Noé

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Un waterworld bíblico

Luego de las críticas de algunos sectores debido a las licencias bíblicas que se toma la película, llega la nueva creación de Darren Aronofsky, el realizador de Réquiem para un sueño y El Cisne Negro.

Noé (Russel Crowe) es el devoto carpintero azotado por pesadillas premonitorias sobre el diluvio universal que debe construír una embarcación bajo los designios de Dios para salvar a su familia y a dos animales de cada especie del planeta.

Este "volver a empezar" de Aronofsky navega entre las películas de gran presupuesto con sus ingredientes de cine de género y un tono ecologista que además mantiene el oscuro universo de un personaje celoso y cegado por la titánica misión que debe llevar adelante. Noé enfrenta a su cuñado (Ray Winstone, el villano de turno), no lo deja subir al arca que los llevará a la refundación de La Tierra, y hasta se convierte en una suerte de justiciero divino cuando decide la suerte de sus nietos.

Noé tiene buenos momentos, pero también concentra secuencias que desconciertan y desentonan con el tono que el relato debía mantener desde el comienzo. Los "gigantes de piedra" que defienden al personaje central y su familia parecen salidos de El señor de los Anillos y ese costado fantástico no se abandona y resta interés y potencia a lo que vendrá después.

Por otro lado, la estética psicodélica o el resumen de Adán y Eva, Caín y Abel, no terminan de convencer en esta película de gran presupesto que pelea constantemente con los caprichos de "cine de autor". Quizás no es el corte final que Aronofsky hubiese soñado pero es el que finalmente se estrena. En el medio del caos, la lluvia constante, el hambre, la corrupción y la visión ambientalista aparecen animales, serpientes que cambian su piel en alusión a la transformación, buenos efectos visuales y un 3D que no aporta demasiado.

Lo mejor está en el elenco: Crowe, Connelly, Watson, Lerman, un clan con conflictos y luchas internas que se desatan dentro de la embarcación. Y Hopkins aporta lo suyo en su breve intervención de Matusalém.