Pantera negra

Crítica de Javier Califano - Proyector Fantasma

Black Panther probablemente sea una de las películas del universo cinematográfico de Marvel con más estilo y personalidad desde Capitán América: el soldado de invierno (Joe Russo, 2014), presentando un variopinto de atmósferas que se pasean desde la épica fantástica hasta la intriga y el espionaje.

Las películas de Marvel Studios trasladaron a la pantalla grande un sello de calidad e identidad que supo consolidarse en los últimos 10 años gracias al prestigio de personajes de larga data en el ámbito de las viñetas. Aunque buena parte del volumen de producción de Marvel Studios en los últimos tiempos no se mueva de una cierta zona de confort – que puede tornarse redundante y ajustada a una fórmula magistral -, haciéndose difícil mostrar algo diferente a su creciente número de espectadores, cada vez más ávidos por novedades. De modo que se hace más notoria la distinción de películas enraizadas a la identidad de sus realizadores, o el peso de su relato: es el caso de ambas entregas de Guardianes de la Galaxia (2015, 2017), Thor: Ragnarok (2017) y Pantera Negra que, en esta oportunidad, se contrapone a todo lo que ya se ha visto en la factoría de la casa de las ideas.

Desde mediados del siglo XIX la literatura corono al continente africano de aventuras y misterios más allá de la imaginación. Esta fue la influencia de Stan Lee y Jack Kirby, patriarcas de Marvel Comics, para situar en el corazón del continente a la ficticia nación de Wakanda , cuna de los relatos de Black Panther. Un personaje que desde su primera aparición en Fantastic Four# 52 (1966), destaco como un interesantísimo héroe, de cuantioso desarrollo narrativo y una riquísima tradición.

Desde tiempos inmemoriales el reino de Wakanda ha protegido su mayor recuso natural: el Vibranium, un metal precioso adosado a inimaginables propiedades, que hace de este lugar un prodigio del desarrollo científico-tecnológico que por milenios ha ocultado su verdadero potencial, por encima de los canones de civilizaciones entreveradas en conflictos bélicos.

El realizador Ryan Coogler, responsable de Fruitvale Station (2013) y Creed: (2015), toma entonces las riendas la nueva superproducción de Marvel Studios, que resulta una celebración al entretenimiento que sutilmente deja entrever temáticas socio-políticas contemporáneas que darán que hablar. Si bien estamos hablando de una película que trae como protagonista a un superhéroe de ascendencia africana y todo su fascinante universo, lo que obviamente es importante es que Ryan Coogler como director apela viejo arte de contar una historia. Destaca la importancia otorgada a la trayectoria y simetrías que definen con igual relevancia al protagonista y del antagonista, independientemente de tratarse del héroe o villano de turno.

Si Capitán América: El Soldado de Invierno (2014) fue una de las producciones más políticas de Marvel Studios, en Black Panther la política es mucho más intrínseca. No estamos ante una película de orígenes, dado que ya conocimos a Black Panther en Capitán América Guerra Civil (2016), cuando T’Challa tuvo que heredar el trono después del magnicidio de su padre.

El carismático rey T’Challa intenta hacer lo correcto para su pueblo, pero en el proceso descubre un complot que atenta contra su liderazgo. A pesar de tener un gran poder sustentado desde la parafernalia tecnológica – dejando al mismísimo Iron Man/ Tony Stark en ridículo -, es su responsabilidad e impacto como líder en su comunidad la mayor fortaleza de T’Challa como monarca, y de Black Panther como protector de su pueblo.

Aquí se exponen dos visiones de mundo, bien al estilo de las ideologías de Malcom X y Martin Luther King respecto a la unión y libertad para el pueblo negro y, por supuesto, la revolución. Por un lado tenemos T’Challa/ Black Panther (un cautivante Chadwick Boseman que dota de matices a su personaje), quien asume la responsabilidad como el monarca de Wakanda. Como un meticuloso rey, promueve la unidad de su pueblo para concebir la integración y apertura política del reino de Wakanda al mundo, aludiendo a los principios de coexistencia pacífica de Martin Luther King.

En tanto que Killmonger (un sorprendente Michael B. Jordan), tal como Malcolm X, harto de persecuciones terroristas racistas, planea utilizar la supremacía de su pueblo para restablecer una condición de poder en el mundo, revelando la verdadera y oculta naturaleza de Wakanda. Por primera vez en las películas de Marvel, el impacto en el discurso de un antagonista como Killmonger puede causar en el espectador algunas plausibles reflexiones. Sin embargo resultan cuestionables sus motivaciones y todo aquello que hizo para llegar a luchar por el trono de Wakanda y de los congéneres que viven en el mismo continente.

Resulta cautivante la propuesta de diversidad e igualdad, para nada panfletaria, encarnada en las cuatro mujeres que, junto a Black Panther, son protagonistas de la escena. Lupita Nyong’o, Danai Gurira, Angela Bassett y Letitia Wright, interpretan al entorno cercano del nuevo héroe de Marvel que arriba a la pantalla grande, ellas, literalmente se roban cada escena de este sorprendente espectáculo. En tanto el villano Klaw , ya visto en Avengers: Age of Ultron (Joss Whedon, 2015), magistralmente interpretado por Andy Serkis incita y desvía toda primera intención de revolución promulgada por el antagonista Killmonger interpretado por Michael B. Jordan (Creed).

El tono y la atmósfera alrededor de la épica del héroe de un pueblo superior, junto al protector de toda una cultura y por extensión del mundo entero, resultaron idóneos para el desarrollo argumental de Black Panther. Nadie es consciente del verdadero poder del reino de Wakanda que, aislándose del resto del mundo, supo convertirse – deliberadamente – en un enclave cuya ciencia avanzada está protegida por la voluntad de un pueblo que defiende sus tradiciones y su identidad. Una paradoja fascinantemente que juega entre el pasado enraizado y la utópica promesa de un sorprendente futuro que acontece en el presente.

El extraordinario relato de Black Panther promueve peligros inesperados que perfilan en el núcleo más cercano de nuestro héroe. Es el antagonista y contendiente al trono quien pretende transformar el aislamiento del reino en la agresión motivada con el deseo de dominar, dando rienda suelta sentimiento de venganza contra un mundo que nunca ha tenido consideración alguna para el pueblo africano a lo largo de los siglos.

Mucho más que en cualquier otra película Marvel Studios, Black Panther posee claramente una identidad política precisa, un soberbio mensaje anti-racismo y la celebración de una épica que alude a la igualdad entre hombres y mujeres. Pero por sobre todas las cosas destaca un interesante enfoque acerca de la responsabilidad personal de un rey frente a un pueblo, y que junto con el respeto, también refiere a la tradición y creación de un mito en nombre de la auto-preservación de un pueblo.