Permitidos

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Comedia despareja, zafada, risueña, con poca sustancia argumental y algunos buenos momentos. Empieza bien, sin exageraciones, creíble, movediza y fresca. Pero de a poco entra en un espiral de imposibles que acaban en un final para el olvido. Los actores están bien, aunque adopten un registro exagerado que les quita gracia. Lali Espósito aporta desenfado, pero suele pasarse de rosca con su lenguaje y sus modos. Y Piroyansky, siempre talentoso, a veces subraya demasiado los mohines de esa cara lista para el asombro que parece convocar a la farsa y el desamparo. El filme tiene un buen punto de partida. En una cena con amigos, Camila y Mateo, que hace que están listos para empezar a convivir tras un largo noviazgo, empiezan a jugar con los “permitidos”, una licencia amorosa que consiste en contar con el permiso del otro para tener una aventura fugaz ( o una fantasía) con alguien famoso, inalcanzable. Pero la casualidad hace que Mateo entre en la vida de la gran modelo del momento, que era su “permitido”. Y todo cambia: sus amigos lo envidian, su jefe lo idolatra y Camila lo echa. Y a partir de allí, el despecho, la venganza y lo enredos entran en escena.

La historia empieza a sonar forzada y el humor sólo se asienta en el lenguaje de Winograd, demasiado burdo y grosero, muy emparentado con la nueva comedia americana, donde la escatología y el mal gusto han reemplazado al ingenio. Una Buenos Aires cinco estrellas es el telón de fondo a esta viñeta alocada que depende más de las situaciones que de la historia. Permitidos es la cuarta película en cinco años de Ariel Winograd, un hombre que había dado pruebas de sus búsqueda en “Con Cara de queso”, “Mi primera boda”, “Vino para robar” y “Sin hijos”, un humorista con buenas ideas apuntes. Es cierto, a veces payasea demasiado y se apoya más en el efecto ocasional que en sus personajes, pero sin duda viene haciendo un aporte valioso a un género siempre difícil