Olmedo: el rey de la risa

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

La película que no fue

Casi sin proponérselo Olmedo. El rey de la risa (2019) cuenta los problemas que tuvo la producción para llegar a convertirse en una biopic convencional (al estilo Yo soy así, Tita de Buenos Aires) pero que por una u otra razón no llegó a concretarse. Mariano Olmedo toma las riendas y completa un proyecto con forma de Frankenstein en el resultado final para homenajear a su padre.

Alberto Olmedo es un icono de la cultura popular Argentina. Merecía un homenaje sin lugar a dudas y era una tentación llevarlo a la pantalla grande. La forma biográfica de su vida, con infancia humilde y ascenso a la fama, cumplía con los requerimientos del género. Pero algo sucedió y la película deambula –y por momentos naufraga- entre imágenes ficcionales de un joven Olmedo, con el riquísimo material de archivo que va desde grabaciones inéditas hasta los fragmentos de sus clásicos programas y películas.

Cuando la figura e imagen de Olmedo aparece se enriquece este proyecto que busca recordarlo con una sonrisa. La entrevista de una redactora de una revista a Mariano es la excusa para darle una estructura unificadora a Olmedo. El rey de la risa. La voz de Mariano articula los inicios de su padre con las imágenes de la biopic en un primer momento para luego ir directo al “Olmedo grande” ya con imágenes de los programas y personajes que supo crear: Capitán Piluso, El manosanta, El dictador de Costa Pobre, el mayordomo Perkins, y tantos otros.

En su faceta documental la película continúa con entrevistas a Dady Brieva, Guillermo Francella, Diego Capusotto y Moria Casán. Es llamativo porque no son figuras que lo hayan conocido de cerca (salvo Moria), y están simplemente en calidad de humoristas contando una suerte de legado que el Negro Olmedo les dejó. Por otra parte están las entrevistas a sus hijos que buscan narrar la parte familiar y cometen el pecado de darles mayor protagonismo a ellos (con Mariano a la cabeza) que al personaje homenajeado por la película, siendo el tramo de menor interés del film.

Es interesante ver el carisma del Negro Olmedo imponerse, como si su espíritu de improvisación tantas veces visto en la pantalla emergiera en esta producción para tapar sus sin sentidos (¿por qué empieza con imágenes de Mar del Plata?) e invita más allá de sus defectos a querer ver y saber más de este enorme cómico argentino.