Número 9

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Cuerpos sin almas

Esta película está basada en un corto de animación, que fue nominado al Oscar en el 2005 (y que se puede ver haciendo clic acá). Ese cortometraje se desarrollaba en un mundo desolado en el cual sólo 3 seres tenían vida, y gracias a sus almas. Bah, uno de ellos se encargaba de robar el alma de los demás. Mutismo absoluto de parte de los protagonistas, que aún así no necesitaban del habla. Era claro cuando tenían miedo y cuando investigaban. Lo que se sugería, era mejor que un voice-over o intertítulos explicativos. Después de todo, la imaginación del espectador se disparaba y así uno podía oscurecer (o no) más la historia.
En el largometraje, la misma historia se alargó, y se le agregaron más detalles. Pero eso no necesariamente es algo bueno. Primero, la idea del mundo devastado acá se explica: una especie de gobierno fascista, comunista o alguno de esos gobiernos que alteran la paz y el orden mundial, en su afán por desarrollarse y ser la potencia bélica número 1º, llevó al mundo a la ruina. Sólo quedan muñequitos de trapo creados por un científico, que guarda algo muy valioso. Y para hacer(les) la vida imposible, están las máquinas primas de Skynet, la malévola computadora de la saga de Terminator. Cómo revive la máquina principal y para qué los muñecos tratan de encontrar el mcguffin de la película (una especie de disco recolector de almas) es algo desintencionadamente gracioso. Digamos que el caos se desata por la misma "misión" de los héroes, para que estos tengan, ahora sí, la misión de restaurar el equilibrio. O algo así.
Los puntos más altos de Número 9 no son tanto los aspectos técnicos (que están bien) sino el diseño de todas las criaturas, desde las afiladas garras de los siniestros robots (con secuencias "shockeantes" para una película "para chicos", título molesto si los hay) hasta el diseño de los muñequitos de trapo, que reflejan sus personalidades. Pero, aún así resulta muy difícil conectar con cualquiera de estos personajes. No sólo porque sus movimientos y párpados (y ojos) son muy de stock, carentes de cualquier atisbo de gracia y humanidad, sino porque el doblaje (en inglés, según esta crítica) no hace otra cosa que empeorar todo.
Los distintos actores-estrellas que pusieron las voces son John C. Reilly, Elijah Wood (Happy Feet), Jennifer Connelly y Christopher Plummer (también la voz de Muntz en Up). Será que uno está acostumbrado a sus voces, puede ser. Será que cada voz se siente distintate, que el voice-acting es débil, y que parece una grabación en un estudio de sonido, donde cada uno grabó en un día distinto, seguro. No sé si fue así, pero poco me importa: las voces no suenan como si fuesen las de dos personajes dialogando, sino que lo hacen como si fueran dos actores recitando líneas para cobrar el cheque de turno.
El lado bueno de la película es su medianamente innovadora apuesta por el género de acción animada. Las correrías, explosiones y escapes al borde de la muerte están bien. Pero toda la película carece de alma. Una lástima, si uno se pone a pensar que bien podrían sacrificar un par de muñequitos más para que el film este tenga algo de vida.