Pájaros volando

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Un puñado de personajes extraños en busca de un lugar en el mundo.

Al guionista Damián Dreizik le gusta reírse de los clichés. Así lo muestra en “Pájaros volando”, película de la cual es responsable de los diálogos y en la que también compone un personaje que es un ejemplo de su desparpajo.
Para hacer humor Dreizik se sirve desde la toponimia, hasta el nacionalismo, el folclore, los hippies, el rock y una sutil referencia a la política en el personaje interpretado con calidez por Antonio Cafiero.
?Con esa actitud iconoclasta, Dreizik y el director Néstor Montalbano dieron forma a una comedia bastante delirante y bizarra, con pinceladas de humor naif. Para interpretar a los personajes se reunió un elenco ecléctico, que incluye desde actores de larga trayectoria hasta referentes del rock.
?La historia transcurre en un pueblo de Córdoba donde va a parar José, el personaje de Diego Capusotto. Llega hasta allí convocado por su primo Miguel, a cargo de Luis Luque. Ambos tuvieron una banda en los 80, Dientes de Limón, y un hit, “Pájaros volando”, del que sólo unos pocos se acuerdan.
?Miguel es parte de un grupo de “delegados” elegidos por los extraterrestres para hacer un viaje interestelar que será algo así como un intercambio cultural en el cual les enseñarán a los humanos cómo preservar la Tierra.
Algunos de los numerosos y extravagantes personajes de la película están forzados hasta el límite de la parodia y el absurdo, pero nunca dan el paso hacia el ridículo. Aunque son reconocibles, todos parecen fuera de la realidad en ese lugar en medio de la nada, donde se dedican a sostener como sea sus fantasías de un mundo ideal a pesar de los evidentes roces y un nivel de agresividad y recelos que no siempre pueden ser contenidos ni disimulados.
El plan de Dreizik y Montalbano era ambicioso y desmesurado. Ese cóctel de humor disparatado que es la película hubiese naufragado sin el aporte de un grupo de actores que nunca cede a la tentación de apelar a la caricatura.
Si alguien pretende ver alguno de los personajes de Capusotto quizás lo encuentre, pero Juan es original y por momentos no tiene nada de humorístico sino que resulta conmovedor por la certeza que tiene del fracaso en el que se convirtió su vida.
Y así ocurre con el resto, como la criatura desaforada de Luis Luque, la muy eficaz Verónica Llinás o Claudia Puyó, con una breve y contundente intervención. Ellos son los que hacen creíble ese gran equívoco de un grupo de personajes que intenta con humor darle algún sentido a sus vidas.