No se aceptan devoluciones

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

No es sólo para reír

No se aceptan devoluciones tiene escenas bellas, tiernas y cómicas, pero también otras que juegan un poco con la sensibilidad del público. Además es, detrás de su aparente liviandad, bastante dura, con lo cual las publicidades de esta película no se ajustan estrictamente a la verdad. La ofrecen como una fiesta de la risa y no, también pega.

De cualquier modo, es comprensible el éxito que tuvo y tiene en su México natal y también en EE.UU., donde batió varios récords financieros del cine latino. En cuanto a sus figuras, Eugenio Derbez, su director, coguionista y coprotagonista, es una de las estrellas más brillantes del cine de aquella región. Se hizo famoso en la televisión azteca y luego mega famoso, después se pasó al cine, y desde hace poco está probando a dirigir. No se aceptan devoluciones es su debut en la silla grande.

En segundo término, la elección de la pequeña coequiper de la pantalla es muy acertada. La niña actriz Loreto Peralta es muy genuina frente a la cámara y eso, como decía Francois Truffaut, ya casi equivale a tener la mitad de la película resuelta.

Además, el filme luce muy moderno, muy original, muy colorido y muy desprendido. Marca diferencia con el cine actual, donde abundan los filmes grisáceos, edilicios, con escenografías tipificadas, infladas por los efectos especiales. En No se aceptan devoluciones, las diferencias están en la ropa de los personajes, en su manera de pensar, en el departamento donde viven papá Valentín y su hija Maggie. Allí, esta familia biparental ha montado el hogar de los sueños, un loft dedicado a la felicidad de una niña y un padre amorosamente comprometido a vivir cada minuto del día con ella como si fuera el último.

La historia por detrás es que Maggie llegó a los brazos de Valentín cuando éste era un soltero empedernido. Que la mamá desapareció con sus aires de romance de verano, y que Valentín cambió para siempre por esa hija. Se volvió padre en serio y se mudó a los EE.UU., donde se convirtió en un doble de riesgo. Final. No. Punto seguido. La mamá de Maggie ha reaparecido y quiere quitarle la tenencia a Valentín.

Es buena la música, funcionan varios gags, es bella la fotografía, ágil la narración. Eso sí, alguno prefieren que no se note que los productos envueltos para tener éxito. Aquí eso no está garantizado. Incluso, el argumento que desarrolla la película se parece y mucho a otra en la que actuó Derbez y que le hizo dar su primer espaldarazo en la pantalla grande. Se llama La misma luna, la dirigió Patricia Riggen, y en ella el gran comediante también representaba a un adulto que se hacía cargo de un niño en problemas con su madre, otra vez en la zona limíte entre mejicanos y "gringos".