One Direction - Así somos

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

No sólo para fanáticos

En este documental se muestra al quinteto pop, en plena intimidad durante una gira, pero también en el trato con su familia.

Con fragmentos del dinámico show en el O2 Arena de Londres (filmado en abril de este año), One Direction: Así somos, balancea la paleta pop del quinteto (surgido en el reality The X-Factor en el Reino Unido) junto al fervor de sus fanáticos y un interesante costado familiar del grupo.

El frenesí de sus seguidores en el aeropuerto de Tokio o los miles que congregan en la puerta de los hoteles muestran la legión teen que los aclama a escala global. Y esto lo aprovechó el director Morgan Spurlock mostrando sus rostros emocionados, filmando pruebas de sonido, recorriendo escenarios de todo el globo y haciendo un ajustado uso del slow motion que deja notables planos en vivo con toda la profundidad del 3D.

El documental muestra a una boy band por fuera del molde prefabricado de la industria que los deglutirá día a día. Estaremos frente al costado angelical de los muchachos, donde los excesos desaparecen por arte de magia (lo más salvaje es jugar con un carrito de golf dentro de un estadio cerrado) y cero groupies alrededor. Su diversión parece ir por otro lado: compartirán unos tiros al arco con Cristiano Ronaldo, acamparán en el bosque alrededor de una fogata (¿hecha por ellos?), o se disfrazarán para pasar desapercibidos entre sus fans: atención al barbado acomodador de ubicaciones.

Este grupo apadrinado por el implacable jurado Simon Cowell reconoce que “odian apasionadamente bailar”, en palabras de su coreógrafo. Y aunque One Direction niegue que este documental esté guionado, varias escenas dejan un manto de duda. ¿Un ejemplo? Cuando pasan a saludar por los camerinos del Madison Square Garden el director Martin Scorsese y el actor Chris Rock.

El costado emocional del documental se vuelca más por el lado padre-madre que por la devoción de sus fans. Es más, esa reacción masiva que producen es analizada por un neurocientífico -réplica de un cerebro en mano- quien explica los efectos de la dopamina. Un enfoque más que original.

El documental hace un logrado seguimiento por la gente más cercana al grupo. El irlandés Niall en el casamiento de su hermana o mirando un partido de fútbol. O cómo Harry atiende la panadería familiar, muestra el contraste entre la tranquilidad de los que lo conocen de toda la vida y la locura de las giras mundiales.

También dice presente la emoción de la mamá de Zayn cuando ve la casa que le regala su hijo, y el conmovido padre de Liam, que no para de repetir: “se me fue, se me fue”, ante el inevitable trajinar de su hoy popstar mundial. “No lo estás disfrutando todo el tiempo”, es la autocrítica de uno de ellos. Y vaya si esto será cierto.