Pagliacci

Crítica de Caty Filgueira - Cuatro Bastardos

Pagliacci: Una Oda al Circo.
En este documental, viajamos al backstage de un arte un poco olvidado pero aún vigente y con mucho que ofrecer.
Todos en algún momento hemos ido al circo o, por lo menos, a una función circense. Y, más que seguro, lo hemos hecho como niños y nuestros recuerdos de la función son probablemente vagos. Pero el circo perdura, como otras formas de arte que el mundo considera pasadas de moda, y es aún tan vigente como la primera vez que un acto circense se puso en marcha.
En Pagliacci, hacemos un pequeño recorrido por el detrás de escena de la puesta de la obra homónima. Allí se nos presentan actores, actrices, malabaristas, músicos, trapecistas, acróbatas y, sobre todo, payasos; esa raza tan particular de personas que te conmueven y hacen llorar de risa en la misma oración si les das la oportunidad.
Tras la muerte de su compañero Domingos Montagner, Fernando Cavarozzi empieza la construcción de una nueva versión de Pagliacci por primera vez sin su compañero pero con nuevos amigos que los talleres circenses impartidos por Fernando Paz y Filipe Bregantim le han ayudado a encontrar.
Eso es lo que este film nos presenta en su totalidad. El desarrollo de principio a fin de una nueva obra teatral y circense y todo lo que su puesta en escena conlleva: desde ensayos y vestuario a viajes y armado de la carpa. Desde los detalles más mínimos a los más grandes, el circo es un arte que demanda pero que devuelve en igual medida.
El circo es, como los protagonistas de ese arte dicen, pasión. Es adrenalina y viajes. Es poner en escena cosas que quizá deban hacerte llorar y lograr con ellos sacarte una carcajada para que, al fin, logres dejarlas atrás. Es una compleja yuxtaposición de caras, nombres, historias con el único fin de alegrarte la vida un poquito, aunque sea por unas horas, pero que te dejan con una calma felicidad por mucho más tiempo.
La historia nos muestra el arduo trabajo que una puesta en escena toma y te pone en evidencia lo complejo que es el circo detrás de escena comparado con lo ágil, simple y, a veces, hasta improvisado que puede parecer al espectador poco acostumbrado a esta forma de arte.
Y son varios los testimonios que se reúnen en esta oportunidad para mostrarnos el otro lado de la vida circense, la cual no es como muchos creen y a la vez sí: es viajes, nuevos lugares, movimiento, trabajo arduo y mucho ensayo. Pero en las palabras de los payasos mismos que opinan sobre su arte, ellos no son pobrecitos por ello. Ellos son bendecidos por la oportunidad de vivir sus vidas de esta forma y poder poner en escena algo que los hace orgullos y los apasiona porque, “Si fuera malo, ya me habría ido. De bobo solo tengo la cara, nada más”.
El circo se ha ido adaptando, como todo, al paso del tiempo y a los cambios. Lidia con el concepto del payaso de fiesta y con la pérdida del payaso que hacía temblar a los más serios (léase políticos) al decir las verdades que muchos preferían ocultas. Pero el payaso sobrevive y vive. Sigue en el escenario, en el picadero. Es una tradición casi familiar, porque vemos a los más pequeños ya tomando parte de algunos actos a lo largo de la narración de este documental. Es una historia pasional la que vemos aquí. Casi una historia de amor entre los payasos y la institución que es el circo.
Es impresionante lo que los directores logran contarnos en una hora, porque la historia es mucho y los que nos muestran también sin saturar al espectador pero dándole una buena dosis de lo que este grupo de personas alucinantes trae a escena de forma diaria para entretener y perdurar más allá del olvido que parecería que el mundo actual quiere meterlos. Pero la realidad que nos muestran es que el circo, el arte circense en su mejor expresión, vive y vivirá siempre que, como ellos mismos dicen, esté dispuesto a subir al escenario.