No intenso agora

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

Este documental de João Moreira Salles está totalmente construido sobre material de archivo que gira alrededor de los convulsivos años 60, en particular sobre el Mayo francés, la china Maoísta, la primavera de Praga y una serie de acontecimientos en Europa relacionados con los grandes movimientos culturales y políticos de la izquierda más radical y más revolucionaria de mitad de siglo XX.

Atravesado por una voz en off, la del propio Salles, en un modalidad reflexiva más que expositiva con la que va organizando dos capas del relato en una sola unidad narrativa: por un lado las imágenes autobiográficas que refieren a un viaje de su madre a la China comunista, incluyendo hasta fragmentos más personales de vacaciones o trazos sueltos de la vida familiar; y por otros registros de noticieros, discursos en televisión, imágenes de la calle y de la vida en estado de revolución tomadas de manera amateur.

El relato propone una mixtura tan grande de fuentes que podemos ver desfilar desde un discurso televisivo de De Gaulle dando hasta un video familiar en la playa, y todo contrapuesto a un fragmento de “El espíritu de mayo del 68: Una película que debió existir” del magistral fotógrafo americano William Klein. Sobre esa mixtura discurre la idea de la reflexión narrativa, asociando eventos enlazados por una época y una ideología de cambio que conectan distintos espacios y personajes anónimos o públicos que fueron parte de una inflexión en la historia moderna occidental.

Brasil no está exento de aparecer con sus historias trágicas como la del joven estudiante que con tan solo 20 años se suicida a lo bonzo clamando por una sociedad que entra, luego de la caída del 68, en un ostracismo y una indiferencia letales para una posible transformación social.

Es atrapante en especial la primera parte del documental, que dividido en dos secuencias extensas pone toda la batería histórica más contundente, en el primer fragmento el Mayo francés copa la pantalla y desfilan personajes como Sartre, el estudiante revolucionario Chon-Bendit y las calles de París explotando de jóvenes que levantan los adoquines porque “Debajo de un adoquín está la playa”, frase poética que tristemente descubriremos más tarde no había sido una creación juvenil y libertaria sino el producto de dos publicistas franceses para armar un slogan de la cultura juvenil.

Las imágenes en color de China, la muralla, el rojo saturando en las escenas fragmentarias donde los niños lucen los distintivos rojos y flamean las banderas de Mao Tse haciendo contrapunto con el crudo blanco y negro que domina el relato Francés y casi todo el documental.

La segunda parte está centrada en los efectos de la caída del 68 y sus nefastas repercusiones en todo el mundo, mientras que caía la utopía de una libertad que rompiera con el sistema capitalista, cortamos a los tanques rusos entrando en la primavera de Praga. Las canciones de la Checoslovaquia que sueña algo imposible en su ingenuidad corrupta y sin límites. Rusia arrasa y el comunismo entra y sale en sus diversos estadíos de la breve historia de esa década donde el sabor que nos queda está plasmado en un emotivo final.

El pliegue del relato de Salles está impregnado de melancolía, de evocación, de las reminiscencias nostálgicas sobre un ideal aniquilado, postergado o diluido, pero que vive aún en los corazones que palpitan el recuerdo de otros valores posibles y donde la memoria hace de su ejercicio un traer al presente lo que jamás se debió haber ausentado.

Un intenso presente, del deseo de ser libres.

Por Victoria Leven
@levenvictoria