Niñato

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Ganadora de la Competencia Internacional del último BAFICI, esta ópera prima española nos acerca a la intimidad de una familia tan disfuncional como en el fondo querible con la crisis social en el trasfondo.

Especie de secuela y ampliación de su elogiado cortometraje Buenos días resistencia (visto en el BAFICI 2013), la ópera prima del madrileño Orr describe la cotidianeidad de David (David Ransanz) y sus tres hijos: Mia, Oro y Luna. Este pelado de 34 años no tiene un trabajo fijo, vive en casa de sus padres, es músico de rap (lo vemos cantar, componer y grabar), se ocupa como puede (como le sale) de la crianza de unos pequeños que no parecen prestarle demasiada atención (uno de ellos directamente suele taparse los oídos) y están más pendientes de la X-Box, y además tiene una novia que está a punto de irse al exterior por una beca de al menos un año. Documental ficcionado o ficción con fuerte impronta documental, Niñato habla de una sociedad gris y desangelada, que no ofrece demasiados estímulos ni oportunidades.

Orr apela a una cámara en mano y a una cercanía que por momentos remite al estilo dardenniano. El resultado, en ese y otros sentidos, es tan potente como devastador. El frío invernal que cala los huesos de sus criaturas y esa lluvia omnipresente transmiten y contagian una carga melancólica que desgarra el corazón. De todas formas, la película gambetea con astucia el golpe bajo, el patetismo y el sentimentalismo. La dinámica familiar, como todas, tiene sus irrupciones de humor (como cuando uno de los chicos demuestra sus habilidades para el hip hop), pero la sensación de desencanto todo lo invade y sintoniza con estos tiempos de crisis crónica en España.