Neruda

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Atrapar al protagonista, en todo sentido
La película del chileno Pablo Larraín, antes que una biopic, es un filme que juega con la disputa de quién es su protagonista, si el poeta o el detective que lo persigue.

Cómo hacer un relato, ya no una película, que tome y refleje el carácter de Pablo Neruda y resuma su valor como poeta, pensador político y esposo habrá sido la premisa que movió al chleno Pablo Larraín a la hora de construir su Neruda. Y decimos y recalcamos “su”, porque el director de No y El club también bucea en la manera en que la narración propia del relato puede fijar y cambiar roles protagónicos dentro del filme. Fundiendo realidad y ficción.

No es Neruda un filme lineal ni una biografía en sentido clásico, ni siquiera estricto. Recorta al personaje, lo humaniza y le saca mármol si es que lo tuviera, lo muestra con prostitutas creando poemas, enfrentando a sus líderes políticos, en sus contradicciones de comunista que disfruta de los lujos más burgueses, y escapando de una persecución tanto ideológica como en carne propia, que puso en riesgo su vida.

Porque ¿qué es Neruda? Thriller, drama, en cierta medida biopic, un ensayo sobre la narración interna de una película.

El filme de Larraín es un poco de cada uno de esos géneros, y todos a la vez.

Neruda es, en pantalla, y con la portentosa caracterización de Luis Gnecco (El bosque de Karadima, un enorme actor), talentoso pero vanidoso sin ningún pudor. Lo acompaña Delia (Mercedes Morán, muy bien). La película no diferencia que en la vida real la pintora argentina fuera 20 años mayor que él, ni que en 1949, cuando se centra el filme, ella tuviera 64 y él 44. No parece en la pantalla. Licencias artísticas.

“El comunista más importante del mundo” que fue “el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, según García Márquez, aquí se aleja del mito, y quizá ello le valió tanta crítica en su país de origen.

En otro orden, es mucho más cierto que se subraya demasiado la voz del detective, el papel de Gael García Bernal, narrando lo que ya vemos.

Lo más inquietantes es eso, la disputa del protagonismo. “En esta ficción, todos giramos alrededor del protagonista”, dice Delia. “¿Actor secundario? ¿Yo? No, señor -replica en otro momento Oscar (García Bernal). Yo te voy a atrapar”.

De eso se trata, de atrapar al protagonista, no en sentido literal, sino cinematográfico.