Mimic: No sigas las voces

Crítica de Federico Ignacio Bazán - Cuatro Bastardos

No Sigas Las Voces: Imitación de otras películas del género.
Película de terror psicológico, atravesada por un drama personal, de Corea del Sur, donde un espíritu maligno imita las voces de los humanos cautivando los corazones de los personajes y los fanáticos del género.
Una nueva película del sur de Corea llega a nuestras tierras. En este caso de la mano del director Huh Jung quien había llamado la atención en 2013 con un film de terror de bajo presupuesto llamado Hide and Seek, que fue un éxito de taquilla. Después de otro par de películas intermedias, aquí vuelve con Jang-san-beom o The Mimic, o un título mucho más directo como es No Sigas Las Voces.
La historia es bastante original, aunque algunos pasajes recuerden a la estructura de cualquier película de terror, como por ejemplo The Wailing de Hong-jin Na pero sin ser tan destacable como esta última. En este caso el film No Sigas Las Voces narra la historia de una misteriosa criatura que vive en una montaña, donde Ji-Yeon (Yum Jung-ah) y su marido Min Ho (Parque Hyuk-kwon) acaban de mudarse, cerca del monte Jang, en una hermosa casa reformada que era de sus padres. Los dos tienen una hija y también está la abuela que sufre de Alzheimer. Mientras que el monstruo posee una habilidad aterradora, puede imitar las voces humanas para atraerlos.
La película no se enfoca en lo policial mezclado con terror y lo fantástico, sino que éstos últimos dos géneros están conglomerados con el drama personal de esta familia. Especialmente la protagonista interpretada por Yum Jung-ah, que la recordarán quizá de otra gran película coreana como es Janghwa, Hongryeon (Dos Hermanas).
Más allá de esto la trama de la película resulta confusa por momentos. La edición que se llevó a cabo en post producción pareciera que lo hicieron sobre un film de más de 2 horas, ya que hay varias subtramas de personajes que complementan la historia principal las cuales no están desarrolladas. Como la abuela con Alzheimer y su pasado en aquella casa. O la policía que no investigó tanto anteriormente, y ahora parece un poco más interesada por algún motivo. O la clásica bruja que sabe lo que pasa con la cueva donde está el monstruo pero que, por alguna razón, no habla claramente hasta casi la mitad del transcurso de la película.
El director Huh Jung realiza un gran trabajo en la puesta de escena utilizando elementos vinculados al género de terror. Hay secuencias bastante originales llenas de un suspenso atemorizante que atraen al fanático del género. Todo esto vinculado a las correctas actuaciones, como la mencionada Yum Jung-ah, la protagonista que debe luchar con un pasado doloroso en el que perdió a su hijo, desaparecido cuando la abuela con Alzheimer lo cuidaba. Ella se enfrentará a aquella desazón que las personas sufren ante una pérdida semejante, luchando contra la evocación de ese dolor representado en otra forma.
La intérprete trabaja en consonancia junto a la pequeña actriz Shin Rin-Ah, de sólo 8 años de edad, quien ha estado en algunas de las películas coreanas más importantes en los últimos años como The Last Princess o Memories Of A Murder. La niña realizando la mímica, mezclando su cara de inocente y a la vez inquietante, junto al impacto visual del director logran como resultado un film de terror de buena calidad donde resalta la edición de sonido. Los clásicos temas de la posesión, los malos espíritus, sacerdotes inquietantes, misteriosos bosques, y hasta un rito chamánico recuerdan a otros films de terror, pero están correctamente implementados sin decepcionar excesivamente.
La película se basó en la leyenda coreana de Jangsan Tigre (el “Jang san beom” del título original, un ser sobrenatural que parece imitar las voces de sus seres queridos para atrapar a sus víctimas) para realizar esta cinta de terror psicológico. A pesar de que existan algunas acciones de personajes que no tengan sentido, aquí apreciaremos cómo se presenta el terror al olvido, el miedo de solo recordar lo que se necesita, pero sobre todo el pánico de decidirse a creer en una mentira.