull (Morgan Freeman). Con complicaciones de salud y a punto de aceptar, a pedido de su esposa, cambiar el puesto por uno “más de oficina” y de menor exposición física, se ve envuelto en un ataque contra el primer mandatario que queda al borde de la muerte y en el que pierde a todo su equipo, escapando con vida sólo él. El “ángel” del título original (Angel Has Fallen) caerá entonces en desgracia, siendo acusado de haber planeado el asesinato cobrando una suma millonaria del gobierno ruso. Inexplicablemente hemos llegado a esta tercera y última parte de esta saga (Ataque a la Casa Blanca y Londres bajo fuego) cuyo éxito sólo se mide por los números de la taquilla. La acción está a la orden del día con los efectos que las grandes producciones ostentan pero el guion no puede salir de los estereotipos en la construcción de los personajes ni en los giros de la trama que se descubren anticipadamente desde el primer minuto. Los “malos” se revelan para un espectador atento a pesar de que la narración procure dosificar la información. Entre la acción y el suspenso se mezcla el dramedy de vínculos familiares, pero matizado con humor, lo que salva un poco aquello que se cuenta que peca de previsible y básico. Un elenco de nombres se hace cargo de la presencia haciendo de taquito lo que el guion les pide: Butler, Freeman, Huston, Blake Nelson, pero el que se destaca con su acertada y divertida sobreactuación es Nick Nolte. Presidente bajo fuego no aporta nada al cine pero sigue apostando a una saga de acción que sólo suma número en la taquilla.
Texto publicado en edición impresa.
Amamos a Butler, pero esta nueva participación en la saga del célebre guardaespaldas que a regañadientes sigue protegiendo al presidente nos agota. Trillada, pequeña, básica.
Más de lo mismo Gerard Butler vuelve a encarnar al agente Mike Banning, quien esta vez es acusado de intento de asesinato del presidente de los Estados Unidos (Morgan Freeman). Comenzará una batalla contra el propio FBI y a su agencia para comprobar que no es el culpable y desmantelar a quién está detrás de esto. La tercera entrega de esta saga (Ataque a la Casablanca, Londres bajo fuego) sigue la misma línea de las anteriores: repletas de acción y un guión algo deslucido. Las dos horas de película se resumen en persecuciones, armas y explosiones bastante fantasiosas que, a pesar de todo, mantienen activo al espectador en todo minuto. Varios instantes de comedia alivianan la trama y hasta provocan carcajadas, sin quitarle el peso dramático a las escenas. En esta cinta, el director decidió enfocarse más en la historia de Mike Banning. Su antepasado, sus miedos, sus achaques. Es aquí donde se encuentra lo más interesante de la trama y lo que la posiciona un poco más arriba que sus predecesoras. La secuencias de acción, aunque repetitivas, están bien ejecutadas. La que más se destaca es la inicial del lago, por la sorpresa que genera en los personajes y por cómo está filmada. De todos modos, vuelve a caer en lugares comunes y se hacen predecibles los giros. Presidente bajo fuego, al igual que sus precuelas, es disfrutable para aquellos que quieran ver tiros y peleas, pero para nada satisfactoria para quien vaya en busca de una historia más elaborada o algún mensaje trascendental. Puntaje: 5,5/10 Manuel Otero
Butler bajo fuego Cualquier mejoría cómica o dramática que Presidente bajo fuego (Angel Has Fallen, 2019) pueda ostentar sobre sus predecesoras es un desperdicio. La serie no lo merece. No se ha ganado esta pretendida “vuelta de la victoria”, que cierra la trilogía del agente secreto Mike Banning (Gerard Butler) con la fuerza de un petardo mojado. Banning nunca fue más interesante que las circunstancias en las que se veía involucrado. La película le inventa conflictos internos - estrés post-traumático, un padre ausente - pero nada que motive simpatía o le dé un virado triunfal a esta conclusión. Es como si Ric Roman Waugh (el realizador y guionista junto a Robert Mark Kamen y Matt Cook) hubiera decidido a último minuto humanizar un muñeco de acción para darle peso dramático a una franquicia que nunca lo tuvo. El resultado es una película que es técnicamente mejor que su antecesora, Londres bajo fuego (London Has Fallen, 2016), lo cual no es gran cosa. La primera secuela de Ataque a la Casa Blanca(Olympus Has Fallen, 2013) estaba hecha de manera tan reiterativa y barata como los peores “straight-to-DVD”. Pero lo que esta nueva iteración gana con un guión un poco más versátil lo pierde en escenas de acción intensas o interesantes. Como los villanos de turno, resultan sosas, predecibles e inmediatamente olvidables. Tratándose del final de una trilogía fundada en terrorismo espectacular (y nada más), la película es curiosamente apagada en materia de acción, manteniendo un perfil bajo y furtivo durante la mayor parte de la cinta. Esto se debe a que Banning pasa más tiempo huyendo de sus enemigos que peleando contra ellos, y las restricciones originales de tiempo y espacio han desaparecido para acomodar el recorrido amorfo de un héroe que va y viene sin gran apremio. Gerard Butler se ve tan harto y dispuesto a retirarse como su personaje. Morgan Freeman es un gran actor que podría interpretar sonámbulo cualquier parte y aquí lo demuestra. El único gran acierto es Nick Nolte en un papel cómico. Si Freeman termina su carrera interpretando papeles que requieren serenidad y elegancia, Nolte termina la suya jugando con su imagen de viejo gruñón una y otra vez. La serie siempre fue mediocre y su mediocre conclusión no tiene nada que lamentar. Se traduce “bajo fuego” al castellano, pero en el inglés original cada título lee “ha caído”. Dan ganas de bromear que la serie también, pero nunca tuvo desde dónde.
“Presidente bajo fuego”, de Ric Roman Waugh Por Jorge Bernárdez Gerald Butler y los presidentes o mejor dicho, Mike Banning -el agente de los servicios de inteligencia experto en cuidar a los mandatarios- y los presidentes. Presidente bajo fuegoes la tercera de una impensada trilogía de películas que básicamente imagina que los presidentes estadounidenses son víctimas de atentados, ya sea viajando por Europa o en su propio territorio. Una curiosidad es que esta vez es que a Banning le toca cuidar a Trumbull,es decir a Morgan Freeman,s que en las películas anteriores era vocero y vice, lo que hace uno se pregunte qué pasa con la oposición en el universo de las película de Butler. En fin, el agente y el presidente son carne y uña, así que Trumbull lo lleva a todos lados porque es como que solo confía en él. Pero Butter ya está grande y tiene migrañas permanentes, posiblemente por una lesión en la columna que amenaza a la medula espinal y con dejarlo paralítico, pero el protagonista bien se lame solo y no le cuenta a nadie, ni a su esposa, que el médico le dijo que su salud está en peligro. Todo eso ocurre en el momento preciso en que se avecinan cambios y el pimer mandatato está a punto de ofrecerle a Banning el cargo de jefe de todos los servicios de inteligencia. Entonces reaparece en la vida del candidato un capo de los servicios, un camarada que se puso una empresa privada de seguridad que quiere que su amigo lo tenga en cuenta para próximos contratos de la agencia. Un día de pesca en el que el presidente se va a una laguna para pasar un rato de sosiego, aparecen unos drones y todo empieza a explotar alrededor. El resultado es que muere todo el equipo de seguridad, todos menos Banning y claro, los de que investigan el asunto no son ningunos tontos así que suman dos más dos y el resultado es que el principal sospechoso de todo es nuestro muchacho. De ahí en más ya se pueden imaginar de qué va la película. Presidente bajo fuego es divertida, es obvia y no le cambia la vida a nadie. Quizás ya está y no haya más películas del custodio presidencial, salvo que de ahora en más Hollywood se ocupe de seguir la carrera burocrática de Banning. PRESIDENTE BAJO FUEGO Angel Has Fallen. Estados Unidos, 2019. Dirección: Ric Roman Waugh. Guión: Ric Roman Waugh, Matt Cook y Robert Mark Kamen. Intérpretes: Gerard Butler, Frederick Schmidt, Danny Huston, Rocci Williams, Piper Perabo, Harry Ditson, Linda John-Pierre, Ori Pfeffer, Morgan Freeman, Jasmine Hyde. Producción: Gerard Butler, Mark Gill, Matt O’Toole, Alan Siegel, Matthew O’Toole, John Thompson y Les Weldon. Distribuidora: Energía Entusiasta. Duración: 121 minutos.
La saga con el agente secreto Mike Banning, producida por Gerard Butler, nunca contó con el apoyo de la crítica pero fue más aceptada por el público seguidor del género. Una serie desarrollada dentro del circuito independiente que retoma el viejo cine de acción de la vieja escuela. Resulta una tarea sencilla pegarle a esta película por los numerosos clichés que contiene pero creo que quienes disfrutaron las entregas previa la pueden llegar a apreciar un poco más. En lo personal Presidente bajo fuego me compró con la memorable presentación del abuelo Banning a cargo de Nick Nolte y la desopilante escena de la cumbre del G20. La película es terriblemente predecible y carece de ese sentido del humor irreverente que tenía el protagonista en la entrega previa. En esta oportunidad el argumento refrita el clásico conflicto de El fugitivo donde nuestro héroe debe limpiar su nombre por un crimen que no cometió. Un territorio que el agente Ethan Hunt de Tom Cruise exploró en varias oportunidades en la franquicia Misión Imposible. Tal vez demasiadas. Al comienzo del film se plantea una situación interesante en torno a la salud de Mike Banning, cuyas aventuras previas le pasan la factura en su físico, además del estrés emocional. Una idea atractiva porque ubicaba al personaje en una clara desventaja ante el nuevo enemigo. Lamentablemente esta cuestión luego queda a mitad de camino y cuando se desata la acción el protagonista se desempeña con las mismas habilidades de siempre. La gran adición de esta película pasa por la participación de un gran Nick Nolte que tiene momentos fabulosos como el padre del agente del servicio secreto. Con un rol muy limitado Nolte deja una muy buena impresión y tiene algunos momentos graciosos. La interacción padre e hijo brindan esas escenas zarpadas y graciosas en materia de violencia que tenía más presencia en la entrega previa. La dirección en esta oportunidad corrió por cuenta de Ric Roman Waugh, responsable de Snitch (2013, una película de acción donde The Rock se lució en un rol más dramático. Al igual que ocurrió en la entrega anterior de esta serie las secuencias de acción tienen sus mejores momentos cuando el director se centra en tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo. Cada vez que la película trabaja la acción a gran escala la realización derrapa con los ya clásicos efectos digitales paupérrimos de la productora Millenium. Entre las nuevas incorporaciones del reparto, Piper Perabo reemplaza a Radha Mitchell como la esposa de Banning en un rol intrascendente y Danny Huston (Wonder Woman) le pone un poco de onda a un villano predecible que al menos logra ser funcional a la historia. Presidente bajo fuego está lejos de ser una gran película de acción pero ofrece un pasatiempo entretenido para quienes busquen distraerse un rato con este tipo de propuestas.
Disfruto bastante del personaje Mike Banning. Y pese a sus limitaciones técnicas y abuso de deus ex machina, tanto Olympus Has fallen (2013) como London Has Fallen (2016), me resultaron más que entretenidas y las he visto más de una vez de manera total o parcial. Por ello tenía una cierta expectativa con la tercera -y supuestamente- última parte de la saga. Pero salí un poco decepcionado del cine. Hay un abuso demasiado grande de conveniencias de guion y casualidades. Está todo muy tirado de los pelos. Aún olvidando el verosímil, cosa que hay que hacer para estas películas, te parece un abuso lo que ves. Se me hizo un tanto deteriorado casi todo, no solo el guión sino también los personajes. Gerard Butler está venido a menos, y si bien es algo que se aprovecha en la historia, le resta al personaje que ya vimos un par de veces. Por su parte, Morgan Freeman tiene toda la pinta de no tener ganas de estar ahí y tanto Nick Nolte como Danny Huston parecen caricaturas. ¿Y Aaron Eckhart? Personaje fundamental de las dos anteriores, inexplicable que ni lo mencionen. Al director Ric Roman Waugh le quedó muy grande la producción, tal como había sucedido con su predecesor, pero al menos aquel tuvo un mejor guión. Queda más que claro que ninguno pudo estar a la altura de Antonie Fuqua. Aquí salvo por los últimos 20 minutos, que se siente una cierta tensión, el resto del metraje no cuadra con lo que estábamos acostumbrados. Amén de una vergonzante escena post créditos. En definitiva, Angel has fallen, o Presidente bajo fuego, tal como se estrena aquí, no es una buena conclusión a una saga que arrancó muy bien, pero que nunca pudo terminar de encontrar su lugar.
Uno sabe perfectamente que es lo que se puede esperar cuando decide ver una película de estas características, de hecho ésta es la tercera entrega del mismo personaje, el paso del tiempo hace que haya cambiado el presidente. Es por eso que nada se puede decir de construcción de un verosímil, pues ya sabemos que el orden de lo ridículo e increíble es lo que manda. Ya aceptado. Lo que sí se puede esperar es que al menos por respeto al público no todo sea tan previsible, o al menos que los malos tarden un poco en ser descubiertos, en este caso antes de empezar el relato ya sabemos quién es exactamente pues la primera secuencia lo habilita. Sólo esta para darle una pizca de coherencia, pero se devela instantáneamente, no sólo por el final de esa presentación sino por los diálogos que además lo anticipan todo. Luego nos pone de lleno en la trama principal, que de original tiene nada, tras un ataque sorpresa con drones el agente Mike Banning (Gerard Butler) es acusado de un intento de asesinato del presidente Trumbull (Morgan Freeman). Perseguido por su propia agencia y por el FBI, nuestro héroe inicia una carrera contrarreloj en la que ha de develar al auténtico grupo terrorista que ha puesto su mirada sobre el presidente. De hecho una trama similar, también involucrando al presidente, se vio en el filme “El Centinela” (2006), dirigida por Clark Johnson e interpretada por Michael Douglas, quien es el encargado de la seguridad del presidente, acusado de traición, con un adicional, era el amante de la primera dama, nada menos que Kim Basinger. Algo de culpa tiene, pero quién lo podría imputar…. El nombrar al director viene a cuenta que ambos directores son técnicos que saben de cómo relatar lo que les dan, sobre todo en el cine de acción, pero lo impersonal se hace presente en cada fotograma. De estructura clásica, desarrollo lineal, montaje alterno, tal cual demanda el género, con buenos efectos especiales, fundamentalmente en las escenas de acción, peleas, explosiones, corridas. La dirección de fotografía puesta al servicio de la imagen y un diseño de sonido acorde a lo retratado, todo esto puesto de acuerdo al manual, lo cual impide que uno se aburra o se duerma. Queda claro que Gerard Butler ha dado muestra de su credibilidad en la actuación y en la personificación de éste agente, sólo que ya se le empiezan a notar las arrugas en el rostro, la presencia siempre efectiva de Morgan Freeman queda relegada a muy pocos minutos a lo largo de la más de dos horas que dura la proyección.. No se le pida otra cosa, si va en busca de algún tipo de drama de la vida cotidiana se equivocó en la elección, tampoco diálogos interesantes, ni demasiados inteligentes, ni chispeantes que muevan a una sonrisa. Ese es el mayor problema de ésta producción, da la sensación de absoluta desidia por parte de sus hacedores, mucha acción, poco esfuerzo en la escritura de un guión que se muestra muy pobre, donde todo gira en colocar excusas para desplegar las escenas de violencia, por momentos glamorosa, excitante, pero pocas gracias a Dios, Si existe algo que saque de la mediana general que presenta toda la producción, pasa por la intención de reconstruir algo más del personaje principal recurriendo al pasado, pero en el presente su encuentro con Clay Banning (Nik Nolte), su padre, quien lo ha abandonado cuando niño, ahora personificando a un renegado de la sociedad. Es tan buena la interpretación del veterano actor, que si bien no produce ningún giro narrativo, ante la primera escena en la que aparece se espera otra y otra más. De hecho. después de los créditos aparece en una escena de cierre, espérela.
En el fondo, esta es una de esas películas de acción sin pretensiones, pero realizada con gran presupuesto. Otra vez el agente guardaespaldas tiene que proteger al presidente Freeman, sólo que ahora todo el mundo va contra él. En el fondo, esta es una de esas películas de acción sin pretensiones, pero realizada con gran presupuesto. Y como películas clase B, tiene algo que suele faltarles a películas más “serias” o “monumentales”: la nobleza de contar un cuento de la manera más emocionante posible.
Posible cierre de la trilogía Has Fallen y regreso de Mike Banning (Gerard Butler) a la línea de tiro, Presidente Bajo Fuego (Angel has Fallen) dirigida por Ric Roman Waugh es el historia más personal sobre uno de los mejores héroes de acción de los últimos tiempos. Una saga que sigue ofreciendo lo que la gente quiere ver; Presidente Bajo Fuego tiene diversión, destrucción y disparos consiguiendo un combo sumamente efectivo dado que todo cae en manos de un protagonista carismático y sin filtros que no solo termina con sus enemigos sino que los remata de brutal forma para que no quede vuelto alguno, el éxito al nombre de Mike Banning, Gerard Butler regresa por tercera vez en un rol que poca gente aprecia por la sobredosis de héroes pintorescos comiqueros estancados en una fase continua de acción limpia a pesar del tiempo y las numerosas batallas. Tenemos muy pocos casos de héroes que sufren estrés postraumático por consecuencia de golpes, cortes y disparos recibidos a lo largo de los años y en esta tercera parte Banning sufre las consecuencias de estar al servicio de la nación, además es buscado por todo el país por el intento de asesinato al presidente (Morgan Freeman) – que claramente es un hecho que no cometió -; todo esto es una sumatoria de estrés que el personaje de Butler lleva hace bastante tiempo y sin dudas lo pone en una situación incomoda en su profesión… pero los guerreros no se retiran fácilmente. El mejor amigo de Banning, Wade Jennings (el siempre destacable Danny Huston), comenta reiteradas veces «somos leones Mike«, pero más allá de todo Banning no es un simple león, los leones pueden abundar en un mundo de guerra… en la saga has fallen Mike Banning es el rey de la selva. Roman Waugh da un enfoque personal, la vida detrás del guerrero, en esta secuela. Nick Nolte (Warrior, Under Fire) aparece robando escenas pero sin abusar del runtime – 129 minutos – como el padre de Banning. Nolte entrega energía suficiente para sorprender y hacer reír a toda la sala como un veterano de guerra de Vietnam que se encuentra fuera del radar de la tecnología; además tenemos a Piper Perabo (Coyote Ugly) suplantando a Radha Mitchell como la esposa de Mike. El punto débil de este film es Jada Pinkett Smith cuyo talento se ve desperdiciado por un flojo manejo de personaje en el guión de Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt. En otro aspecto Presidente Bajo Fuego adquiere un inconsistente uso de efectos especiales que por momentos funcionan y por otros son absolutamente culpables de atribuir un carácter trucho en plena acción. Las escenas se echan a perder por lo absurdo y no terminan de lucirse del todo por estos cinco centavos que dejan un gusto dulce pero lastimoso. Una correcta tercera parte y posible cierra de una gran saga Angel Has Fallen es una muy buena opción para los fanáticos del cine de acción. Se deja ver, es entretenida y Mike Banning sigue dando catedra a tiros. Valoración: Muy Buena.
BAJO LA LÍNEA DE POBREZA, PERO MEJORANDO Ya tuvimos dos oportunidades de ver al agente Mike Banning jugando a ser el protector ideal y todopoderoso del presidente, que también era casi su mejor amigo. En Londres bajo fuego y Ataque a la Casa Blanca, se trató de Benjamin Asher (Aaron Eckhart) pero ya en esta tenemos el resultado decantado con total lógica de que el sillón (no de Rivadavia como ocurriría en Argentina) lo ocupe Ronald Trumbull (Morgan Freeman), que ya había encarnado al máximo mandatario norteamericano en Impacto profundo y a Nelson Mandela en Invictus. Este dato “de color” (me quedó servida) no sería relevante si no fuera porque el plus que le da Freeman al personaje coincide con la suba en calidad del producto final en cuanto a su realización integral. Es decir, se esmeraron más y dejaron de subestimar tanto al público con las animaciones feas propias de películas de bajo presupuesto como Sharknado. En Presidente bajo fuego la historia va por el lado de una trampa que le tienden al pobre Banning cuando está en plena custodia de Trumbull y se retira para tomar un descanso. La idea es intentar asesinar al presidente y presentar al agente como único culpable. Sí, la historia se parece demasiado a El Fugitivo, cambiando esposa por presidente, pero el punto de partida es ese. El agente, con serios problemas de salud y ganas de retirarse para disfrutar con su esposa (Piper Perabo) y su pequeño hijo, se verá enfrentado a una cacería legal gracias a su condición de sospechoso. Su único aliado podrá ser su padre (Nick Nolte) a quien no ve desde hace muchísimo tiempo y con quien no tiene la mejor relación. Luego no hay demasiadas sorpresas y la trama va por los lugares comunes que uno esperaría: la agente especial recta al estilo Samuel Gerard (Jada Pinkett Smith), el amigo que no se sabe para qué lado patea (Danny Huston, repitiendo un personaje en el que ya se lo ha encasillado) y un presidente a lo Freeman que ya sabemos que es todo lo que está bien cuando suena la marchita. Las mayores diferencias, como mencionaba antes, están en la factura, ya que no tienen un espectáculo grosero en los momentos explosivos, y la acción esté bien coreografiada aunque no se trate de John Wick. La primera escena de acción, que tiene como protagonista a una nube de drones armados, logra la tensión necesaria, que además se hace palpable y real porque esos bichitos pasaron a ser parte de nuestra cotidianeidad y sabemos el daño que pueden provocar al ser manipulados desde el anonimato. Luego el resto es una suerte de caza al estilo gato-ratón que no necesita de mayor despliegue, ya que intenta manejar un poco más el suspenso y el dramatismo que no tienen las otras entregas, y allí es donde quizás se diferencie para mejor, aunque ni siquiera sea necesario ponerse al día con las anteriores de la saga para disfrutarla con moderación.
El escocés Gerald Butler vuelve al rol de Mike Banning, el noble agente encargado de custodiar nada menos que al presidente de los Estados Unidos (Morgan Freeman). El hombre tiene un hijo pequeño y una salud maltrecha, pero salva heroicamente la vida de mandatario cuando, en plena excursión al aire libre, sufren un atentado en el que muere todo su equipo. Como único superviviente, y con el presidente en coma, Banning resulta acusado y todo su entorno se vuelve rápidamente en su contra. Como una mezcla de El Fugitivo con cualquier thriller de intrigas en la Casa Blanca, Presidente bajo fuego sigue la huida hacia adelante de Banning, que una vez intenta sobrevivir y desenmascarar a los que urdieron el complot que lo tuvo como blanco. Que, por supuesto, pertenecen a su mismo bando. Suena conocido, sí. Y las secuencias de acción con muchas explosiones, a reglamento, ayudan tan poco como la sobre musicalización y la previsibilidad del argumento, a lo largo de dos horas que dejan poco.
Sus antecesoras “Ataque a la Casa Blanca” y “Londres bajo fuego” marcaron la línea de acción de esta nueva parte en la que regresa Mike Banning, el guardia de seguridad del presidente. La trama comienza cuando el presidente de la Nación, interpretado por Morgan Freeman, casi pierde su vida en un intento de asesinato por lo que su guardia es acusado como principal sospechoso. El gran acierto de esta nueva entrega, y de las anteriores siempre es Freeman, que le aporta una total dignidad al personaje. Para los amantes de la acción, este filme tiene un buen timing de thriller, pero esta vez, a diferencia de las anteriores, ya no aparecen ni los enemigos islámicos ni los norcoreanos, sino que el enemigo está en el seno más íntimo del poder.