Por siempre jóvenes

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

De un tiempo a esta parte, se ve que en Italia funcionan las comedias sobre la cómoda y confortable vida de la clase media, y sus tribulaciones económicas y sociales en virtud de situaciones como la inmigración, el desempleo y las redes sociales.
Este nuevo trabajo de Fausto Brizzi (anoten “Notte prima degli esami” como referencia si quieren conocerlo en esencia), sin embargo se corre un poco de ese target tan de moda en esa industria y explora la cuestión del paso del tiempo en una sociedad donde la cultura imperante (y global), impulsa a no envejecer y detener ese proceso a cómo de lugar.
Todo, en un paso de comedia que pretende ofrecer aristas vistosas y divertidas en relación a ese tema. “Por siempre jóvenes” se afirma en una observación sagaz de Brizzi, quien afirma que ya no hay más adultos, (“todos hacen pilates”, dijo en alguna entrevista) sino que hay una descarnada lucha por acercarse al ideal de juventud y belleza que explota en los medios y redes sociales.
Ser viejo, o adulto mayor, o estar ahí de serlo, es sinónimo de desaparición. Te vas del radar. Todo lo que importa es la cultura del cuerpo, y quienes mejor la representan son los jóvenes, por una cuestión meramente biológica. Brizzi arma un cuadro de varios cincuentones, por así decirlo, todos muy bien conservados, que enfrentan la cruda lucha por llevar adelante sus inquietudes, en una cruda carrera contra el tiempo.
Tenemos a Franco (Teo Teocoli), deportista que no se detiene ante nada en su afán de cuidar el cuerpo, descubre que las cosas ya no son lo que eran, cuando un partido de tenis lo hace terminar en el hospital. Y a eso se agregará otra cuestión que dinamitará su percepción del paso del tiempo…
También cononceremos a Angela (la voluptuosa Sabrina Ferilli), quien luego de manifestar su tristeza por no encontrar pareja y charlarlo con una amiga, se relacionará con el atractivo hijo de la misma, de apenas veinte años, en una relación controversial. Por otra parte, Giorgio (Fabrizio Bentivoglio), juega a dos puntas. Vive con una mujer alrededor de 30 años más joven que él, pero comienza una incipiente relación con otra de su misma edad, y más allá de sentirse halagado, vive la contradicción de a quién elegir como pareja estable y monógama.
Y finalmente tenemos a Diego (Lillo, figura cómica italiana de gran popularidad), un DJ que acaban de echar de su empleo en una radio y manifiesta su enojo porque además de quedarse sin trabajo, la empresa ha contratado a un animador… joven. Los personajes irán lentamente cruzándose en el recorrido y también desplegarán sus historias individuales, en una trama que no denota demasiada intensidad ni humor.
Brizzi elige un correcto punto de partida para su trabajo, pero quizás en su afán de volver a la cinta accesible, pone a los personajes en una situación de confort extremo, que hace que la identificación con ellos sea claramente menor para el espectador promedio.
Es decir, la angustia por el paso del tiempo, genuina, no alcanza para conectar si los protagonistas son exitosos y viven una vida casi de ensueño (en relación con los standares locales). Esa sensación de “frío”, de distancia, no colabora con la atmósfera necesaria para sentirnos cerca de la cinta, y a eso se suma un guión que curiosamente, no es demasiado divertido ni explota a fondo la temática que propone.
Es demasiado “contenido”, cuando el tradicional cine italiano siempre se caracterizó por detonar los parámetros y subir la apuesta al extremo. Nada de eso sucede aquí. Dentro de las interpretaciones, no hay nada demasiado destacado. Los populares intérpretes siguen los pasos del guión y no aportan candidez ni desenfado a lo que transcurre en las historias. Los rubros técnicos son muy sólidos y la fotografía y la banda de sonido se lucen, señalamiento que a pesar de ser positivo, no alcanza para compensar cierta debilidad en promedio del trabajo de Brizzi.
Si buscan una comedia liviana y europea, probablemente podrían darle una chance a “Por siempre jóvenes”, en lo personal creo que esta era una gran posibilidad para que el director jugara con transgredir el paradigma italiano de comedia tradicional, y enriqueciera la perspectiva, con un producto más jugado. Me quedé con ganas de más, sin dudas.