Nebraska

Crítica de Marcelo Menichetti - La Capital

Un hombre mayor recibe una publicidad engañosa que le avisa que se hizo acreedor de un millón de dólares. Sin advertir la “letra chica” del aviso, y sin abrigar ninguna duda sobre su legítimo derecho, el viejo pretende cobrar su premio. El anciano sufre episodios de ausencia y es alcohólico, y ya entró de lleno en la etapa en la que los adultos abandonan cualquier tipo de freno y se expresan con absoluta crudeza. Integrante de uno de los estratos más bajos de la clase media norteamericana, el hombre convive con su mujer, una anciana que lo abruma con reproches y le recrimina su empecinamiento por viajar a una ciudad lejana para obtener el premio que cree haber ganado. El gastado núcleo familiar se completa con dos hijos adultos. Uno de ellos transita por un plano ascendente en su carrera como periodista televisivo. El otro se encuentra inmerso en el frustrante proceso de separación de su pareja y sobrevive con un empleo como vendedor de electrodomésticos. Alexander Paynelogra mostrar con crudeza uno de los costados menos frecuentados de “la familia americana” y toma la etapa final de la vida de una pareja de padres como plataforma para analizar las consecuencias de un sistema de vida que muestra demasiadas fisuras como para ser tomado como ejemplo. Cuando el hijo menor comprueba que su padre está llegando al final del camino, decide tomar el toro por las astas y darle el gusto de realizar el viaje para que cumpla con su último sueño y, además, para intentar compartir algo más que el apellido con su padre. Ambos inician un viaje que incluirá una parada en el pueblo natal del anciano, donde el reencuentro familiar desnudará, de distintas maneras, el desapego que caracteriza a los grupos familiares. En esa etapa, en la que el viejo se ufana de haber ganado un millón de dólares, surgen los intereses de sus viejos conocidos y de sus parientes: todos quieren ganar algo con su suerte. Filmada en blanco y negro, —recurso que le otorga a historia una pátina nostálgica conveniente para el carácter de “vuelta al pasado” que el director le imprime al filme, con recuerdos de romances, rencillas familiares y otras circunstancias que afloran en la visita del anciano a su pueblo natal—, la película es un fresco de una novedosa situación que afronta la sociedad occidental en la que cada vez hay más ancianos y las familias enfrentan el dilema de cuidar personalemnte a sus padres o internarlos en un geriátrico. También patentiza el abismo cultural que se abre entre aquellos que mantienen tradiciones y se apegan a normas sociales que hoy resultan absolutamente anacrónicas para las nuevas generaciones. Con un buen balance entre la comedia y el drama, Payne consigue redondear una buena película, con la descollante actuación de su protagonista y el efectivo abordaje de uno de los nuevos problemas a los que deben hacer frente de las sociedades occidentales.