Noé

Crítica de Lucas De Caro - Toma 5

“Noah”: ciencia ficción bíblica

Mucho se especuló con esta nueva superproducción antes de su estreno, ya que levantó opiniones opuestas en los medios y alrededor de todo el mundo. El director neoyorquino de origen judío, Darren Aronofsky, tomó una historia del génesis del libro sagrado religioso más importante en todo el mundo y la rearmó adaptando así una historia que puso nerviosos a los más ortodoxos y capturó la atención de la mayoría de los fanáticos de su cine.
De esta manera, el hombre que se terminó de ganar el respeto de la Academia tras llevar a “Black Swan” (2011) a los premios Oscar, nos presenta ahora la historia de Noé, definido por él como el primer ecologista de la tierra. El drama ya lo conocemos todos, la trama principal de la película gira en torno a este personaje y a la construcción de un arca para salvar la vida en el mundo. La misión que se le encarga, la relación con su familia y los sueños visionarios que tiene son los que guiarán a las principales acciones.
En esta ocasión, Noé es un tipo recto, solidario y que lucha por el progreso de la creación divina. Aunque por momentos se encuentra corrompido por la bestialidad humana y adoctrinado por el poder de Dios, este personaje está lejos de ser alguno de aquellos desquiciados que nos presentó Aronofsky en sus anteriores películas. En sus antecesoras nos metió en la vida de un enfermo por las matemáticas (Sean Gullette en ‘Pi’), en la de un loco por la heroína (Jared Leto en ‘Requiem for a Dream’) y hasta en la de una adicta profesional a la danza (Natalie Portman en ‘Black Swan’). Sin embargo, el personaje que encarna Russell Crowe, con su espíritu eterno de gladiador, no nos sumerge en el nivel de tragedia que se nos tiene acostumbrados. Otro detalle es que con este nuevo protagonista, Aronofsky nos invita a pensar que el hombre es el mismo prácticamente desde que comenzó la historia de la humanidad, siendo éste el único ser en el planeta que mata a otro no por comida, sino simplemente por matar.
Además, el reparto lo completan otros grandes nombres. La más sólida es Jennifer Connelly, que hace de esposa del personaje de Crowe, con quien ya había estado casado en “A Beautiful Mind” (2001). Por su lado, a Anthony Hopkins, que se pone en la piel de Matusalén, le cae como anillo al dedo su papel de viejo decrépito que en su momento supo ser importante. Para alegría de los más sensibles emocionalmente, también trabaja Emma Watson, quien nos enamora con sus tiernas pecas pero deja bastante que desear si hablamos de actuación, excepto cuando sufre y llora de dolor, que es lo que mejor le sale. Entre los otros hijos de Noé, se destaca el personaje de Logan Lerman, que trabaja un personaje indeciso y sumamente controvertido.
Me atrevo a decir que quizás esta película pueda significar el inicio de un nuevo camino para el séptimo arte que toma a La Biblia como su principal fuente de inspiración y la desestructura convirtiéndola en un mundo donde reina el pecado y la codicia. Además, la inclusión de criaturas desconocidas y la aparición constante de la muerte sin piedad terminan de redondear a esta nueva modalidad que convierte a la obra en un relato bélico, dramático, y por qué no, de ciencia ficción.
Aunque no considero que sea lo mejor de Aronofsky, se merece las felicitaciones ya que presenta una historia conocida de manera original y logra sorprender con sus escenas oníricas que ponen con los pelos de punta a toda la sala. La película seguramente sea el fastidio para los críticos que les gusta encasillar al arte en géneros pero será un goce para aquellos que saben que el cine es mucho más que eso. A disfrutarla.