Percy Jackson y el ladrón del rayo

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Acción en el Olimpo

El director Chris Columbus vuelve a contar una historia mágica (dirigió las dos primeras películas de Harry Potter, en 2001 y 2002) reciclando el Olimpo de los dioses griegos, fuente inagotable de amores, odios y peleas por el poder.

Basada en la novela de Rick Riordan, Percy Jackson y el ladrón del rayo imagina una raza de semidioses que se mueve en el mundo actual, ignorante de sus ancestros. Percy es disléxico, se siente un perdedor y, además, la pasa mal con su padrastro, un sujeto violento que está lejos de comportarse como un dios.

La ira de Zeus y su enfrentamiento con Poseidón es la punta para el descubrimiento de Percy sobre su identidad. Se ha comparado la película con la saga de Potter, pero aquí Columbus propone pura aventura en la Tierra, el Hades y el Olimpo, sin indagar en profundidades psicológicas ni existenciales. Percy Jackson y el ladrón del rayo es una película de acción y aventuras, muy entretenida, una vez que la “traducción” para el público masivo del panteón de dioses y sus mitos logra acomodarse en el escenario contemporáneo, donde los chicos dicen “cool” y Poseidón (Steve Coogan) se ve como un rolinga amenazador.

Para mantener el encantamiento, Columbus ha recurrido a Uma Thurman, maravillosa Medusa; Pierce Brosnan, el Centauro; Sean Bean, Zeus; Kevin McKidd, Poseidón; y los jovencitos Logan Lerman, Percy; Brandon T. Jackson, Grover el fauno, y Alexandra Daddario, Annabeth, hija de Palas Athenea. Con respecto al impacto visual, los efectos van de la mano del humor, rasgo distintivo del director. De paso, hay anuncios de catástrofes climatológicas, una variante de la ira de los dioses enfrentados.

Por eso, la tarea de Percy es devolver el rayo a Zeus en tiempo récord, estrenando poderes. La película resulta una buena excusa para que los chicos se acerquen a los conflictos y personajes mitológicos donde reconocerán varias paternidades, en términos de relato.