Permitidos

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Las trampas del amor

La comedia no se divide por países o décadas. Una comedia funciona o no funciona, lo demás es secundario. Así que empecemos por lo importante, y luego sí, por puros cinéfilos, sigamos con lo segundo. Permitidos funciona, es una comedia graciosa, es una comedia bien filmada, no es la mera ilustración de unos diálogos divertidos, Permitidos es una buena película de forma completa.

Una pareja que está feliz, juega inocentemente en una cena, con la posibilidad de que haya una cláusula de infidelidad aceptada entre ellos. La palabra es permitido, y se refiere a la muy poco probable posibilidad de que una persona famosa elegida se cruce en la vida de ellos. Estos permitidos son lejanos, así que solo se trata de una broma. Un mero chiste abre la puerta del desastre.

Porque para eso se han inventado los conflictos dramáticos y para eso las grandes comedias. Para que lo improbable se vuelva una realidad y los personajes se ven inmersos en un sinfín de problemas no calculados. El problema venía anunciado desde el título. Los permitidos se vuelven realidad. Los terceros en discordia más inesperados se hacen presente.

Ariel Winograd, director de Mi primera boda y Vino para robar, ya ha demostrado que conoce de sobra el conflicto de pareja y domina muy bien la comedia. Su estilo, cuidado en lo visual, y siempre con buen ritmo cinematográfico, se va a afinando título tras título hasta convertirlo en un experto en el género. ¿Pero qué género es ese exactamente?

Winograd trabaja como pocos en el cine actual, la screwball comedy. Una de las grandes noticias dentro del cine argentino del siglo XXI, es que por primera vez conviven todas las formas posibles de hacer cine. Y una de esas formas es retomar las mejores herramientas e ideas de la comedia clásica. Tanto la norteamericana como la nacional. Hay en Permitidos tanto de screwball comedy de Hollywood como de la Edad de oro del cine argentino.

Aquellas comedias tenían varias características, una de ellas era la de la idea del rematrimonio, como describe de forma insuperable Stanley Cavell en su libro La búsqueda de la felicidad, donde habla de este género. En estas películas, los protagonistas empezan la historia juntos, como una pareja feliz, para luego separarse por diferentes motivos, buscar nuevas historias y finalmente volver juntos con votos renovados y la convicción del amor y el deseo mutuos.

En las década del 30 y 40 en Estados Unidos y en las décadas del 40 y 50 en Argentina, varios directores, guionistas y estrellas mostraron los conflictos de pareja de forma sofisticada pero sin drama, a puro pasos de comedia. Muchos directores derivaron con los años de estos films, pero los mejores siguieron siendo los originales. En Estados Unidos algunos de estos títulos fueron Casados y descasados (1941) de Alfred Hitchcock, Lo que sucedió aquella noche (1934) de Frank Capra, La pícara puritana (1937) de Leo McCarey, La historia de Palm Beach (1942) de Preston Sturges, La adorable revoltosa (1938) y Ayuno de amor (1940) de Howard Hawks, entre otros. En Argentina algunos ejemplos son La rubia del camino (1938) de Manuel Romero y muchas comedias del maestro de la Screwball comedy, Carlos Schlieper, como El retrato (1947), Esposa último modelo (1950), Mi mujer está loca (1952), Cuando besa mi marido (1950) son ejemplos perfectos de screwball comedy.

Estas comedias sexuales mostraban siempre a la pareja en riesgo. O se terminaban de conocer y debían romper compromisos previos o eran un matrimonio roto que había que volver a unir. La sexualidad era una parte clave de la trama, y eso las diferencia de la comedia romántica. Además de un humor absurdo poco realista, otra diferencia importante. Un ejemplo: En Casados y descasados, la pareja jugaba con la idea de si se volverían a casar si de repente no estuvieran casados. Él, sabiendo que eso no pasaría, contesta que no. Esa misma tarde, ella se entera de que por un error legal, no están verdaderamente casados. Ahí arranca una comedia con terceros en discordia que cumple con todas las reglas del género. Algo de eso hay en Permitidos, claramente. En aquellas comedias, todas ellas feministas, la mujer y el hombre tenían un peso equivalente, no estaban inclinadas hacia uno u otro. Un gran problema de estas comedias en Argentina durante muchos años (posteriores al período mencionado), eran el descuido del personaje femenino, la falta de profundidad en su retrato, la ausencia de deseos y objetivos. Esta cuenta pendiente del cine argentino se ha recuperado en los últimos años y Permitidos es un ejemplo perfecto de screwball comedy. Más cerca de Romero y Schlieper que las comedias nacionales de las décadas que separan a aquella época de la actual.

Otro gran ejemplo de screwball comedy, verdaderamente brillante, es Voley, dirigida por el protagonista de Permitidos, Martín Piroyansky. Aunque Voley era una comedia coral, las ideas de la screwball estaban presentes. No es raro que trabajen juntos Winograd y Piroyansky aunque Permitidos sea el trabajo más importante que han hecho juntos, ambos son fundamentales para la trama. Y como en toda buena comedia de esta clase, la actriz protagónica también es fundamental. Sin esa protagonista no hay comedia que logre funcionar. Y Lali Espósito cumple con creces el desafío. Espósito, actriz y cantante muy popular con una carrera importante en programas televisivos de mucho rating, ya había probado suerte en el cine pero es aquí donde creo que logra el tono exacto de una gran comediante. Ser gran comediante significa ser gran actriz. Ella y Piroyansky se lucen en sus papeles, son personajes que se hacen querer, tienen carisma, y a la vez son muy graciosos sin pasarse nunca de registro. En un país donde la comedia tiende a ser grotesca, ellos actúan de manera más clásica, más funcional al guión que su propio show personal.

Otro acierto de la película son los personajes secundarios, el cliché del clásico forzado no acá no está. Los personajes están muy bien todos, desde los de papeles más pequeños a los terceros en discordia, Liz Solari (absoluta revelación en comedia) y Benjamín Vicuña. La sumas de tantas buenas actuaciones solo puede atribuírsele al director, capaz de sacar de todos lo mejor. El guión, de Julián Loyola y Gabriel Korenfeld es también el vehículo para que todos puedan lucirse.

Hacer screwball comedy no siempre es sinónimo de éxito, los espectadores no necesariamente prefieren una comedia más adulta, más arriesgada y con tantos problemas. Una screwball comedy es una versión más seca y compleja de las comedias románticas, aun cuando coincidan en muchos puntos. Si quieren llamar a Permitidos comedia romántica, no hay problema, pero ser más específicos es una forma de elogiar sus virtudes más profundas, aquellas que la conectan con esos clásicos no superados de la historia del cine. Y otro elemento que conecta esta película con los clásicos es la belleza de sus imágenes, el cuidado que tiene para la puesta en escena. Esto no es televisión filmada, esto es cine.