Power Rangers

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Power Rangers fue una serie de televisión estadounidense, creada en 1993, que causó el delirio de los pre adolescentes sobre todo de la década del ’90, y que tomó como partida adaptar (y utilizar alguna escena) la serie japonesa Super Sentai. ¿Importa esto demasiado? No, porque la versión que nos llega ahora a la pantalla grande, si bien toma elementos de las dos primeras temporadas, las clásicas, decide huirle al camino del homenaje directo, contando las cosas desde el principio para una nueva generación.
Cinco estudiantes de la escuela secundaria del pueblo Angel Grove descubren de casualidad que su destino está a punto de cambiar. Por diferentes hechos fortuitos, Jason (Dacre Montgomery), Billy (R.J. Cyler), Kimberly (Naoomi Scott), Trini (Becky G.) – a la que insisten con llamar Didi –, y Zack (Ludi Lin); terminan una noche inmersos en unas profundas cuevas en las que encontrarán una serie de gemas de colores.
Una para cada uno, roja, azul, rosa, amarilla, y negra respectivamente. Esas rocas los harán poderosos, y casi inmediatamente llegarán hasta el refugio en el que se encuentran Zordon (Bryan Cranston), y el robot Alpha 5 (voz de Bill Hader), el guía y protector del poder que aguarda en esas rocas y su ayudante. Pero hay un por qué de ese llamado del destino.
Una sexta gema, la verde, se encuentra en posesión de la malvada Rita Repulsa (Elizabeth Banks), que despierta de su eterno letargo y planea conseguir todo el oro que pueda para convocar al monstruo Goldar y de este modo encontrar una piedra fuente de vida que le dé el poder máximo. En el camino no dudará exterminar a todo Angel Grove.
El grupo de los cinco deberá unir fuerzas para derrotarla, y finalmente comprenderán que para hacerlo deben alcanzar un estado superior de mórfosis que los transforme en los Power Rangers, defensores de la humanidad. Como ven, la historia no es un ramillete de originalidad y vueltas de ingenio. Es algo muy simple, que no exige ni tiene demasiada lógica, y sirve de pretexto para poner a todos los personajes en acción.
Sin embargo, durante la primera hora, el conjunto de ¡cinco! guionistas se empeña en desviar nuestra atención. La presentación de los chicos, parece salida de alguna serie juvenil trillada, incurre en lugares comunes, clichés muy gastados, y chistes de gusto muy dudoso, más para el público al que esta propuesta va dirigida. Los actores que los interpretan y los personajes en sí, tampoco ayudan, son bastante planos, unidimensionales, y lo más preocupante, no parecieran hacer lo que vinieron a hacer, enfrentarse con los malos.
Por suerte, a partir de la segunda hora todo mejora, los guionistas finalmente entienden que esto es un grupo heterogéneo con poderes, que pelean contra monstruos gigantes, villanos ridículos, y que pueden conducir unos robots gigantes… y que así está bien. Cuando la acción se enfoca, hasta mejoran las historias de los personajes (no los actores, pero pasan a no importarnos tanto), hasta los chistes mejoran. Cada uno tendrá una historia detrás que los llevó a ese destino, y el mensaje es claro y bien intencionado, la amistad es lo que los hará fuertes.
Los super poderes ya los tienen, ahora deberán aprender a ser amigos. Si entendemos que Bryan Cranston está limitado a ser una cara gigante que habla solemnemente, comprenderemos que su interpretación es correcta; probablemente Zordon sea el personaje que más gano en su adaptación a esta nueva historia.
Tiene una historia, un propósito general y personal ambiguo, y un buen actor detrás. Elizabeth Banks se divierte siendo Rita, y aunque este sea el personaje más diferente a lo que recordamos de la serie, es lo mejor de la película. Sus intervenciones son simpáticas, divertidas, pero también logra meter miedo, repetimos, teniendo en cuenta el target de edad al que apunta la película.
Dan Israelite, que ya viene de un proyecto de adolescentes en un entorno fantástico como Project Almanac, aquí logra plasmar correctamente el mensaje de unión y amistad desde las imágenes. A la hora de la acción permite que el ritmo no caiga, pero las escenas se entiendan, esto no es Transformers.
Otra vez, como si la primera hora fuese otra película, en ese tramo, se abusa de un montaje ligero y entrecortado, casi videoclipero, que puede llegar a confundir y abrumar, y hasta se remata chistes de forma musical cual programa de sketchs.
Power Rangers comienza mal, y termina siendo mejor de lo que pudo ser. Acierta en no anclarse en el pasado, en imponer su noble mensaje, en ser filmada de un modo tradicional, y en haber convocado a un puñado de actores con talento para los roles adultos. Después de las dos horas que dura (bastante para este tipo de películas), nos quedamos con ganas de que siga; eso tiene que ser un mérito.